Hasta
1937 se explicaba en las escuelas "el sentido del honor". La
urbanidad de Carreño, el lector moderno y la moral en ejemplos históricos, por
el doctor Juan García Purón, eran textos fundamentales para cultivar en cada
muchachito, y en cada niñita, el sentido del honor.
La
enseñanza de la filosofía del honor empezó en Venezuela a fines del siglo
pasado.
Desde
muy niño se aprendía en aquellos libros que todos tenemos que exigir de los
demás el cumplimiento de los mismos derechos que se nos imponen.
Los
ricos debían hacer uso prudente de sus riquezas y proporcionar a sus
conciudadanos trabajo, protección y auxilio.
Los
pobres tenían el deber de no contraer compromisos que no podían satisfacer. Y
luchar para lograr con ingenio y constancia un puesto prominente en la
sociedad, "con el sudor de su frente", sin jalar, sin humillarse y
sin acciones hipócritas para serrucharle el puesto a los demás. "Soy
pobre, pero honrado".
El
dinero no podía desplazar las buenas acciones. Lo importante era ser decente y
"tener clase". En otras palabras, contar en tu haber con el sentido
del honor.
En
Venezuela se comienza a perder el sentido del honor cuando empiezan los
negocitos por debajo de cuerda. Y se comercia, hasta con el sexo ("las
hermanas buenas") para conseguir un buen cargo público; "un tronco' e
cambur", como se decía antes.
Para
muchos observadores perdimos el sentido del honor en 1938, cuando después de
dos años de investigaciones la Junta de Reclamaciones contra los bienes del
general Juan Vicente Gómez, de unas diez mil demandas contra el tirano, admitió
cuatro mil quinientas, con indemnizaciones por cincuenta y cuatro millones de
bolívares en total.
El
doctor López Borges salvó su voto, pues era partidario de que ninguna persona
que hubiera colaborado con la dictadura de Gómez, antes o después de la
Reclamación, tenía derecho a indemnización.
Si
la tesis, por otra parte justa, del doctor López Borges, hubiese triunfado, se
hubieran caído de un coco más de 70% de las demandas. Pues en veintisiete años
de dictadura no es exagerado decir que el país entero se arrastró ante el
"Bagre".
La
gente hacía colas para ver las listas de quiénes iban a cobrar y todo el mundo
protestaba:
—
¡Siete años en el castillo para recibir diez mil bolívares; qué b... tiene
López Contreras!
Se
pierde el sentido del honor cuando las organizaciones políticas se convierten
en empresas comerciales.
Se
pierde el sentido del honor cuando los parlamentarios no viven de acuerdo con
lo que ganan, porque hay ingresos adicionales clandestinos.
Se
pierde el sentido del honor cuando la descentralización se convierte en la
descentralización del peculado.
El
capitán Luis Rafael Pimentel preparó un golpe militar contra Juan Vicente Gómez
para la madrugada del 16 de enero de 1919. El complot fue descubierto la noche
anterior. Lo colgaron por los testículos once veces para que delatara a sus
compañeros de conspiración. El capitán Pimentel no habló.
Muerto
el general Juan Vicente Gómez le preguntaron a Pimentel por cuánto iba a demandar
a la nación.
—No
intento cobrar nada. Las lágrimas de mi madre no tienen precio, respondió.
Ese
era un hombre con sentido del honor.
Así
son las Cosas
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Los que fuimos educados con valores éticos y morales, de cuando la palabra dada tenía un valor superior a la clase social a la que se perteneciese, vemos con estupor, cómo algunos en vez de transmitir con ejemplos todas esas enseñanzas, se han mimetizado con los antivalores.
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