La violencia en Venezuela se ha ido formando
con los años, cuando y desde que los originales motores del actual gobierno
(Venezuela-Cuba) encendieron la luz roja para detener la democracia y abrir
paso a un sistema autoritario e inspirado en la mentira y el control de toda la
vida social del país. Así fue como paso a paso los venezolanos perdieron la
capacidad de impedir los atropellos de una época, permitiendo la entrada del
miedo y la violencia que marca la bota militar.
Sin embargo, no todo dura para siempre y ante
el paulatino fracaso de la causa, hoy una mayoritaria población de electores,
cansados de la mentira, abusos e inseguridad, hablaron con su voto para
levantarse del letargo. Ahora se espera que la otra mitad de la población haga
lo propio.
En el drama actual, son variadas las formas
de violencia que se manifiestan y Venezuela encabeza la lista de los más violentos
del mundo. En el país es más fácil ser delincuente que ser empleado público o
privado. Peor aún cuando el gobierno considera como “panas” o “muchachos de la
delincuencia” a los que tienen conductas torcidas y los califica como sus
“fieles camaradas”. Hace rato que en Venezuela no se hace política y se aplica la politiquería en
sintonía con el llamado Plan de la Patria.
“Muéstrame un hombre que no se tome la molestia de hacer cosas pequeñas y yo te enseñaré un hombre al que no se le pueden confiar cosas grandes”, se puede leer en la sentencia del libro sagrado.
Desconocer la verdad es una manera deliberada
de provocar la violencia. La numerosa policía que existe en el país, en estados
y municipios, nunca está presente al momento de un asesinato, siempre llegan
después de la tragedia, a veces
demorados o se hacen la vista gorda. El desconocimiento también es claro cuando
se inventa una Comisión Mixta regional que “investigará los daños causados a
familias, instalaciones públicas y privadas, por la violencia generada durante
las recientes elecciones en el estado Nueva Esparta”, pero no incluye
investigar a los agresores que causaron daños físicos a diputados de la región.
Con la actuación de la falange se vio, días
atrás a través de la pantalla de televisión, un violento circo al estilo
romano. Allí fueron atacados con puños los parlamentarios en la sede de la
Asamblea Nacional, a la vista del César, por negarse a reconocer a Maduro
presidente y protestar con pitos por no concederles el derecho de palabra; mientras
tanto ese mismo día, el gobierno anunciaba por cadena nacional, las funciones
de un circo canadiense para agregar más politiquería.
De esta y otras maneras, la violencia ha
tenido sus semillas sembradas en la familia, en las escuelas, con los apagones,
las divisas, en los supermercados y en la ruina total de este pobre país que
refleja la debilidad institucional del gobierno y su falta de tolerancia y
respeto hacia la disidencia. Fumigar la causa o seguir con el circo. Ahí está
el dilema de alcance nacional e internacional.
Susana Morffe
www.desdelaisla.hazblog.com
@susanamorffe
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