Ya
lo había dicho y reiterado antes de viajar a Miami. "Lo peor que puede
pasar al país es un golpe de Estado". No obstante, las mismas palabras
dichas en Miami adquieren diferente connotación. Y eso con toda seguridad lo
sabía Henrique Capriles.
Nicolás
Maduro, mandatario de Venezuela, en su siempre infamante estilo había anunciado
que Capriles viajaría el 15. 09. a reunirse con la "gusanera" de
Miami para conspirar en contra de la "revolución". No pudo haber
mejor refutación a Maduro que las palabras de Capriles, dichas desde el mismo
"imperio".
"Lo
peor que le puede pasar al país es un golpe de estado".
Léase
bien, Capriles dijo sin rodeos, un golpe de estado es lo peor que puede suceder
a Venezuela. No dijo hay golpes buenos y malos, como seguramente piensan
algunas fracciones "egipcias" de Venezuela. Eso significa que un
golpe de estado, según Capriles, es una alternativa aún peor que el gobierno de
Maduro. Por lo tanto Capriles dejó claramente establecido que está dispuesto a
jugársela en contra de cualquier intento de golpe de estado sea éste a favor de
Maduro o en contra de Maduro.
Por
lo demás, si hubiera intento de golpe de estado, aunque venga de militares
chavistas, ¿contra quién puede ser sino en contra de Maduro? Porque Capriles
dijo, golpe de estado. No habló de autogolpe. En otras palabras, un golpe de
estado en contra de Maduro sería no sólo en contra de Maduro; también sería en
contra de la oposición a Maduro. Su objetivo no podría ser otro sino destruir
los restos de institucionalidad que permanecen en el país, cerrar el camino a
las elecciones e imponer un régimen de fuerza en contra de la mayoría de la
nación, de la madurista y de la opositora
a la vez.
Las
palabras de Capriles fueron terminantes. Ahora lo saben todos: Si hay militares
que en nombre del, o en contra del chavismo intentan dar un golpe de estado,
aprovechándose del descontento general y de la profunda crisis económica en la
cual el chavismo ha sumido al país, contarán con la más decidida
"oposición de la oposición". Con ello queda muy claro, salvo para
quienes no quieran entender, que la oposición venezolana dirigida por la MUD y
Capriles no es golpista, como tal vez quisiera Maduro que lo fuera. Además
-aunque no guste a Maduro- es un factor de orden institucional. Quizás la
oposición es el único factor de orden institucional que resta todavía en
Venezuela. Si no fuera por esa oposición que encauza por vías democráticas el creciente
malestar social, Venezuela no sería Egipto: Venezuela sería Siria.
Naturalmente,
el objetivo de la oposición, como toda oposición en cualquier lugar donde hay
oposición, es derrotar al gobierno y si es posible, lograr su caída. Pero el
objetivo ha de ser la derrota política, jamás la derrota militar. Eso quiere
decir que cualquier intento no político en Venezuela significaría cerrar el
camino a la oposición e indirectamente al propio PSUV. Quizás ya hay miembros
de ese partido que entienden que la desaparición de los últimos restos de
espacios políticos significaría también el fin del PSUV, ya sea como partido de
gobierno, ya sea como principal partido de oposición, lugar este último que más
temprano que tarde deberá ocupar, si es que sus dirigentes no creen en el
principio de la eternidad.
La
mayoría de la oposición (y quizás una parte del chavismo) ya ha entendido que
cuando los militares llegan al poder lo hacen para quedarse y nunca para irse.
No
me referiré esta vez a Chile, donde algunos políticos con pasado democrático
apoyaron el golpe de 1973 como "salida transitoria". El ejemplo más
reciente es el del Egipto de 2013 cuando los militares se montaron sobre los
hombros del descontento popular frente al islamismo de Morsi y dieron un golpe
que restituyó el régimen de Mubarak sin Mubarak, en contra de la oposición
democrática y de la oposición religiosa a la vez.
Probablemente
hay pocas situaciones en la historia, si es que hay alguna, en la cual los
militares usurpen el poder para retirarse inmediatamente. Ni siquiera en
Honduras, pues allí los militares actuaron obedeciendo el mandato de una
mayoritaria clase política civil. ¿Se entiende entonces por qué lo peor que
puede pasar al país -Capriles se refería al país de los chavistas, al de los no
chavistas y al de los anti-chavistas - es un golpe de Estado?
Hay
ejemplos en cambio que muestran como cuando la oposición ha actuado en defensa
del espacio político en contra de intentos golpistas, ha salido fortalecida.
Uno ocurrió en Septiembre de 1917 en Rusia cuando el general Lavr Kornilov,
aprovechándose de las debilidades del gobierno de Alexander Kerenski, intentó
dar un golpe de Estado, imaginando que contaría con el apoyo de la
socialdemocracia (mencheviques y bolcheviques). Fue entonces cuando Lenin dio
muestras de gran genialidad. Con su consigna "hay que defender a
Kerenski", Lenin aseguró el espacio que muy poco después permitiría a los
bolcheviques hacerse del poder. El segundo ejemplo también ocurrió en Rusia.
Fue en el año 1991 cuando Boris Yeltsin, alcalde de Moscú y recalcitrante
opositor, llamó a las masas a oponerse al golpe militar dirigido en contra de
Gorbachov. Gracias a esa iniciativa Jeltsin logró ser, poco después, sucesor de
Gorbachov en el poder.
Pero
en el Egipto de 2013 no hubo ningún
Lenin ni ningún Jeltsin. Los demócratas, con Baradei a la cabeza se sumaron al
golpe, aceptando incluso tareas de gobierno. Pronto -historia conocida- fueron
desplazados por los militares. “Sobre las bayonetas nadie puede sentarse”, dijo
Tayllerand a Napoleón.
Capriles
también lo sabe. Sabe también que el 2013 no es el 2002, cuando generales
venezolanos, utilizando el vacío de poder provocado por una enorme masa
opositora sin dirección política, hicieron renunciar a Chávez. Los militares
pusieron en su lugar a un monigote empresarial (Carmona) para después volver a
poner a Chávez. Gracias a ese auto-frustrado golpe, Chávez emergió con más
legitimación que antes.
"Lo
peor que puede suceder al país es un golpe de Estado".
No
pudo Capriles haber elegido mejor lugar para pronunciar esa breve frase. Miami,
refugio de demócratas, empresarios, profesionales y gente común, es también un
lugar donde no pocos cubanos y venezolanos se dejan llevar por fantasías,
soñando con salidas apocalípticas que los devolverán, como por arte de magia,
al país de sus amores.
En
Miami existe una gran mayoría de venezolanos que reconoce a la MUD como
directriz y a Capriles como su líder político natural. Pero también existe –no
es secreto para nadie- una minoritaria fracción antidemocrática, radicalmente
aventurera, es decir, una fracción hecha a la medida del chavismo. A ellos, los
que conforman dicha fracción, dijo Capriles en su propia cara:
"Lo
peor que puede suceder al país es un golpe de Estado".
Para
que chavistas, no chavistas, maduristas y antimaduristas lo sepan y lo graben
en el disco más duro de sus cabezas. El camino de la oposición venezolana es y
será democrático y electoral. La línea ya ha sido trazada.
---------------
Nota:
Para conocer el pasaje del discurso de Capriles en donde se refiere al tema del
golpe de estado, hacer clic en
http://www.youtube.com/watch?v=t9_U6kC6Q7M
fernando.mires@uni-oldenburg.de
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