Acaba
de cerrar el primer semestre del año y nuevamente la cifra de cadáveres que ingresaron
a la morgue nos golpea la cara.
Detrás
de una estadística tenemos una gran reflexión que hacer como venezolanos
comprometidos con nuestro futuro.
Por
una parte, toca a este gobierno explicarnos por qué iniciaron un nuevo plan.
Dicen que sacaron a los guardias a la calle, mandaron a censurar a los medios
de comunicación, transmitieron horas y horas en televisión, discursos sobre el
tema y aún así la cifra no cambió, peor aún, aumentó.
No
es una simple cifra. Detrás de cada número está una historia personal que no
logró ser concretada porque alguien, por los motivos que fueren, decidió acabar
con su vida y cambiar el curso natural de la historia de un ser humano.
Ya
sabemos que este gobierno no está interesado en resolver el problema de la
violencia en Venezuela. Nos lo dice a gritos con sus acciones.
Para
ellos el pueblo tiene un solo fin, un fin utilitario. Si les funciona lo usan
en su discurso, del resto se empeñan en maltratarlo. Si alguien se atreve a
quejarse, a alzar su voz o a pedir lo que necesite, lo mejor que puede pasarle
es ir a la cárcel.
Si
alguien se atreve a quejarse, a alzar su voz o a pedir lo que necesite, lo
mejor que puede pasarle es que le expulsen del auditorio por saboteador. Ha
sido ése el destino de quienes en el sonado gobierno de calle han manifestado
su descontento porque las soluciones no llegan. También hemos conocido el
resultado de la súplica de otros como el señor que le tocó recibir una paliza
en manos de los escoltas de un ministro cuando se acercó al restaurante donde
éste se hallaba cenando para también pedir una casa.
Viven
de la incoherencia y nos quieren robar el futuro como ya se han acostumbrado a
robar tantas otras cosas.
Pero
más allá de la descripción de un flagelo nos impulsa el deseo del cambio, el
compromiso por un futuro mejor para los venezolanos y para ello contamos con el
mejor instrumento para hacerlo: la verdad. Esa misma verdad que nos impulsa día
a día, a pesar de adversidades y atropellos, a seguir luchando desde nuestro
espacio.
Pero
no es esta una única tarea de los políticos, quienes decidimos ser la voz de
millones de venezolanos, también lo es de los ciudadanos. No nos podemos
acostumbrar a ser un número más, a estar dentro o fuera de la estadística de la
violencia. El pueblo debe reclamar su papel protagónico como motor del progreso
de la nación.
En
tiempos en los que celebramos un año más de nuestra independencia nuestro grito
activo debe reflejar la verdad: este modelo de gobierno se agotó.
El
pueblo debe reclamar su papel protagónico como motor del progreso de la nación
armando.briquet@gmail.com
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