"Digamos sí al amor y no al egoísmo,
digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la
esclavitud" Papa Francisco
Este régimen socialista, marxista, y ahora
chavista –como lo pregonan a los cuatro vientos los funcionarios del alto
gobierno y voceros del partido del oficialismo- no oculta su obsesivo
enfrentamiento con la oposición en cualquiera de sus escenarios, bien sea en el
parlamento, con líderes políticos, empresarios, iglesia o con los estudiantes.
Los estudiantes universitarios haciendo uso
de sus derechos constitucionales, Art. 350 convocaron a una marcha que tuvo
lugar el pasado sábado y cuyo permiso solicitado a la Alcaldía Libertador les
fue negado, al mismo tiempo que su primera autoridad “echo el loco” autorizó a
sus camaradas para realizar una contramarcha, como para medir fuerza, cuando en
realidad se trataba de sabotear la de la oposición.
Pero su perversa intención
quedó frustrada por cuanto la marcha universitaria de la oposición no solo fue
multitudinaria ya que asistieron estudiantes de todas las universidades del
país y solo cambió de ruta para evitar enfrentamientos y hechos de violencia
con los provocadores de oficio, que ya el pueblo venezolano conoce, pues debajo
de sus capuchas se esconde el rostro de forajidos que arropados bajo una patente
de corso y con armas en sus manos, destrozan bienes materiales y hasta la vida
de seres humanos. Está escrito y más pronto que nunca la justicia despojará la
venda de sus ojos. De allí el título de esta columna, porque realmente la
respuesta del estudiantado fue una bofetada al gobierno, al que poco o mejor
dicho nada le importa el clamor de los futuros hacedores de la Patria.
La respuesta de que quienes detentan el
poder únicamente persigue mantener la
huella del caudillismo, cuya fuerza vital surge de la poderosa presencia de un
liderazgo el cual, casi de forma inevitable, no contempla herederos, sucesores
ni delfines. Nicolás Maduro podrá invocar cuantas veces quiera el espíritu de
Hugo Chávez, pero jamás será Chávez y ese es su gran problema. Maduro es un
político del montón, sin carisma ni madera de liderazgo, cuestionado por su
ilegitimidad en el cargo, luego del
viciado proceso electoral que lo encumbró –sin realizar la auditoría de los
cuadernos electorales – a ocupar ilegítimamente la Presidencia de la República.
Maduro parece que no quiere comprender y
mucho menos aceptar, que el país nacional está experimentando un cambio que
constituye una verdadera revolución pero democrática, no socialista y mucho
menos comunista -como lo afirmara en
cierta ocasión Fidel Castro a una periodista de VTV que lo entrevistó en La
Habana- pues ésta revolución es netamente política , democrática y
representativa lo cual quedó demostrada con el resultado electoral aunque
viciado, cuyo resultado arrojó que la mitad
de un país cree en la democracia propiamente dicha y no en las bondades
del socialismo que por espacio de 14 años ha demostrado , como en otros países
del orbe, que es un total fracaso
Tampoco parece entender Maduro que el pueblo
venezolano está harto, no solo de la inseguridad sino también de una frágil economía, de la
corrupción campante, de la ineficiencia, del nepotismo y principalmente de ser rehén político de un
proceso clientelar y amargo, cuyos resultados saltan a la vista de propios y
extraños.
Estos vergonzosos hechos ocurridos en los
últimos años en nuestro país, pareciera no importarle a algunos países de la
región. Pasan por alto o inadvertidamente, para utilizar un lenguaje
diplomático, que nuestra nación vive permanentemente bajo la amenaza de
utilizar las Fuerzas Armadas con el
pretexto de una supuesta conspiración convalidada por su eterno enemigo
invisible, los Estados Unidos, pero que no persigue sino el maligno fin de
perpetuar en el poder a sus áulicos gestores.
Todos estos males que aquejan a la
República, han obligado a los
estudiantes a convertirse en los más genuinos representantes de los derechos
sociales que van más allá de la defensa de su autonomía universitaria, recursos
presupuestarios y reivindicaciones propias de quienes en el futuro serán el
nervio y motor del desarrollo del país. Negarlo sería una evidente mezquindad
de parte de la sociedad civil.
El filósofo español Fernando Savater, en
reciente entrevista en ciudad de México, planteó una diferencia entre autoridad
y tiranía. La tiranía quiere que todo el mundo se desarrolle bajo un manto
protector e intimidatorio, que todo el mundo esté arrodillado, mientras la
autoridad bien entendida, lo que pretende es ayudar a crecer, dijo. Y
respondiendo a una pregunta acerca de las amenazas a la democracia, afirmó que
más que por el autoritarismo y el totalitarismo, hoy la democracia está
amenazada por versiones degradadas de ella misma, por ejemplo el populismo. Se
refirió también a la cleptocracia, a la impunidad y a lo que significa “el
hecho de que la gente vea que las leyes están hechas para saltárselas, como
aquella vieja metáfora de la red que atrapa a los peces pequeños porque los
grandes las rompen y se van”.
Las palabras de Savater recogidas por las
agencias noticiosas internacionales plantean un punto de reflexión para
nuestros países, amenazados por la tendencia al pensamiento único, que impide
contrastar y crecer, a veces confundiendo democracia con populismo y
permitiendo que la impunidad impida luchar contra la corrupción.
La democracia requiere pensamiento crítico,
ciudadanía activa y diálogo permanente, y eso se construye cada día, con el
esfuerzo y sacrificio de todos y estas premisas la están ejecutando los jóvenes
de esta generación, cuya acción indudablemente será de necesaria referencia en
las páginas de nuestra historia contemporánea.
Miembro fundador del Colegio Nacional de
Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com // @_toquedediana
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Por fin, alguien que da un justo y digno reconocimiento a los valientes estudiantes.
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