«Enfada la tragedia de tener que padecer a
tipejos auto-investidos de comandantes supremos: porque, alguna vez, sólo
fueron humildes candidatos sin las ocultas (malas) intenciones que los
ilegitiman al mando y cuyos actos están dirigidos a transformar los Asuntos de
Estado en materia fecal»
Hasta donde lo que presumo mi lucidez me
advierte y dicta, no alucino sintiéndome vivir en el curso del Siglo XXI.
Experimentamos la existencia luego de más de doscientos años de la llamada
«Ilustración», asombroso suceso que produjo profundas e irreversibles
transformaciones en Europa (n. XVIII/XIX).
Pero, en realidad, la Ilustración no
falleció sino que se convirtió en Modernismo y post-Modernismo (a los cuales la
Cultura, Ciencia y Tecnología fortalecería). Hasta donde mi quizá «Razón
Suficiente e Inmutable» me advierte y dicta ulterior a mis indagaciones, hace
más de una centuria que ciertas e infames «dignidades» han sido preteridas o
abolidas entre quienes se han instruido: la «Dignidad de Omeya» (fundador del
Califato), la «Dignidad de Monarca», la
«Dignidad de Patriarca», la «Dignidad de Aristócrata», la «Dignidad de Duque»,
la «Dignidad de Autócrata», la «Dignidad de Conde» y otras conexas.
Durante el Siglo XX, esa intesta «Dignidad de
Comandante Supremo» fue una patraña inventada por «dictadores» de mucha o poca
monta (según los casos). «Comandantes Supremos» se hicieron llamar los
genocidas HITLER, MUSSOLINI, STALIN, GADDAFI y ese tal e insepulto CASTRO RUZ
(entre otros) gracias a sus respectivas cofradías de corrompidos civiles y
tropas mercenarias de criminales. Un antiquísimo adagio chino enseñaba que «[…]
ninguna persona es -ni podría ser- superior a otra […]». Lo cual es una
perogrullada, porque no necesitamos formarnos filósofos para comprenderlo.
Nadie estaría en condiciones de afirmarse «aventajado» con respecto a otro, aun
cuando se arrogare «superioridad» virtud al Bufonariado que lo sostuviese en
funciones de mando.
No atribuyo la Preponderancia de la Razón a
los intelectuales franceses que instigaron, legítimamente, insurrecciones a
finales del XVIII (MARAT, ROBESPIERRE, DANTON, et.) por cuanto en la Grecia
Antigua ya hubo ciudadanos dirigidos por «poliarcas». La Poliarquía fue una
auténtica gubernatura de muchos. Distinta al engendro de reyezuelos del
«Común»-«Ismo» denominado «Dictadura del Proletariado». Bajo cuyos regímenes
jamás ningún «individuo de perrería» co-gobierna junto a ellos. En sus
convites, así «canallean» sobre quienes no somos «pudientes» ni ejercemos
«funciones de gobierno».
Ojalá la DRAE me aceptase el verbo (neologismo)
«canallear» por conspicuo y exacto. La de dieciochescos y cultos franceses
contra el monarca de turno no fue una «Revolución», sino una bochornosa
«Masacre». Empero, obligó a los racionalistas europeos a meditar sobre la Vida
y Muerte sin previa consigna criminal. Hubo quienes decapitaron a los
degenerados padres de la interruptus, de la metamorfosis del Sujeto-Bestia en
«Hombre Nuevo». Aunque tendrían, primero, que padecer a un nuevo (Bona)
Mala-parte.
Ciertamente, en mi condición de ciudadano
libre y respetuoso de las leyes y la Preponderancia de la Razón, exijo a todos
los infractores que «canallean» en Ultimomundano que suspendan expresiones que
ofenden a la Inteligencia.
Cuando sistemática y ridículamente afirman obrar
conforme a los deseos de un «Comandante Supremo», no imaginan cuán lunfardos
lucen ante la Civilización.
@jurescritor
jimenezure@hotmail.com
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