La
ignorancia supina y contumaz de Nicolás Maduro es una tragedia que supera con
creces cualquiera de los deprimentes episodios de esta revolución del
oscurantismo, el atraso y la barbarie.
Si Chávez tenía una capacidad infinita para hacer el
ridículo, su “heredero” ha demostrado que tiene madera suficiente para
despuntar en esta patética competencia.
Un país dirigido por gente tan ignorante, capaz de avergonzarnos ante el
mundo, es una desventura. Sin embargo,
el venezolano ha asumido al “pajarito”, la “multiplicación de los penes” y las
“millonas” de idioteces con el humor que nos caracteriza, lo cual no
necesariamente es una fortuna. Lo cierto
es que esta indigencia intelectual del oficialismo puede costarnos cara, habida
cuenta del desconocimiento de la historia y las atrocidades que pudieran
cometer, víctimas del desespero.
En
Venezuela los demócratas jamás han apelado al magnicidio para resolver sus
conflictos. En mas de 200 años de
historia, a veces cruenta, signada por el caudillismo y el militarismo, encontramos
un solo magnicidio: el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud (1950), Presidente
de la Junta Militar de Gobierno y promotor de la celebración de elecciones para
retomar la constitucionalidad perdida luego del golpe militar contra Rómulo
Gallegos. Aquel crimen atroz tuvo como
autor intelectual al TteCnel Marcos Pérez Jiménez, compañero de la víctima y
principal beneficiario de su desaparición física. Que casualidad, el único magnicidio de
nuestra historia está asociado a golpes militares y a conspiraciones palaciegas. Nicolás
debería saber que el principal beneficiario de un magnicidio está en su propio
entorno.
Las
fuerzas democráticas hemos planteado claramente una ruta electoral, así que si
alguien le susurra a Nicolás que el expediente del magnicidio puede servir para
perseguir a la oposición y eventualmente, generar una crisis que permita la
suspensión de las elecciones municipales que hoy tiene perdidas el gobierno,
debería pensarlo muy bien: ¿Quien es el beneficiario de una cuadro de anarquía?
¿Si la situación se va de las manos, quien garantiza que “los militares”
cumplirán su rol constitucional? Si a
alguien de su entorno o del llamado “proceso” se le ocurre dar un palo a la
lámpara ¿No pudiera estar su cabeza en la guillotina? Maduro debería recordar aquella frase de
Pérez Jiménez, poco antes de huir del país: Pescuezo no retoña. Y cuando alguno insista en que es “su
hermano”, no olvide que Caín mató a Abel.
Los
presuntos magnicidas que recientemente capturaron son los payasos del show y
cuando Diosdado Cabello dice que le parecen conocidas sus caras, uno supone que
fue él quien los contrató. En fin, Fidel
pasó 60 años con el cuento del magnicidio, Chávez estuvo 14 años con ese
llantén, jamás le dispararon siquiera un taquito de papel y vino a morir como
consecuencia del odio, el resentimiento y la medicina cubana. Así que nadie le comprará a Nicolás este
lloriqueo tan trillado. Huele a
desespero y el tiro le puede salir por la culata. Del pajarito al magnicidio hay mucho trecho, Nicolás.
Twitter:
@richcasanova
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