El
gobierno de Maduro avanza hacia su sexto mes. Tiempo suficiente en el que ha
demostrado evidentes dificultades para poner en marcha mejores políticas
públicas. Se notan las restricciones para modificar el curso de deterioro en la
calidad de vida de los venezolanos. Con lo cual las penurias de la crisis
económica (inflación y carestía, especialmente) tienden a causar desaliento y
frustración. Las encuestas de opinión pública más reciente indican que los
venezolanos están pasando factura a un estilo incompetente de gobernar.
También
las mediciones de opinión pública (especialmente las que nos permiten comparar
en el tiempo) expresan que en los últimos años ha aumentado la preferencia por
la democracia. Las encuestas de Latinobarómetro desde 1998 expresan que esta
preferencia, con respecto a cualquier otro sistema de gobierno, ha aumentado en
Venezuela 25%, esto es, de poco más de 61% en 1998 a 86,5% en 2010 (último año
disponible). Este aumento fue notorio en el año 2002 (llegó a poco más de 77%)
y desde ese año se ha mantenido en relativo ascenso.
Que
el apoyo a la democracia se encuentre en estos niveles, puede indicar que la
gran mayoría de la población considera que las decisiones de la sociedad se
deben dirimir a través de los mecanismos constitucionales e institucionales.
Que la crisis política del año 2002 haya significado el aumento del apoyo, es
un signo del rechazo a vías no institucionales para producir los cambios de
gobierno. Esta puede ser la razón para que, independientemente de las
limitaciones evidentes en nuestro sistema electoral, la gran mayoría de los
venezolanos apuesta al voto como instrumento para expresar sus posiciones
políticas.
Pero
una cosa es el apoyo general a la democracia y otra la satisfacción con su
desempeño. Con la aprobación de la Constitución de 1999, la satisfacción con la
democracia aumentó de 35% en 1998 a 55% en el año 2000. Demostración de que
para muchos los cambios incluidos en la nueva Constitución expresaban deseos
acumulados en las décadas anteriores. Sin embargo, la satisfacción ha estado
asociada con la percepción del desempeño del gobierno. De allí que aumentó en
los años del auge económico (entre 2005-2007), para declinar hasta 2010. De
manera que podemos inferir que en estos últimos años, y especialmente en este
año 2013, la insatisfacción ha seguido aumentando.
Todo lo anterior nos indica que la combinación entre apoyo a la democracia e insatisfacción se expresará muy probablemente en las elecciones del 8 de diciembre.
La gestión del actual gobierno nacional, y la de los gobiernos
locales de su signo, tendrán una consideración especial a la hora de decidir el
voto. Los venezolanos votarán por nuevas opciones, más democráticas y abiertas,
y también más efectivas. La práctica democrática será el camino para impulsar
los cambios. Se trata de ir a votar.
marinojgonzalez@gmail.com
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