Las
opiniones sobre el conflicto universitario están sujetas a restricción, según
Maduro. Ni siquiera quienes tienen autoridad para llamar la atención sobre el
entuerto pueden intervenir, de acuerdo con lo que dijo sobre unas declaraciones
del rector de la UCAB en torno a los problemas de la educación superior.
“Los
ucabistas no tienen vela en este entierro”, sentenció, como si pudiera
establecer una prohibición relativa a un asunto que debe no sólo provocar la
preocupación de cualquier ciudadano, sino especialmente de quienes lo conocen
desde su intimidad por razones de experiencia y oficio. Estamos frente a un
juicio temerario, pero también explicable, si consideramos otra opinión que no
ha dejado de repetir.
En
efecto, se ha atrevido a hablar de las “universidades de derecha” que han
torcido el conflicto de las altas casas de estudio para convertirlo en un
propósito político. Es lo más peregrino que pudo manejar en sus declaraciones
sobre un asunto crucial para la sociedad. Las universidades venezolanas, pero
también las otras del exterior en la mayoría de los casos, son todo lo
contrario. Lugares de debate y regazos de la libre expresión de las ideas, sólo
mediante la negación de su esencia pueden convertirse en expresiones de una
orientación que, según se considera generalmente, pretende evitar la
metamorfosis del entorno que las rodea. Apenas un vistazo de la rutina de
cualquiera de las universidades autónomas, pero también de las privadas,
demostraría la evidente enormidad de una declaración que las identifica como
promotoras de la petrificación de una colectividad a la que se deben y por cuyo
desarrollo se han batido desde sus orígenes. Son demasiadas las luchas, las
algaradas, los gritos atronadores, las publicaciones, los sacrificios, las creaciones
científicas, humanísticas y artísticas de las universidades venezolanas, para
que ahora, porque no tiene mejor argumento que el habitual cliché, alguien las
quiera exhibir como heraldos del conservadurismo.
Lo
cual no quiere decir que desde esta columna se nieguen los derechos que el
conservadurismo tiene para señalar lo que le conviene a la sociedad. Todo lo
contrario, desde luego, pero ahora sólo es aconsejable detenerse en lo que
Maduro dispara como una descalificación cuya meta es el ocultamiento de un
objetivo buscado por el régimen en la última década: la negación de la
actividad intelectual que lo adversa, la guerra contra las personas que piensan
con cabeza propia, el miedo a una “artillería del pensamiento” formada con
método y disciplina para dar en el blanco. Como esa “artillería del
pensamiento” se fortalece en la cátedra universitaria y se convierte en arma
temible poco a poco en los pupitres, ¿por qué no desacreditar a quienes la
crean y a sus discípulos?, ¿por qué no exhibirlos como representantes de la
reacción frente a las intrépidas novedades de la “revolución”? No debe
olvidarse que, tras el pretendido descrédito, se oculta un plan para intervenir
los hábitos más respetados del claustro con el objeto de convertirlos en un
revoltillo movido por individuos y asociaciones incompetentes para la función,
pero orientados a la anulación del peligro que supone un sector intelectual
formado por individuos a quienes difícilmente se les puede meter gato por
liebre. Mientras el Gobierno regatea los salarios de los profesores, también
busca la forma de que los empleados y los obreros de las instituciones, y
además los representantes de asociaciones comunitarias sin nexos con la
educación superior, ni con otro tipo de educaciones, les digan qué hacer y qué
no hacer en su trabajo.
De
allí su ataque al rector de la UCAB, como si a un investigador de trayectoria
le estuviera vedado hablar de lo que sabe. Lo mismo dirá de otra autoridad que
ejerza funciones en instituciones “de derecha”. Tiene la necesidad de negar
unas cualidades relativas a la formación profesional y al entendimiento no
ideologizado de la realidad, que estorban sus designios de intervención de la
actividad universitaria. Por eso habló de “este entierro”, sin caer en cuenta
de lo que decía. En el fondo los quiere sepultar, a ellos y a lo que
representan, con velas y todo. Su pelea es con las luces.
eliaspinoitu@hotmail.com
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