Esta
declaración de Henrique Capriles (ESTA AL FINAL) demuestra su valía: es un hombre de Fé, lo que
explica su reticencia a enviar, de manera irresponsable, que la gente salga a
la calles. El día 17 de abril, a tres días de las elecciones amañadas y
modificadas por el gobierno, había antes convenido, con toda la oposición, que la gente saliera a las calles para protestar.
El día anterior, 16
de abril, tomó Capriles la decisión de pedirle a la gente NO salir de esa
manera. De no haberlo hecho, se habría reproducido algo peor a lo que ocurrió
el 11 de Abril del 2002, cuando la gente --contra la voluntad del líder
opositor Don Pedro Carmona, quien sobre un carro pedía a la multitud que no
fuera al Palacio de Miraflores, pues seguramente conocía los propósitos del
entonces Presidente Chávez-- continuó su
marcha y se acercó al Palacio donde le esperaban francotiradores apostados en
las azoteas aledañas, así como muchos esbirros sobre el puente vecino a Miraflores,
que causaron 19 personas muertas y multitud de heridos. La realidad es que para
ese 11A, el presidente había preparado un auto-golpe para descubrir al grupo
militar que, en verdad, quería derrocarlo (a quienes lo duden, les recomiendo
leer los libros "El Acertijo de Abril" de los periodistas Sandra de
la Fuente y Alfredo Mesa, así como el de Nelson Chitty La Roche titulado
•Expediente 001). El resultado fue él triunfo y la consolidación del tirano en
el poder y un gran descrédito para el Dr. Carmona, pues los militares que
Chávez esperaba si aparecieron y, después, correspondiendo a lo planificado
anteriormente, Chávez regresó a Miraflores triunfante, mientras aún Simonovis y
demás miembros de la entonces Policia Metropolitana aún permanecen encarcelados,
tildados de asesinos cuando no tuvieron responsabilidad alguna en esos hechos.
Por eso, comprendo muy bien la expresión de Capriles: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle.” Si estuviera en su caso, en su "pellejo", tampoco se lo pediría.
Si
el pasado 17 de abril la multitud hubiese salido a protestar por el fraude
electoral, mucho más sangriento que aquel del 11A hubiese sido el resultado de
ese nuevo error y, a est a hora, Capriles y toda la MUD estaría en las
mazmorras del gobierno. Escribí recientemente que la desesperación y la
precipitación no conducen a ninguna parte que no sea la del fracaso. Como bien
lo expresó Capriles en su declaración: "Esto es una lucha de TODOS".
Como tal lucha, debe ser organizada. Es menester una planificación estratégica
de la misma, muy bien concebida y ajustada a nuestra presente realidad
nacional. Se requieren una planificación estratégica general para toda la
Nación, así planificaciones estratégicas para cada Región, Ciudad, Municipio,
Localidad y Barrios de todo el país.
Estamos
bajo un gobierno de franca y decidida vocación totalitaria que no ha podido
desarrollar con todos sus alcances, porque con todos los defectos y errores que
se le achacan, la oposición ha sabido resistir y actuar en la medida de sus
limitadas fuerzas y esfuerzos. Mucha gente se equivoca al evocar los hechos que
determinaron la caída de la penúltima tiranía, que fue la de Pérez Jiménez. La
diferencia estriba, precisamente, en que la dictadura perejimenista no era
totalitaria y, teniendo fuerzas suficientes para resistir la subversión
militar, el dictador decidió abandonar el país.
Es
natural --y no podría ser muy de otra
manera-- que los venezolanos nos
sintamos agotados, cansados después de estos más que largos 14 años. Pero es
ese el reto que se nos presenta en la hora presente. No a la desesperación, a
la desesperanza y, sobre todo, a la injusticia SI HAY FUTURO Y ESTÁ EN NUESTRA
VOLUNTAD Y EN NUESTRAS MANOS!
Capriles
se confiesa: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle”
La
oposición venezolana de Henrique Capriles también se ha visto afectada por un
hecho inesperado. La venta del canal Globovisión, considerada como una
trinchera del antichavismo, derivó en un giro brusco de su política editorial
que dejó a los opositores al régimen sin altavoz. “En 2012 tomé la decisión de
hacer todo lo que estuviera en nuestro poder para lograr que la oposición
ganara las elecciones de octubre. Era la oportunidad, como venezolanos, para recuperar
nuestro país.
En Globovisión lo hicimos extraordinariamente
bien y casi lo logramos, pero la oposición perdió”, afirmó el antiguo dueño del
canal, Guillermo Zuloaga, en su misiva de despedida a los trabajadores.Los
nuevos propietarios, sospechosos de vínculos con el Gobierno, decidieron cortar
con el compromiso de transmitir en directo las informaciones emanadas por
voceros de la oposición. “Hay mucha autocensura. Ernesto Villegas [ministro de
Comunicación e Información]ha dado órdenes de que no se transmitan mis actos.
Está encima de esto”, dijo Capriles en una conversación con este diario. Al
mismo tiempo, el presidente Nicolás Maduro viajaba por el mundo en busca de
apoyo internacional para su endeble mandato y copaba los espacios en la televisión,
tal y como lo hizo su predecesor. Un trabajo de la ONG Monitoreo Ciudadano
determinó que entre el 3 de junio y el 3 julio Maduro apareció en las pantallas
de Venezolana de Televisión, el canal del Estado, durante 48 horas y cuatro
minutos, a un promedio de dos horas diarias. Desde el 14 de abril y el 3 de
julio el Gobierno ha obligado a los demás medios a retransmitir su señal 65
horas y 26 minutos, 32 minutos diarios.
En
esas circuntancias, el excandidato presidencial decidió transmitir a través de
su página web (www.capriles.tv) un programa semanal de televisión para hacer
frente a lo que considera un cerco a su liderazgo y superar lo que sin remilgos
define como la autocensura de las cadenas privadas de Venezuela. Capriles
visualiza a ese espacio, que ha llamadoVenezuela somos todos, como el momento
para opinar sobre temas de política nacional y mantener a su base unida y
movilizada.
El
pasado martes este diario fue invitado a presenciar el programa. Lo primero que
sorprende son los equipos con los que cuenta para poder hacer una transmisión.
La terraza del piso 1 de su antigua sede de campaña es un set de televisión.
Hay cuatro cámaras, una consola que mezcla las imágenes tomadas por cada una de
ellas y una antena parabólica. El programa es transmitido en directo y por
satélite.
Capriles,
que viste una camisa azul celeste y un pantalón verde de drill, llegó al set
estrechando manos y saludando con energía. Cuatro periodistas le esperaban
sentados a una mesa. Eran los invitados del programa. Después de saludar a la
audiencia, de criticar a Maduro por desear que Edward Snowden, el exanalista
que reveló el espionaje electrónico de EE UU, aterrice en Venezuela; después
incluso de ironizar sobre la costumbre de un miembro del Partido Socialista
Unido de Venezuela de cuidar del brillo de sus uñas antes que los indicadores
de su gestión, Capriles criticó, a lo largo de la hora y media que duró el
programa, a quienes cuestionan a través de las redes sociales la forma en la
que ha conducido la crisis política.
“Hay
mucha gente que se dice de oposición que se pasa el 70% de su tiempo
atacándonos. El esfuerzo debe ser más propositivo”, dijo. “Los que quieren
tomar la calle no son capaces de dejar de ir a la playa el fin de semana para
organizarse. No tiene que venir un líder a decirle qué tienen que hacer.
Organícense. ¿Qué hacen ellos para fortalecer la alternativa democrática? Nada.
Yo sigo proponiendo, pero esto es una lucha de todos. Hay que salir del Twitter
y recorrer el país”.
Al
finalizar el programa Capriles defendió su estrategia a este diario: “Creo que
tengo la responsabilidad, a sabiendas de que Venezuela es un país
desinstitucionalizado, de no dejarme llevar por las emociones, sino a apelar a
la razón. La emotividad es propia de un proceso electoral y no un acto
racional. Hay personas que establecen una comparación con lo que se produjo en
Brasil. O lo que pasó en Siria. Yo no puedo pedirle a la gente que salga a la
calle, que sea asesinada y luego pasar la página. Esa no es mi visión”.
¿Está
en sus horas más bajas?
“Yo
trato de buscar el lado positivo de las cosas. Creo que hemos logrado
desenmascarar al gobierno. Había que desenmascarar el desigual proceso
electoral para darle más valor a la lucha. Creo en la construcción de una
fuerza popular lo suficientemente amplia para imponer democráticamente los
cambios. Puedo equivocarme. Yo me la estoy jugando”, responde.
(Fuente:
Internacional.elpais.com)
ppaulbello@gmail.com
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