Una de las expresiones más perfectas del
pensamiento aberrante es Noam Chomsky. Entre los más brillantes exponentes de
la semiología actual, -si no el más- su tesis de la gramática generativa la
conocen todos los sociólogos del mundo. Por el contrario, sus planteamientos
políticos, -como los de tiranos que amó- son lugares comunes, disparates de
radicalismo extremo, falsedades escandalosas. Discutirlas es un irrespeto a la
inteligencia, pero a veces no queda más remedio que pelear en el barro.
No publicó libros con su teoría política,
sino colecciones de artículos, entrevistas, declaraciones, discursos en los que
no existe una lógica disciplinada y castigada, sino monstruosas simulaciones y
errores, iguales desde Stalin a Mao. Un resumen de esos extravíos conseguimos
en su artículo de 2010, Las diez estrategias principales de la manipulación
mediática, en el que pretende enjuiciar los medios de comunicación de la
sociedad democrática, pero paradójicamente pareciera hablar de Cuba o China.
Después de su esplendor durante los sesenta y
setenta, época en que era un mimado del NYT, Chomsky se sumergió en la
oscuridad, de la que salió con su apoyo al derrocamiento de las Torres Gemelas
de Nueva York tal como "la abuelita" de Plaza de Mayo. En su reaparición
mintió de nuevo, como acostumbra, con el intento de justificar semejante horror
con el argumento de que en la operación había muerto un número de personas
"similar al del bombardeo de laboratorios en Sudán por el gobierno de
Clinton" (sólo murió el conserje del sitio donde se producían armas
químicas).
La opinión pública lo había olvidado porque,
además de su justificación militante de Mao y Pol Pot, los dos principales
genocidas del siglo XX, practicó ambigüedades frente a la negación del
Holocausto y llegó a apoyar las acciones de Hitler, al que exculpa a partir de
las supuestos crímenes cometidos por los judíos. La ciudadanía había
descubierto que sus opiniones políticas eran banalidad, arrogancia y mentira,
que harían imposible cualquier discusión razonable de ellas, exactamente como
ocurre con las de cualquiera de esos monstruos que poblaron el siglo XX.
Dice que: ... hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional y, por ende, al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones o inducir comportamientos...
Los líderes totalitarios cuando hablan solo
mienten. Así se incrustan en la emocionalidad. Por eso su discurso es
redentorista. El totalitarismo de izquierda se basa en "la defensa de los
desvalidos", para producir efervescencia del resentimiento por las más
diversas frustraciones. Es el "mito de las clases oprimidas" del
marxismo, el anarquismo y las ideologías de esa familia. El totalitarismo de
derecha cultiva la ficción de la raza humillada por otras inferiores. El
"mito de la sangre".
Mienten con alevosía y permanentemente,
porque conocen que la credulidad es ilimitada a veces. En 1827 un sujeto decía
que Napoleón nunca había existido y en la actualidad en California la Sociedad
Tierra Plana sostiene que lo de su nombre no es una teoría sino un hecho. El
grupo trostkysta neoyorquino conocido como los Marlenistas, aseguraba que la
Segunda Guerra Mundial había sido una estrategia de los aliados y la URSS para
afincar la explotación del proletariado.
Cuando el cura izquierdista Francois
Ponchard, horrorizado por el genocidio de Pol Pot, que exterminó al tercio de
la población camboyana, unos dos millones de personas, escribió su famoso libro
de denuncia (Camboya, año cero), Chomsky y su ayudante Edgard Herman, dijeron
que aquel "juega con las citas y los números, esta sesgado hacia el
anticomunismo" y que "si había crímenes en Camboya, eran el
equivalente a los que hubo después de la liberación en Francia". También
que "si no practicar el terror... hace que los campesinos permanezcan como
los filipinos, bienvenido sea el terror".
Superadas tales pesadillas por la Humanidad,
hoy sabemos que Camboya, China, la URSS -sobreviven Cuba y Norcorea- han sido
los regímenes más espantosos creados por el Hombre, y superados también por él,
gracias al impulso del amor a la libertad y la democracia. Los razonamientos de
Chomsky, paradójicamente, nos permiten comprender el funcionamiento del
totalitarismo que tanto ha defendido.
@carlosraulher
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