¡MAÑANA,
AY MAÑANA!
El
país que amanecerá mañana es radicalmente distinto al de hoy. Pase lo que pase,
una época concluye y otra comienza. Si se quiere tomar la espuria clasificación
de Chávez pudiera decirse que la VI República dará sus inciertos pasos
iniciales. La ausencia del exPresidente nunca habrá sido tan radical como lo
será desde mañana porque sin él tanto sus seguidores como sus adversarios están
forzados a iniciar un nuevo camino.
Sin
duda hay exigencia de nuevas políticas que permitan abatir la inflación,
estimular la inversión y el empleo, así como impulsar la seguridad y la
justicia. Sin embargo, lo que Venezuela requiere con más fuerza y decisión es
el enaltecimiento de valores esenciales.
RESPETO.
La
noción de respeto se ha deslizado por el plano inclinado del manoseo. No es que
hay dos bandos, ni que cada bando está dividido -a su vez- en dos, sino que la
división, el enfrentamiento, la polarización, se han convertido en modos de
existencia. No solo ocurre en el plano político sino hasta en esa competencia
mortal que es conducir en medio del tráfico urbano, en el cual impedir que otro
vehículo avance y atravesarse a la brava son conductas habituales, sin
descartar a los espontáneos que desde sus automóviles adornan calles con
botellas.
En
el fondo, "el otro" es un molesto apéndice que se aparece en el
camino que me pertenece porque me da la gana. Esa carencia generalizada de
respeto se expresa en quienes exigen "derechos" pero no aceptan de
buen grado nada que huela a deberes. Esta actitud se puede encontrar en
cualquier espacio y ha adquirido hasta una cierta faz de orgullosa dureza que
no es mas que elemental falta de respeto, a veces acompañada de falta de
educación y otras veces con diplomas y dinero.
La
recuperación del respeto entre seres humanos, con sus variantes de amabilidad,
consideración y simpatía, no constituyen programa de gobierno pero cómo hacen
de bien en la relación humana.
LA
LEY.
Las
sociedades expresan en su sistema de normas el pacto que las constituye.
Respetar la ley es un ingrediente básico de la civilidad. En el país se ha
instalado la transgresión a la ley como factor básico de la existencia social.
Nadie se siente obligado a respetar norma alguna -de la Constitución para
abajo- si es lo que parece conveniente, útil o cómodo a quien la viola. En los
años recientes se ha estimulado esa conducta con un barniz ideológico: la ley
no es una forma civilizada de regular la conducta ciudadana sino la imposición
arbitraria de "las clases dominantes" del pasado, en cuyo caso la ley
se opone a la justicia y si la justicia ha de prevalecer, la violación de la
norma parece lo pertinente.
Así
se ha impuesto la idea de que saltarse toda norma, desde las que regulan la
propiedad privada hasta las luces rojas en los semáforos, es parte de alguna
forma de justicia popular, abusiva y ramplona. La ley se ha convertido en
motivo de algazara generalizada que solo impera en casos en los cuales no hay
atravesado algo que suene a reivindicación popular o revolucionaria.
Una
sociedad en la que impere la ley, en la que las normas se conviertan en guías
para la conducta de los ciudadanos y de las instituciones, en la que no tengan
espacios los pájaros bravos, ni los que van a pie ni los que van en camionetas
rústicas con guardaespaldas, puede ser un espacio existencial amable y
deseable. Esa expresión que se oye en otras latitudes cuando alguien se queja
de alguna norma y su interlocutor, sea autoridad o no, le responde: "pero
es la ley", es garantía de convivencia y base jurídica del respeto. Algún
día habrá un sistema judicial del cual no sentir vergüenza.
LA
PROPIEDAD PRIVADA.
Si
alguna violación sistemática ha ocurrido en Venezuela es la de la propiedad
privada, tanto de medios de consumo como de producción. La inseguridad personal
se ha traducido en que los ciudadanos parece que poseyeran aquello que los
ladrones y atracadores todavía no le han puesto la vista. Hay un régimen de
posesión precaria dado el ambiente de desmadre delictivo que vive el país. No
se crea que es un fenómeno sorpresivo sino que está fundado en la idea de que
la pobreza produce delincuentes que es la noción más reaccionaria; los que así
piensan no pueden perseguir el delito porque se le ve como una forma (tal vez
exagerada) de reivindicación de derechos. El fundamento es que si alguien tiene
mucho es porque se lo robó al pobre y el delito solo es ejercicio de
"justicia devolutiva".
La
inseguridad jurídica sobre la propiedad productiva ha sido el resultado de una
indigestión de marxismo tardío y rancio. De allí ha derivado un ataque
persistente sobre empresas, establecimientos y todo aquello que produzca
riqueza, visto como exacción del sudor del trabajador explotado.
En
esos predicamentos, en los que solo permanecen en los norcoreanos, los rojos
venezolanos, Evo Morales, y algunas sectas esotéricas medio clandestinas, se ha
producido la masiva destrucción que Venezuela conoce.
Llegará
el tiempo de reconocer la propiedad privada como componente necesario de la
humanidad de los humanos; como ingrediente de una existencia que se supera a sí
misma. Ser propietario será en algún momento futuro aspiración orgullosa
reconocida por los líderes.
ECOEXISTENCIA.
La
situación que vive el país no es solo de degradación política, institucional y
cultural sino también ambiental. La inmundicia es parte del paisaje urbano que
se degrada cada vez más. La basura carcome los espacios, los drenajes no
funcionan, las aguas servidas se esparcen, y ciudadanos de todas las clases
contribuyen al deterioro: sea que unos boten botellas en la vía, sea otros que
gasolineen con sus lanchas y yates en zonas ecológicas frágiles o con sus
rústicos en la Gran Sabana.
Un
país que aspire a ingresar, aunque tarde, al siglo XXI, tendrá que asumir el
tema ambiental con tanta fuerza y pasión como hoy se hace con el tema político.
LA
RECONSTRUCCIÓN.
El
deterioro descrito ha cristalizado en una brutal crisis institucional. Las
instituciones como sistema de normas, valores, ideas-fuerza, han sido
devastadas. La ruina se refiere a las más emblemáticas del Estado y también a
las de los sectores privado y público no-estatal.
Vendrá
otro tiempo. El de las instituciones respetables y respetadas, el del imperio
de la ley, el de consideración al prójimo y al ambiente, el tiempo de la vieja
hermandad venezolana, el de la confianza en la palabra, el de la cooperación
desinteresada con el desvalido. Deberá suceder alguna vez un país amado y
amable. Habrá una época con esta patria rebelada ante tanta humillación. Vendrá
el momento de la ley y de la justicia.
Un
día amanecerá y el miedo habrá tenido miedo de quedarse. Un día...
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@carlosblancog
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