Cuando el honrado se da cuenta de que si no entra en el juego queda totalmente excluido, repiensa su actitud inicial.
El
tema de la corrupción cada vez se globaliza más. Un reciente reporte indica que
diariamente en el mundo se pagan por debajo de la mesa a funcionarios corruptos
aproximadamente 1.300 millones de dólares. Naciones Unidas tiene su convención
contra la corrupción; también organismos regionales como la OEA. Sin embargo,
el afán de lucro de algunos supera cualquier barrera que controle o procure
disminuir la corrupción pública.
Es
cierto lo que dicen que para que exista corrupción pública se requiere de la
privada. Sin embargo, cuando el honrado se da cuenta de que si no entra en el
juego queda totalmente excluido, repiensa su actitud inicial. Si no lo hace sus
industrias no prosperan y sus negocios palidecen, frente a aquel que sin
importarle nada viola todas las reglas de la ética comercial.
En
el blog del amigo venezolano Alek Boyd, biznieto del prócer de la independencia
de Panamá, Federico Boyd, cuya memoria se recuerda con el nombre de emblemática
avenida en la capital panameña, apareció una contribución que me llamó mucho la
atención: “Los Doce Pasos para Convertirte en un Boligarca Venezolano”.
Conversando con Boyd me percaté que su autor, por razones obvias, prefirió el
anonimato. Sin embargo, como esto de la globalización de la corrupción, no toca
sólo a los venezolanos, y a sus nuevos ricos llamados Boliburgueses o
Boligarcas, comento el trabajo que también se aplica a muchas de nuestras
sociedades.
El
primer principio: Si no puedes acumular dinero honestamente, entonces paga
coimas (bribes) a funcionarios gubernamentales para asegurarte de contratos con
altos sobrecostos y márgenes para todos. El caso de Venezuela es muy
sintomático porque se encuentra en el puesto 162 en el índice mundial de la
corrupción; entre los 15 más corruptos, compartiendo con Somalia, Afganistán,
Sudán, Guinea, Haití, entre otros. Sin embargo esto no es óbice para que este
primer paso se aplique también a muchos otros.
Número
dos: Una vez acumules tus primeros 100 millones, búscate algunos amigos que
trabajen en Wall Street y que te abran cuentas en sus bancos; signo de
prestigio del cuentahabiente. Número tres: Cómprate un jet, o alquila uno de
vez en cuando, para que la gente se dé cuenta que estás entrando en la crema de
la sociedad por la puerta ancha. Recuerda que en estos esfuerzos no importa
aquello de que las apariencias engañan.
Siguiendo
la línea, debes adquirir, además de la tremenda propiedad que tienes en tu
país, una en sitios como Miami, Nueva York o España. Eso te pondrá a codear con
los más ricos del mundo. Además, adquiere hobbies propios de la nueva gente con
la que te moverás, como por ejemplo, adquirir caballos peruanos de paso.
Como
paso número seis, es importante que tu esposa, novia o amante sean bien activas
en las redes sociales. Así compartirán con todos tus allegados tus triunfos en
el jet set y conocerán toda la gente importante con que te codeas. El paso
siete indica que ya al nivel en que estás debes organizar alguna ONG para que
dicte charlas sobre la democracia o recaude fondos para los niños pobres que no
pueden recibir asistencia en los hospitales públicos porque los insumos que
tienen son insuficientes. (Se los habrán robado quizás en algún contrato que te
dieron, pero eso no es asunto tuyo). El paso ocho indica que si no te has
casado y lo harás, debes preparar una boda donde invites a lo mejor de la
sociedad, comenzando con los líderes de tu gobierno.
Contrata
a lobistas en Washington para que los periodistas no busquen mucho en tu
pasado, así como encarga a quienes limpien tu reputación en el internet, lo que
llaman “online persona”. Eso sí, búscate gente que escriban “cosas buenas” de
ti; tu imagen hay que reforzarla a toda costa. Y, como último paso, no te
olvides nunca de tu país, al cual debes demostrar que lo quieres mucho, a pesar
de lo tanto que te aproveches de él.
Lo
anterior se aplica a Venezuela, pero también a Panamá, a España y muchos otros
países, donde cada vez más resuenan las alarmas de la enorme corrupción que
envuelve a la clase política, a los empresarios y a los que, cercanos a las
exquisitas mieles del poder, se hacen millonarios y hasta multimillonarios. No
falta un día donde algún escándalo de corrupción no sacuda la prensa global.
Guillermo
Cochez
gcochez@cableonda.net
@willycochez
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