Ascender a la Primera Magistratura trae
consigo derechos y sobre todo obligaciones, son compromisos inherentes con la
función de personificar una Nación.
El Presidente de Venezuela es a la vez el
jefe de Estado y de Gobierno, dirige el Poder Ejecutivo y es Comandante en Jefe
de la Fuerza Armadas Nacionales. Es considerado el funcionario público nacional
de mayor jerarquía. Su prioridad es la soberanía nacional y la integridad
territorial.
Por allí comienza la cosa, se trata del
primer servidor público, por lo tanto está obligado a salvaguardar la
legalidad, la honradez, la lealtad, la imparcialidad y la eficiencia en el
ejercicio de sus funciones.
Es responsable de los servicios que le son
encomendados, de su buen funcionamiento y de la suspensión o deficiencia de
ellos. Por supuesto está obligado a no abusar, ni a utilizarlos de forma
indebida o para su provecho personal.
Debe estar atento a que los planes y
programas implementados sean útiles a los ciudadanos del país, respetando la
normativa jurídica en vigor. Es evidente que los recursos que se destinan para
ellos son propiedad de la Nación y no para su provecho privado.
Todo servidor público debe observar buena
conducta y debe tratar con respeto, eficacia y rectitud a sus conciudadanos,
quienes son en definitiva quienes lo nombraron.
Debe ser celoso y eficaz en su actuación,
abstenerse de aceptar o recibir beneficios económicos en el marco de sus
obligaciones, directamente o por persona interpuesta.
En definitiva debe ser un ejemplo, pero que
lejos nos encontramos de esa realidad en Venezuela.
En los 14 años del gobierno anterior y en lo
que va del ilegitimo, la presidencia ha olvidado que la Constitución vigente en
sus artículos 236 y 237 lo obliga a cumplir y hacer cumplir la Constitución y
las leyes.
En todos estos años se ha pisoteado la
separación de los poderes públicos, se han creado fuerzas militares fuera del
ordenamiento jurídico constitucional, se han tomado decisiones en el parlamento
destinadas a cambiar las estructuras del país, sin que se respete la mayoría
calificada exigida por la ley.
Se ha endeudado a Venezuela con regalos
millonarios y contratos contrarios al interés nacional, se han aprobado
instituciones jurídico-políticas territoriales, contrarias a las gobernaciones
establecidas en la Constitución Nacional
Y lo peor de todo, se ha colocado la
soberanía, la seguridad y la defensa de la Patria, en manos del gobierno
extranjero de los hermanos Castro.
La Primera Magistratura ha dejado de ser un
ejemplo a seguir, ha perdido la majestad del cargo, ha dejado de ser un símbolo
de respeto y unidad nacional, para convertirse en una especie de verdulero que
grita, ofertas, rebajas,… insultos, expropiaciones y condenas judiciales. Que
transmite un mensaje de odio y de división entre los venezolanos. Terminando
hoy en días con visiones y apariciones esotéricas.
Una actitud contraria al gentilicio nacional,
en Venezuela cualquier padre o madre de familia se ha preocupado siempre por
darle lo mejor que pueda educación a sus hijos, hoy en día con razón se
pregunta, si dejar escuchar las alocuciones de los funcionarios no será
contraproducente en la educación de los menores.
¿Que presenciamos los venezolanos?, en primer
lugar el uso y el abuso de las cadenas de la televisión, servicios públicos
puestos al servicio de un partido y convertidos en medios censores y acusadores
de la mayoría de los ciudadanos. Los estudiantes, obreros, políticos,
sindicalistas y hasta la iglesia son el blanco del atropello gubernamental.
Vemos ministros vociferando que no le importa
lo que digan las leyes y que expulsaran de sus trabajos a los que no votan por
ellos, a una incompetente afirmando que tiene una celda lista para el verdadero
triunfador de las últimas elecciones fraudulentas.
Evidenciamos la poca capacidad de abstracción
de ciertos políticos, que silban por falta de léxico. Escuchamos burlas,
ironías, malas palabras y violaciones a la ley desde la Asamblea Nacional.
Sobre todo escuchamos el “ensordecedor
silencio” de Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia, de
la Defensora del Pueblo y de todos los organismos contralores de la república,
cómplices de la situación.
En nuestro país la muerte nos visita por la
prensa, miles de vidas que se pierden en manos del hampa desatada. A través de
ella y por la experiencia diaria, nos enteramos de la inflación galopante y de
la falta de alimentos.
Observamos también como violan las leyes
impunemente, como irrespetan los derechos humanos, la corrupción que los ha
enriquecido escandalosamente y encima se ríen de nosotros, llegando a afirmar
que controlan el secreto al voto.
Todo eso viniendo de quienes deberían ser un
ejemplo y un símbolo para el pueblo de Venezuela.
Este país hay que refundarlo, con valores
propios, sencillos, auténticos como nuestro pueblo. Quien ha dicho que lo
popular debe ser vulgar o reñido con una vida familiar y cristiana. Tenemos que
recuperar la honestidad como principio de vida.
Debemos volver al funcionario idóneo, que
ocupa un puesto por que está preparado y no porque se es una ficha del partido,
tenemos que encontrar de nuevo las carreras profesionales, insistir en mejorar
la educación, acabar con la improvisación y el oportunismo.
Tenemos que generar empleos y producir
alimentos e invertir el dinero del petróleo en nuestro bienestar.
No podemos seguir aceptando espectáculos como
el permitido por Cabello en la Asamblea Nacional, la agresión a los diputados
de la oposición ante la mirada complaciente de su Presidente, nos disminuye
como seres humanos. Es el leguaje de la fuerza bruta y la violencia lo que
impera cuando escasean las razones.
La sangre corrió en el rostro de los
parlamentarios de oposición, esa sangre la vimos todos, ese dolor y esa
humillación la sintió cada uno de nosotros, ella alimenta ahora nuestro deseo
de cambio.
Es ahora un ejemplo y un símbolo de lo que no
queremos ser. Es un grito al mundo para denunciar lo que aquí sucede. Es sangre
que brota de nuestro patriotismo, es un compromiso de todos para recuperar
nuestra soberanía, entregada a los Castro por los traidores a la Patria.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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