Analistas,
expertos y sondeos de opinión indican que existe la percepción mayoritaria de
que el país va a entrar en turbulencias peores a las que hemos padecido. En
cualquier sociedad libre se puede defender o rebatir ese tipo de predicciones. Entre
nosotros no.
Parece que el gobierno quiere incluir el refran “no hay mal que dure cien años” en su Indice de frases prohibidas por ser la contraseña de un plan desestabilizador. Pero los aparatos de inteligencia no han dado a conocer que la Junta Cívico militar que nos gobierna ya está en posesión de la otra mitad de la contraseña con la que se identifican los conspiradores internos: “ni cuerpo que lo resista”, la cual también será objeto de prohibición.
El cuociente de inteligencia de los
que se enorgullecen de este descubrimiento, igual que del recurrente uso de los
magnicidos como mecha de la polarización, es lo suficientemente bajo como para
temer que la cúpula del poder está experimentando un ataque de cretinismo.
Cualquiera puede temer, ante tan
aparatosos choques con el sentido del ridículo, que haya motivos para
confesarse y urgencia de actuar antes de que la debilidad congenita de los
nuevos dueños de Miraflores siga extinguiendo al país. Hay hechos que confirman
este temor, como la brutal arremetida contra la institución parlamentaria o las
amenazas, aún entre dientes, de sustituir Alcaldes y Concejales por un
simulacro de democracia directa y participativa a la que llaman Estado comunal.
Se quiere todo el poder para la cúpula, sin estorbos opositores.
Es natural suponer que lo peor esté
por venir después que una gobernadora, en busca de un te-la- comiste, anuncia que
solicitará el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de María Corina
Machado bajo la acusación de repartir un volante cuyo título lo mismo podría
servir para condenar o absolver hasta los mismísimos santos del cielo.
Lo curioso es que la jugarreta
contra la Diputada Machado pondría fín a la búsqueda mafiosa de un voto que
públicamente dirige el ocupante de Miraflores para aprobar una Ley Habilitante
que servirá para castigar a La oposición y proporcionar más impunidad a los que
están saqueando a la nación. María Corina, junto a otros diputados de la MUD (a los que ella les arrebató todos
los volantes porque no fueron acusados de terroristas), estuvieron en Amuay para
cumplir la misión que les corresponde como representantes legítimos del 52% de
los venezolanos.
El juicio de intención balbuceado por
la gobernadora fue tan burdo que los encargados de sembrarle delitos a la
oposición ahora están macollando convertir en saboteo la falta de mantenimiento
y atribuirle a la diputada la responsabilidad por la tragedia de Amuay.
La historia política universal
tipifica el procedimiento de sembrar acusados como uno de los recursos usados
por Hitler para apoderarse desaforadamente de todo el Estado una vez que fue
designado Canciller en 1933. Ante el incendio del parlamento alemán inventaron
unos culpables: el jefe de la Fracción comunista detenido cuando él mismo se presentó
a una comisaría y Jorge Dimitrov, un comunista búlgaro que vivia en Berlín,
pero que no estuvo en esa ciudad la noche del 27 de febrero del 33. A los nazis no le importaba la verdad sino manejar
un pretexto para criminalizar a la oposición y llevarse por delante los derechos
constitucionales. Allí se le abrió la puerta a lo peor que vino después.
Un empeoramiento de la casi
insoportable situación actual significa que el desabastecimiento va a seguir
operando como tarjeta invisible de racionamiento, que la inflacción va a
reducir las compras de las amas de casa y que la inseguridad se va a burlar con
más sangre del plan patria segura. El
agravamiento de nuestras calamidades caseras seguirá con los cortes de luz o el
derrumbe de la capacidad de los hospitales para ser verdaderos centros de salud
pública.
Pero no es inevitable que el
gobierno siga haciendo de las suyas contra la democracia, la paz, la unidad y
el bienestar de los venezolanos. Lo que se está incubando en lo más profundo
del ánimo nacional pronto va a mostrar que lo mejor está por venir. El 8 es el
puente hacia otra Venezuela. Hay que cruzarlo con fortaleza y optimismo.
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