Intentemos
precisar, describir, y hasta donde se pueda exorcizar, los fantasmas de carne,
hueso e ideología, que pretenden, acoquinar un país fácil, llamado
Venezuela, en donde hay tanto loco
suelto.
Primero están los que pretendiéndose y empinándose tal napoleones,
militares gobernando civiles que imponen su sombra glotona y pistolera de
dictadores; allá los que se los deliran, creen o siguen en comparsa, lactando
en el mar de la felicidad; por doquier los que prefieren mirar hacia otra
parte, lombrices desterradas, para eludir la cruda realidad; y otros muchos,
millones, que decidieron no dejarse arrebatar la libertad y lidiamos por ella
democráticamente.
De
igual forma, variopintos aparecen comediantes por aquí o desde allá con la
aspiración de inocular sus pesadillas o
contaminar más aún nuestros espacios descampados con sus jeringas infectadas de
virus invasivos. Intereses sobran, ¡imagínese Usted con el petróleo de por
medio y a qué precio! Militares no faltan, civiles tampoco, cívico-militares
menos, iluminados o profetas a veces, catedrales electroacústicas, operativos
inalámbricos, cohetes de éxtasis, cables submarinos, chupones de petróleo,
capitalistas o comunistas, qué más da, o
artistas asexuados que se contonean maullando por el barrio de nuestros
desamparos. Hay de y para todos los gustos, razas, religiones, géneros,
degenerados, ambiciosos. Andamos cada vez más arrinconados, escasos, sumideros,
comprando en el mercado negro, oxígeno, tranquilidad, dizque sexo, respeto,
libertad, comida, orientación, vínculo, justicia, todos con fecha de defunción
caduca. ¿No es cierto?
Y
la receta para pordioseros que nos embuten desde el gobiernote minero es de un
desprecio mayúsculo pues resulta que en estos tiempos tan adelantados y tan
sórdidos que medio vivimos, necesitamos
más que nunca darnos una palanca de orgullo, una red de dignidad, una columna
de autoestima, cariño, ideas, ilusiones, mucho más que de un mendrugo de pan,
un chequecito, o una franela y una cachucha rojas-rojitas, ya que somos más
huérfanos que pobres ¿Verdad?
Sería
tan contundente entregar una dosis de afecto o de dignidad contra la depresión
y el hastío. Dejar que la gente abonara libre su destino en vez de
arrebatárselo, confiscárselo, invadírselo. Además, el gobierno vive de la
pobreza, del estancamiento, son su razón de ser; de la falta de hospitales, de
la inseguridad a millón, de la inadmisible educación que recibimos, del
hambre, de la falta de futuro, del desempleo, de la ineficiencia de los
servicios públicos; del sembradío de
odio, de la sumisión. ¿Cómo acabar con el carburante que empuja el tren de la
corrupción y la mentira en la que se sostiene el regimenzote que son las causas
antes señaladas? ¿O no?
Por
eso es que debemos decidirnos y votar por Capriles, para que la suerte y el
destino de los venezolanos no esté en manos de los que nos quieren confiscar la
libertad, la democracia y la soberanía, y además dilapidar nuestras riquezas.
leandro.area@gmail.com*
@leandroarea
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