“Aquello
que es moralmente reprobable, nunca puede ser políticamente correcto.” Abraham
Lincoln
Los recientes acontecimientos vividos en el
país demuestran claramente que a Venezuela le ha caído una banda de aves de
rapiña instalada en el gobierno con total impunidad. La palabra rapiña viene
del latín rapina (arrebato, robo, pillaje, expoliación, saqueo).
La rapiña oficialista presenta dos fases
interconectadas, una, la corrupción propiamente dicha, manifiesta en el robo
descarado de los bienes nacionales por quienes ostentan el poder, y la otra
fase es la degeneración o prostitución de las instituciones del estado,
obedientes al ejecutivo, lo que facilita la práctica ininterrumpida de la
rapiña y la impunidad, así, la situación del país se agrava día a día.
El castrocomunismo imperante es la
legalización de la codicia, de la rapiña y la impunidad, es una aberración de
la lógica política y no el motor para el desarrollo del país, catalogado hoy
como el más corrupto de Suramérica. La decepción y la indignación están a flor
de piel.
La sociedad sabe que el enemigo está dentro y
que las promesas, el sentimiento de víctima y el abuso mediático ya no pueden
tapar el fracaso del gobierno.
Los casos de corrupción gubernamental son
éticamente inaceptables pero también son inevitables en los gobiernos
totalitarios. El desprecio al estado de derecho socava la confianza en el
gobierno y pone en riesgo el sistema político-económico nacional. Los últimos
acontecimientos denotan que la complicidad
institucional y la rapiña se han convertido en la columna vertebral del
gobierno.
Las denuncias del vocero oficialista con su
jefe cubano demuestran la deshonestidad, la amoralidad del gobierno. El entorno
oficialista ha adoptado un patrón de comportamiento sobre el hacer riquezas y
usurpar el poder de cualquier manera, aunque sea violando la ley, lo que
vaticina que las impunes aves de rapiña sobre Venezuela continuarán siendo
apoyadas oficialmente por las Instituciones del Estado.
Implantada desde el gobierno la rapiña como
modo de vida, es prácticamente imposible cambiar hábitos e inculcar ideales
sanos.
El político corrupto es degenerado e
irredento. No obstante lo anterior, existe una esperanza. La esperanza está en
la capacidad del pueblo de reaccionar con inteligencia.
Es necesario interiorizar que la rapiña
oficialista está íntimamente ligada a la violación de los derechos humanos. Es
corrupto calibrar el “éxito” de una carrera gubernamental sobre elecciones
ganadas, cuando esas elecciones son un fraude continuado que impide la
legitimidad del supuesto ganador. El
título de este artículo lo tomé del libro “Aves de rapiña sobre Venezuela”
escrito por Juan Bautista Fuenmayor bajo el seudónimo de Norman Dupray en 1958,
con actual vigencia dados los acontecimientos amorales que azotan al país.
ffacchinb@gmail.com
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