“… hay que prepararse para nuestro mundo incierto y esperar lo inesperado" Edgar Morin
Al incidir poderosamente sobre la física
cuántica el físico alemán Werner K. Heisemberg no podía esperarse décadas
después que el “principio de la incertidumbre”, que le había merecido el Premio
Nobel, sería considerado como herramienta de análisis de las ciencias sociales.
El principio de la incertidumbre asegura que
es imposible medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento
lineal de una partícula.
He venido insistiendo a lo largo de los años
que no podemos partir de una concepción determinista de la historia ni de una
visión lineal de los acontecimientos ni de realidades que nos parezcan
insuperables. Las realidades son sólo probabilidades que pueden hacerse
realidades según la voluntad de los actores.
Si lográsemos entender, al fin y al cabo este
es el siglo XXI, que no existen modelos fijos e invariables, pudiésemos
comenzar a proceder con la convicción de que el sistema que buscamos lo debemos
hacer con lo que hemos llamado una interrogación ilimitada y que las realidades
son producto de una partícula que llamaremos “búsqueda” que deberá ser siempre
incierta y que no se mueve linealmente. Otra cosa no es el principio de la
incertidumbre.
La construcción requerirá siempre de
pensamiento complejo, uno que por serlo, sabe de las diferencias y de los
conflictos siempre existentes, pero que hay que domeñar –principio no
comprendido en la Venezuela actual- para la construcción de un proyecto
común que permita una unidad social.
La percepción de una realidad como
insuperable nos lleva a sembrarnos en ella dejando de lado la conciencia del
movimiento comunitario que permite salir de las fronteras de la percepción
cotidiana. Concluimos, partiendo de un análisis político simplista, mediocre y
elemental, que si esa realidad nos muestra opuestos irreconciliables, pues
siempre será así.
La incertidumbre no es otra cosa que la
convicción de que la realidad no es previsible, lo que nos lleva, en
consecuencia, a concluir que sólo pueden ofrecerse conjeturas. La realidad es,
pues, una contingencia y nuevas realidades son posibles. Como podría argumentar
cualquier reflexión filosófica sobre la física cuántica los humanos
materializan propiedades de una sociedad porque han elegido medir esas
propiedades. En otras palabras, en la física clásica el observador estaba en
una especie de laboratorio protegido. En términos de física cuántica el
“observador” es partícipe activo. Al igual, en términos cuánticos, un instante
es producto de los factores de ese instante que constituyen la realidad de ese
instante. Ese instante es un impulso de vida no fragmentable para su
explicación, pero instrumento indispensable para un cuerpo social “atractor”
que actúa sobre las posibilidades.
Si lo queremos poner en términos políticos lo
que llamamos realidad se hace rígida por la forma en que la pensamos. Debemos
mirar, entonces, la realidad, como una posibilidad de creación. Por supuesto
estamos hablando en términos de ciencias sociales y no de la infinita gama de
la vida de cada ser humano. En términos sociales lo que señalamos es una
sociedad enquistada en el segundo presente que a sí misma se convierte en
ejemplo de a-crítica mientras se cree actora de un movimiento de resistencia.
Lo que le sucede a la Venezuela actual es una
asunción inconsciente de los factores circunstancialmente vencedores que la
hace sumirse como pilar de ese modelo. Más aún, cree que la salida está en
volver a los del pasado, manifestándose así como un observador protegido en el
ayer y no como un participante capaz de crear vida. En otras palabras, la
Venezuela de hoy desconoce una de las enseñanzas claves de la física cuántica:
la interrelación entre pensamiento y realidad. Todos los experimentos
neurológicos han demostrado que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve
y lo que imagina lo que quiere decir “fabricamos nuestra realidad” desde
nuestras experiencias o, lo que es lo mismo, desde nuestras emociones.
Para volver a Heinsenberg, creador para la
física cuántica del principio de la incertidumbre, la materia no es estática ni
predecible, los átomos no son cosas sino meras tendencias de manera que hay que
pensarlos como posibilidades de la conciencia.
tlopezmelendez@cantv.net
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