Es indudable que después de las elecciones
presidenciales del 14 de abril pasado, la oposición política venezolana ha
empezado a recorrer un camino con destino; una ruta política que aunque aparecía
en el mapa de siempre, de toda la vida, estaba sin embargo extraviada.
FALTAN AQUI GLOBOVISION Y LA CADENA CAPRILES |
Por primera vez en estos catorce años, la
oposición arranca con una campaña política que si bien está motivada por
aquellos resultados electorales, no tiene un objetivo inmediato meramente
electoral. Nos referimos obviamente, a la ofensiva informativa y diplomática que tanto el excandidato
Capriles, como varios parlamentarios y dirigentes de los partidos políticos
contrarios al régimen, han desplegado, internamente dentro de Venezuela e
internacionalmente, fuera de ella, por diferentes países del continente
americano. La inactividad es lo peor que le puede pasar a la dirigencia
política de un país, y recorrer calles, pueblos y ciudades llevando su mensaje
es lo que les corresponde, más aun cuando se aspira a ocupar posiciones y cargos de representación
popular. El contacto con el elector es, por lo tanto, fundamental.
Este contacto cuando se hizo en el pasado,
fue casi siempre con ocasión de un evento electoral primario o secundario, lo
que condujo a que el mensaje estuviese subordinado a dicho fin y no
transmitiese principios programáticos o
valores socioeconómicos, que quedasen grabados en la gente, como propósitos
postelectorales. Lo que tal vez para una parte de la población que tenía muy
claro que el objetivo inmediato era
salir de Chávez por medio del sufragio, se hacía por lo pronto, innecesario.
Pero había otra para la cual el asunto no era tan simple y que requerían una
propuesta diferente. Nos referimos a esa porción inmensa de venezolanos que no leen los periódicos, o que cuando leen la
prensa escrita prefieren los deportes o la farándula, que tienen similares preferencias en la
televisión o en la radio, que no están en las redes sociales y que no tienen
acceso a internet. Basta con saber cuantos periódicos se venden diariamente en
el territorio nacional y cuantas personas manejan internet, para darnos cuenta
de que a quienes les puede llegar el
mensaje de la oposición por esta vía,
constituyen una inmensa minoría.
Por esta razón, pensar que el cierre de un
canal de televisión como RCTV hace unos años, que la autocensura que se han
impuesto muchos medios desde hace ya un
tiempo, o que el cambio en la línea editorial de Globovisión,
constituyen un obstáculo insalvable para la oposición, es un error. Oposición
política no es exactamente lo mismo que hacer política de oposición y aun cuando la televisión y la prensa son
instrumentos vitales para la libertad de expresión en general, no podemos
confundir el fin con los medios.
Posiblemente, más que una desventaja o limitación, que por
supuesto la hay, tengamos aquí una oportunidad insospechada para que el
contacto con la masa, con la gente, con el pueblo, con la ciudadanía o como queramos llamar al votante, se haga de
ahora en adelante, por parte de los partidos
políticos a los que le corresponde ese rol, en forma constante y
permanente, de manera más personal y más directa, que permita convertir los
objetivos electorales en verdaderos programas y metas políticas. La oposición
sin medios críticos es, a pesar de todo,
posible.
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