La
transición se da con los signos aparentes que creen disimulan algo a otros que
disimulan que no hay nada, para utilizar una expresión grata a Jean
Baudrillard. Toda simulación implica un
regreso. Esta simulación extrema bien la podemos definir entonces como una
disolución del poder mismo, pues los nuevos factores determinantes se mueven
con la apariencia y la apariencia dejarán cuando los simuladores ya no puedan
crear la ilusión de una realidad. Esta campaña electoral dramática por su vaciedad
bien puede ser definida como una transición de lo real a lo hiperreal.
Hay
nuevos determinantes del poder, no ya tan nuevos, pero con la novedad de asumir
su papel de manera abierta. En Venezuela los militares son el principal partido
de gobierno, son las tutelas del poder. Eso que algunos venezolanos confunden,
en una expresión muy criolla, con “jalabolismo” no es otra cosa que el
remarcaje de la tutela. Es evidente con las continuas declaraciones y con las
respuestas que se hacen a denuncias, falsas o verdaderas, sobre injerencia
militar en movilizaciones el día electoral. Los militares hacen saber que el
régimen se sostendrá por su presencia activa.
Eso
equivale a un “efecto realizado”, para seguir con la terminología de
Baudrillard, dado que la oposición denunciante debería saber y admitir que su
acción electoral y sus denuncias se estrellan contra el verdadero factor
tutelar que a diario hace gestos en una especie de modelo repetitivo y
manifiesto que encarna la verdadera simulación de poder. La política y el poder
mismo pierden así todo su contenido y funciones para convertirse en un modelo
de espacio simulado cuyos actos y efectos serán vistos el día del simulacro
electoral.
Paralelo
al tutelaje militar existe uno popular, en simbiosis, lo que es llamado la
unión cívico-militar, que mejor debería ser definido como militar-cívico. En la
terminología de Ceresole ejército-pueblo-caudillo, sólo que este último
desapareció y para cubrirlo se recurre a su última voluntad, esto es, frente a
la inexistencia del poder se recurre a la simulación.
Está
claro que la oposición también simula en una permanente acción defensiva que,
apenas ahora, incluye la denuncia, una que pareciera señalar como equivocada
sus acciones y errático su proceder. Inobjetablemente, aceptadas las denuncias,
habría que reconocer que los partidos agrupados en la MUD y su candidato
presidencial no deberían estar en este proceso regresivo que alcanzará su
máxima expresión al conocerse los resultados electorales previsibles.
Hablaba
de un tutelaje popular que resulta
obvio. Hay un pueblo que alcanzó protagonismo y una clase media emergente,
sectores beneficiados por la acción social y un factor mágico-religioso muy
fuerte, no dispuestos para nada a arriesgar lo alcanzado. En este cuadro donde
siente la solidaridad de las Fuerzas Armadas no se puede recurrir a la
generalización de algún asesor experto en guerra sucia para simplemente
mantener a los fieles. Sigue faltando el elemento que permita modificaciones en
la sólida estatificación de los bloques.
Esta
campaña electoral está marcando un hito muy peligroso, la desaparición de lo
político y su sustitución por una simulación. Desde el poder escasea la
realidad y por ello se ofrecen signos de realidad. Desde la oposición se
produce una unión en torno a la desaparición, una que se concreta en el
lenguaje de conservar la apariencia. Si no pudiese ir a elecciones, o decidiese
no hacerlo, dejaría de producir signos de realidad, dada su impotencia de
producir realidad.
Un
régimen como el que tenemos en Venezuela no puede ser explosionado desde fuera
sin una implosión. Conscientes del hecho se produjeron todos los arreglos
internos, a pesar de todas las intrigas para dividirlos, como sucedió con el
caso de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Las Fuerzas Armadas pueden tener elementos discrepantes en su seno, pero
están decididas en su conjunto a mantener lo que llaman el logro del Comandante
en cuanto a unión cívico-militar.
Una
implosión no existe como perspectiva inmediata. El principal factor tutelar
dejará que ocurran acontecimientos cuando verifiquen, si es que ese momento
llega, divisiones, malestar, cansancio y disolución de los lazos. Lo hemos
visto hasta en el proceso egipcio. No somos egipcios, ciertamente, pero aquí,
al igual que allá, la palabra es tutelaje.
@teodulolopezm
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