En búsqueda de una legitimidad negada por los
resultados electorales, Maduro continúa sus giras internacionales en búsqueda
de reconocimiento, a cambio de continuar con el despilfarro de los recursos de
los venezolanos.
Los Castro, Morales, Correa, Ortega, la
Kirchner, Mujica, países como Rusia y China o varios de Centroamérica y el
Caribe responderán con loas la supuesta generosidad del ilegitimo. Acuerdos,
ayudas y contratos que van en detrimento del porvenir de los venezolanos, pero
que obligaran a los interesados a votar en bloque por el régimen autoritario
bolivariano en los organismos internacionales, a costa del hambre de millones
de compatriotas.
Los representantes del régimen nunca han
buscado el desarrollo de Venezuela, sino procurar la más abyecta dependencia al
régimen, que solo puede sobrevivir sometiendo al ciudadano.
Tal como van las cosas nos dirigimos a un
abismo, que pronto nos llevará al colapso. En Venezuela se han destruido las
empresas de producción de alimentos, de cría de animales, de distribución de
semillas e insumos agrícolas. Se han apoderado de las tierras, de las cadenas
de distribución de alimentos, hasta convertirnos en un país que no produce nada
y de estantes vacíos, lleno de colas, a través de las cuales se raciona la
comida y hasta los productos necesarios para la higiene personal.
Desmantelaron fincas que estaban en plena producción
transformándolas en áridos peladeros. Convirtieron la potencia petrolera en un
país que tiene necesidad de importar todo lo que consume.
En él la moneda del imperio es necesaria para
poder satisfacer la importación de los productos de primera necesidad. Aquí los
dólares son controlados por el Estado y del que solo se benefician los que
apoyan el sistema o por lo menos, no lo combaten.
La opinión pública es a menudo sorprendida
con revelaciones del enriquecimiento desmedido de los jerarcas del régimen y de
su corte de negociadores, quienes exhiben con ostentación la riqueza recién
adquirida.
Los que se han apoderado del gobierno cometen
el crimen vil y despreciable de destruir nuestra patria. Comenzaron atentando
contra nuestra soberanía, colocada en manos de los jerarcas cubanos,
continuaron tomando el control de todas las instituciones y pusieron en ellas a
seres serviles, que les permiten destruir la democracia desde sus entrañas.
Expropiaron y robaron, tierras, empresas,
bancos, medios de producción y de prensa, acallando cualquier sector que no
pudieran controlar por otros medios. Todo lo tomado fue expresamente arruinado
y hecho improductivo, única manera de controlar a todo un pueblo que depende de
un partido para poder subsistir.
Las afirmaciones estridentes de socialismo,
no fueron más que slogans con que los “piratas” se disfrazaron mientras se
apoderaban del botín.
El designado, Presidente por obra y gracia de
un Consejo Nacional Electoral públicamente parcializado, continúa repartiendo
la riqueza nacional. Los barriles de petróleo y las reservas de oro quedan
cortas, ante la avaricia desmedida de la corrupción gubernamental y la de los
chulos internacionales. Eso explica el deterioro que sufre nuestra Nación.
Productores extranjeros se benefician
vendiéndonos desde comida hasta papel higiénico. Brasileños, portugueses e
iraníes construyen casas en Venezuela, lo único que importa es que no exista
empresario venezolano que se beneficie, ya que producir riqueza en manos
privadas disminuye el control anhelado.
En el gobierno saben que sin riqueza y
empresas privadas, no habrá trabajo, ni crecimiento, ni futuro personal, pero
no les importa, eso es lo que necesita el régimen. Hoy en día somos un país de
carencias, que simula una solidaridad internacional como estrategia política a
expensas del patrimonio que necesitaran las próximas generaciones de
venezolanos.
En el país muy pocas empresas producen
rendimiento. Hasta la industria petrolera y las empresas básicas de Guayana se
encuentran afectadas con la mala administración. Esta situación rivaliza
haciendo millonarios a los jerarcas, con la corrupción gubernamental, con la
compra de gasolina, con el contrabando, con los presupuestos sobre calculados,
que se convierten en millonarias comisiones. Compite también con los conteiners
de comida podrida, con los gastos de chatarra militar que le compramos a Rusia,
que provocan constantes accidentes mortales y más comisiones.
Llegó el día de preguntarse, ¿el socialismo
del siglo XXI fracasó? O la finalidad era que la escasez y el alto costo de la
vida sometieran a todo un pueblo. Cuando ves nuestra población batiéndose en un
supermercado por cuatro paquetes de harina de PAN, de un pollo, un jabón o una
pasta dental, provoca gritarles en su cara: ¡irresponsables, traidores y
mentirosos!
Tenemos un gobierno que nos envilece y nos
reduce a posiciones indignas. El modelo económico que ha pretendido instalar
desde las alturas de la Habana, debe ser rechazado, nuestra economía no aguanta
más. Si llegara a producirse una baja del mercado petrolero, en Venezuela
vendrá una hambruna, producto de la escasez de divisas que impedirá nuevas
importaciones.
Hay que gritarlo a los cuatro vientos le
hemos dado a Cuba unos 25.000 millones de dólares, en los últimos siete años. Los
países del Caribe por su parte, nos deben unos 4.000 millones de dólares que
sabrá Dios cuando pagaran.
Una hipocresía sin limitas se refleja en las
declaraciones gubernamentales: “Caracas tiene «amigos de todo el mundo» para
suplir carencias e importar productos” afirma el ministro de Agricultura, “No
vamos a permitir que golpeen a nuestro pueblo” agrega Maduro cuando inicia una
gira para buscar alimentos.
Pero por detrás autoriza, a través del
vicepresidente Jorge Arreaza, el aumento del 20% del precio en el pollo, la
carne de res, la leche y los quesos.
El experimento bolivariano ha terminado por
controlar casi toda la producción, también implemento el control de cambio y de
precios, tiene la responsabilidad total de lo que ocurre. Sustituyó todo lo que
fue producción por importaciones, amenaza las pocas empresas privadas que aun
funcionan y que se encuentran al tope de sus capacidad, los cerca con la
importación de insumos y de divisas, con que importar la materia prima que ya
el país no produce.
Por eso no albergamos esperanzas, no hay
pollo por que el gobierno así lo quiso y por qué hizo todo lo necesario para
lograrlo. Ya son muchos las cosas que escasean y las que desaparecerán
definitivamente, la tarjeta de racionamiento cubana no tardará en llegar
disfrazada bajo otra figura.
Todo se veía venir, algunos no lo creían y
hoy nos encontramos frente a una Venezuela arrasada, ¿Cómo reaccionaremos?,
continuaremos indiferentes, tristes o resignados, ¿Hasta cuándo? Al ritmo que
van las cosas nos queda poco tiempo para una respuesta.
nelsoncastellano@hotmail.com
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