Este fin de semana fue muy frondoso. De
nuevas ofertas, de nuevos milagros. Es una lástima que el señor Maduro parece
no caer en la cuenta de que millones de sus compatriotas hace ya tiempo que no
creen en las maravillas que el poder promete.
Si no creen en "gallineros
verticales" ni en "cultivos hidropónicos", menos razones tienen
para creer en "trenes de cercanías" y demás zarandajas. Ya nos
hartamos de oír sobre represas y planes faraónicos que transformarían los
llanos de Venezuela, así que no nos vengan ahora con los miles de millones que
harán maravilla esos sueños de Caracas conectada por todas partes.
Que el señor de Odebrecht imagine esa obra
cumbre que superará lo hasta ahora visto en la ingeniería mundial y que en su
portuñol nos transporte a ese momento sublime, es comprensible. Como que
comienza a hacerse realidad lo que el efusivo abrazo de la señora Rousseff
prometía: los brasileños haciendo el milagro de construir lo que el chavismo es
incapaz de realizar. Lo que pasa es que ya la mayoría de este país no cree en
nada de eso, así que, señor gerente, no pretenda hacérnoslo tragar. Pero es
que, además, si Chávez en catorce años no pudo realizar nada de lo que
prometió, ¿cree usted que su "hijo" lo hará en poco más de dos años?
Felicitaciones. Nosotros no creemos en nada de eso.
¿Y en qué es lo que creemos? Pues, aunque Ud.
no lo crea, en lo que vemos, sentimos y padecemos. Vaya y dése una vueltica por
el país y llegará a la misma conclusión. Sobre todo, dése un paseíto por
automercados, abastos y las bodegas que aún quedan. Allí está la verdadera
Venezuela, y sus verdugos.
Allí se enseñorea el no hay y el eso vale
tanto. O si prefiere la jerga científica: el desabastecimiento y la inflación,
las dos hermanas siamesas que pueden acabar con cualquier gobierno, mucho más
con uno que simula gobernar.
Permítame que traiga a su consideración las
aleccionadoras páginas que a esto dedicó el gran periodista norteamericano
Theodore White cuando escribió su veredicto sobre el gobierno de Chiang
Kai-shek en la China de los años 30 y 40 del siglo XX. "La inflación,
afirma, es la obsesionante peste que persigue a todo un país. Es la escondida
amenaza que un gobierno desorganizado siempre genera como espada de Damocles
sobre aquellos que intentan planificar, ahorrar y actuar con prudencia. Ser
honestos en nuestros tratos diarios en medio de una inflación desbocada no
tiene sentido y cancelar deudas a tiempo es una locura".
En una situación tal, prosigue,
"cualquier funcionario se aprovechará de su posición, hasta que llegue el
derrumbe irreversible que ya no puede ser ocultado". Y concluye:
"cuando la dinastía Song de China (960-1125) creó el papel moneda, que
pretendía pasar como dinero, terminó embarcándose en una ruta que nadie podía
controlar. Por ello colapsó en una implosión inflacionaria, como luego lo haría
la dinastía mongol que la sucedió. Desde entonces, cada vez que un gobierno ha
perecido lo ha hecho en un paroxismo inflacionario, en una tormenta de papel
moneda inútil. Y eso se debe a que ese papel no vale nada, pues su valor sólo
proviene de la fe que se tiene en el gobierno que lo imprime." (In Search of History, A personal Adventure, Warner Books, N.Y., 1979).
Esta es la única realidad que los venezolanos
conocen hoy, y ésta tiene mucho que ver con el señor Maduro. Desde que se
encargó todo se ha evaporado de los anaqueles y lo escaso vale ya un ojo de la
cara, pues no hay nada más cruel que la acción combinada de las siamesas.
Lo escaso, cuando asoma la nariz, es
incomprable y todo mundo comienza a comportarse extrañamente, porque piensan
que pueden sacar mejor provecho de lo que guardan con celo. Y primero que nadie
los funcionarios, a quienes su oficio y experiencia les convierten en los
peores predadores de la comarca.
Venezuela está hoy sin comida, sin
medicamentos y sin repuestos para todos los aparatos necesarios, mientras los
precios de vivienda, electrodomésticos y vehículos se disparan enloquecidos.
¿Cree el oficialismo que estas malvadas siamesas les permitirán gobernar? ¿En
qué país, en qué época?
Y mientras, el tiempo corre, los problemas
empeoran y las soluciones se "invisibilizan". El país ya no es aquel
que Chávez lograba controlar, o por lo menos donde se permitía el lujo de
postergar cualquier solución. Por cierto, ¿se han dado cuenta de lo difícil que
ahora resulta entonar socarronamente el estribillo "no hay un 11 sin su
13", desde que vivimos el asombroso 14 de abril?
antave38@yahoo.com
(SU ARTICULO POSTRERO DEL MIERCOLES 15 DE ABRIL DE 2013)
El profesor y sociólogo venezolano Antonio
Cova falleció a la edad de 74 años en la ciudad de Caracas este miércoles 15 de
Abril, cerca de las 9:00 am. Sufrió el pasado martes un infarto del cual no
logró recuperarse.
Una persona excepcional hoy ha dejado a este
mundo, pero a nosotros nos ha dejado muchas enseñanzas de vida y siempre lo
recordaremos, mi más sentido pésame a todos sus familiares y allegados.
Antonio Cova, mi estimado Profesor. Al final
nos vamos sin dejar nada, pero tú dejas tus obras, familia, amigos discípulos y
la influencia por las ideas que has manifestado. ¡Tú Legado de Libertad!
Nota de Raul Amiel con la cual somos
solidarios todo el equipo de El Republicano Liberal
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