Sin duda esta elección abre un nuevo camino
para Latinoamérica. Más allá de que "un nuevo camino" haya sido el
slogan de campaña que llevó a que Henrique Capriles torciese el curso de la
historia de Venezuela y la región. Ganó Maduro pero mucho más ganaron Capriles
y los venezolanos
Inesperado, explosivo. Ganó Nicolás Maduro
con 50.76%, sobre Henrique Capriles, con 49.07%. Un resultado inesperado (salvo
para la encuestadora DatinCorp, de Jesus Seguías, que anticipó un final
cerrado, con una diferencia de 1.7%, como publicamos en ambito.com). Un
resultado que destrozó toda expectativa y especialmente el piso de 10 puntos de
diferencia que históricamente mantuvo el chavismo sobre su adversario. Esa
diferencia, que perpetuó al comandante Hugo Chávez en el poder venezolano, ayer
se rompió para siempre. Se rompió el mito. Se discontinuó. Para siempre.
Que se cortaron clavos, vaya que se cortaron.
Las cifras finales se demoraron en medio de una tensa calma hasta las 11.30 de
la noche venezolana. Mientras tanto, la tarima triunfal montada frente al
Teatro Principal, donde estaba ubicado el comando Hugo Chávez, se empezaba a
desmantelar y los chavistas más acérrimos empezaban a abandonar la plaza
Bolívar de Caracas, escenario y bastión de los principales actos políticos del
oficialismo. Unos pocos, se supo, se dirigieron hacia las afueras del palacio
de Miraflores.
Al mismo tiempo, en Bello Monte, frente al
comando de Capriles, y mientras el resultado oficial se seguía demorando, los
caprilistas repetían: "aun perdiendo, hemos ganado".
Podrá decirse que fue otra presidencial
venezolana más para agregar a la lista-récord de 18 votaciones (entre
elecciones y plebiscitos) en los últimos 14 años, en la que los laureles
siempre, salvo una vez (el referéndum del 2 de diciembre de 2007) se pintaron
de rojo-rojito. Fue la votación de 2007 cuando la difusión de los resultados se
hizo esperar hasta la madrugada del día siguiente y cuando después de
atragantarse el mal rato de los festejos de la oposición en la calle, Hugo
Chávez terminó admitiendo que la victoria por el No a la reforma constitucional
era "chiquitica y pírrica".
Por eso, el 50.76% de los votos obtenidos
ayer terminaron de legitimar a Nicolás Maduro en el débil sillón de Miraflores.
"Legitimarlo" porque aunque fue una victoria raspada sobre Capriles,
con apenas una diferencia de 1.59%, al menos le cambió el status al presidente
encargado, presidente ungido, y ex vicepresidente arribado a la presidencia
después de una creativa interpretación de la Constitución bolivariana.
En cuanto a lo de la debilidad, no necesita
explicación. Seguramente el mismo Maduro se la esté pidiendo (y con garantías)
a Diosdado Cabello, su rival del riñón del chavismo, que preside la Asamblea
Nacional y que es quien tiene mayor predicamento sobre las Fuerzas Armadas.
Sin Chávez, toda sucesión roja-rojita se
destiñe, como es la encarnada por Nicolás Maduro, y como quedó demostrado en el
resultado de la votación del 14 de abril de 2014. El día en que Venezuela
ingresó en otro capítulo de la historia. El día en que realmente Venezuela
entró en el post-chavismo, el post-personalismo, y en el post-populismo
carismático.
Sin duda esta elección abre un nuevo camino
para Latinoamérica. Más allá de que "un nuevo camino" haya sido el
slogan de campaña que llevó a que Henrique Capriles torciese el curso de la
historia de Venezuela y la región. Ganó Maduro pero mucho más ganaron Capriles
y los venezolanos.
carobarros@yahoo.com
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