Una
vez que sabemos que se han definido los dos candidatos, Nicolás Maduro y
Henrique Capriles Radonski, podemos empezar a plantearnos qué podemos esperar
de aquí al 14 de abril y cuáles podrían ser los escenarios que se presenten.
El primer elemento relevante es que esta será
una batalla entre lo divino y lo terrenal. la campaña que vamos a ver los
venezolanos por parte del candidato Nicolás Maduro estará absolutamente
conectada con Hugo Chávez, sus símbolos y su imagen, una magnificación del
líder con la intención de ubicarlo en la mente de la población como un
semidiós.
La colocación de su único gran mensaje será a
través de darle credibilidad a esa conexión entre Maduro y el semidiós en que
intentan convertir a Chávez.
Hasta podríamos advertir que la pieza audiovisual
que más veremos será el discurso del presidente fallecido y la designación de
Nicolás Maduro como su sucesor, su hijo dilecto, su delfín, y la petición de
votar por él.
No habrá nada que no sea Chávez en la campaña
de Maduro. ¿Por qué? Porque hay una diferencia abismal entre lo que pude
conseguir la sola imagen de Hugo Chávez y lo que podría conseguir Nicolás
Maduro por su cuenta. Pero dado que Chávez le entregó a Maduro el activo
político más importante que tienen ahora, que es su representación política, lo
máximo que puede buscar Nicolás Maduro no es estar a la altura de esa imagen
sino apenas a la altura de su representante.
Será el uso de la simbología y la conexión
con el mito lo que mantendrá la fuerza electoral en el medio de una elección
muy corta, muy cercana a la muerte del presidente y esa muerte convertida en un
activo político valioso. Por eso la estrategia más poderosa será repetir “Soy
el hijo de Chávez”, “Soy el representante de Chávez”, “Soy la llama que
continuará lo que hizo el líder fallecido”.
¿Qué es lo que vamos a ver del otro lado?
Está claro que vamos a ver un cambio en la estrategia de Henrique Capriles
Radonski porque su objetivo inmediato debe ser hacer que Nicolás Maduro toque
tierra. Mientras Maduro se eleva hacia Chávez, Henrique Capriles Radonski tiene
que aterrizar a su oponente porque eso es precisamente lo contrario al interés
de la campaña del chavismo.
La acción del chavismo es darle credibilidad
a esa unidad mística entre el líder máximo y Maduro, mientras que la de la
oposición será mostrar la brecha entre uno y otro. Para la candidatura de
Henrique Capriles Radonski es necesario que la población entienda que maduro no
es Chávez y que no se quede enredado en la idea de que votar por Maduro es
votar por Chávez.
Será un objetivo de la oposición hacer que en
el elector surjan las preguntas que lo lleven a diferenciar qué significa votar
por Maduro y cuáles son las diferencias entre eso y votar por lo que Chávez
dijo. ¿Cómo se logrará este cambio? Capriles Radonski será más duro, más
agresivo e incluso desafiante con Nicolás Maduro. Mucho más de lo que fue con
Hugo Chávez.
La campaña de Henrique Capriles Radonski para
el 7 de octubre de 2012 fue exitosa en aumento de emoción, en movilización y en
capitalización de símbolos. Los 11 puntos porcentuales por los que perdió
versus los 26 puntos de la candidatura anterior contra Hugo Chávez demostró que
fue una campaña que, si bien no pudo ganar, capitalizó a casi la mitad del
país.
Mientras la campaña de Capriles contra Chávez
intentó sacar del centro de atención la figura de Chávez y moverla hacia la
oferta de cambio, las expectativas de país, la opción de ir hacia algo moderno,
esta estrategia deberá sumarle a eso el enfrentamiento con Maduro.
Un semidiós no se sube al ring y no tiene
sentido que Capriles Radonski ataque a Chávez, que ahora está blindado por una
muerte que ha sido convertida en un activo político. La campaña de la oposición
debe demostrar que Chávez no está. Capriles va a intentar subirse al ring con
Maduro porque Maduro en el ring se “terreniza”.
Incluso, es posible que veamos a una
oposición que conserve los valores positivos de la figura del fallecido
presidente para mostrar que Maduro no es Chávez, para llevarlo a una
comparación con Chávez, un contraste que dejaría al candidato del PSUV como
malísimo, incapaz y hasta peligroso en comparación con el líder máximo. La
posibilidad de que exista una constante comparación de Nicolás Maduro no con
Capriles Radonski, sino con el mismísimo Chávez, está ahí.
Este ataque va a buscar sin duda un tú-a-tú
para demostrar que el candidato del oficialismo es alguien diferente, un actor
que está aquí y que ya no es el representante del fallecido presidente sino un
hombre concreto que, si no se considera suficientemente bueno, podría hasta
dudar en subirse al ring y quedarse resguardado en la imagen de Hugo Chávez.
¿Cuáles serán los aspectos que van a estar en
la mesa por parte de la oposición? Evidentemente los económicos. La economía se
ha quebrado y la población recibe estos efectos. Se hizo evidente cuando la
popularidad del gobierno perdió 8 puntos porcentuales de diciembre a febrero.
Los temas económicos: devaluación, deterioro en el abastecimiento, la pérdida
de variedad en el mercado, la escasez de productos como repuestos y materiales
de construcción, las restricciones a las cuales ha sido sometida la población,
afectan desde ya la evaluación de este posible gobierno.
En las elecciones anteriores el oficialismo
tenía capital político suficiente para perder un poco con algunas medidas
impopulares y seguir teniendo capacidad de maniobra tras la victoria, aunque
ese escenario no proponía una situación segura.
Así la evaluación positiva de la situación
del país perdió 14 puntos, bajando de los más de 60 puntos que tenían en un
inicio. ¿Qué tenemos ahí? Un riesgo que puede terminar afectando la
popularidad.
¿Qué puede ocurrir ahora, cuando la muerte de
Hugo Chávez inunda la mente del debate nacional? Si tenemos que evaluar
probabilidades, no hay que ser demasiado perspicaz para entender que el
gobierno y Maduro arrancan con ventaja: ganaron los dos eventos electorales
previos y es obvio que controlan recursos, medios, instituciones y mensajes.
Hablamos de una campaña electoral muy corta y que va a estar completamente
intervenida por la las emociones despertadas por el fallecimiento del
presidente. Una muestra es que durante el 25% de la campaña tendremos el cuerpo
de Hugo Chávez en capilla ardiente. El resto, vamos a ver los eventos alrededor
de la movilización del cuerpo hasta lo que será su destino final. Hoy, por
ejemplo, Nicolás Maduro visitó al menos siete veces la capilla. ¿Qué vemos ahí?
Obviamente la maximización de esa emocionalidad.
Bajo ese contexto, es fácil decir que este
actor tiene una ventaja electoral y que se puede considerar claramente como “el
favorito”. ¿Pero eso significa que podemos dar por descontado un triunfo de
Nicolás Maduro? La política nunca es 100% predecible: hay miles de eventos que
pueden cambiar el resultado. Obviamente el candidato del oficialismo es el
favorito, pero los favoritos no siempre ganan.
¿Cuáles son los riesgos que va a enfrentar
Maduro en este proceso? Arranca con una ventaja obvia que ya hemos señalado,
pero la misma situación de ser dependiente de la imagen de Chávez sin ser
Chávez lo hace ocasionalmente vulnerable. Su gran problema es que la brecha
entre el líder ausente y él en muchos momentos se nota. Y la oposición va a
encargarse de que se note cada vez más.
El chavismo debe intentar minimizar el riesgo
de que esto se ponga en evidencia y por eso la campaña es corta y estará
saturada con la imagen de los funerales, para lograr que el electorado haga un
click con Maduro que intente ir un poco más allá de la orden que dejó Hugo
Chávez. Pero nadie sabe a ciencia cierta si ese click va a suceder de manera
eficaz en la mente de los electores.
Y precisamente la campaña de Henrique
Capriles Radonski debe evitar ese click. Por eso el ataque, por eso la
confrontación, por eso va a ubicar claramente a su enemigo. Esa estrategia será
vital para que Capriles logre su propio click.
Un último elemento importante a considerar
ahora es la situación económica en la que se va a desarrollar esta campaña. En
la campaña de octubre pasado estábamos en una bonanza, pero actualmente estamos
en una situación crítica que es imposible esconder. Ni siquiera durante sólo 30
días. Ni siquiera entregando todas las divisas hoy mismo el gobierno evitaría
los baches en la cotidianidad de los venezolanos. Ni siquiera con los más
férreos controles de peso lograrían controlar la inflación.
Es una campaña adversa para la oposición,
pero representa riesgos para Maduro. Mientras el candidato oficialista tiene
que surfear la ola del plano emocional, Capriles Radonski y su campaña deben
aterrizar a Maduro y mostrarlo como un contrincante concreto, real, palpable.
Lo que sucederá el 14 de abril no lo podemos
proyectar ahora, pero evidentemente ésta es una campaña muy dura y muy compleja
para la oposición. Para ellos es un reto infinitamente mayor al del año pasado.
Es importante que la población seguidora de la candidatura de Henrique Capriles
Radonski entienda que hay sacrificios que su liderazgo tiene que hacer para que
la oposición pueda mostrarse, sin abandonar ninguna batalla y manteniéndose
activa.
Gane o pierda la oposición, ya habían perdido
un gobierno por seis años. Estar en la palestra, colocar a Maduro en el plano
adecuado y denunciar el abuso de poder, incluso si pierden, sería una
importante ganancia.
Nunca desaparece la incertidumbre de los
llamados “cisnes negros”, esos eventos impredecibles capaces de cambiarlo todo.
Pero si eso no pasa y la oposición se concentra en los puntos que debe, pueden
hacerle a Maduro esta campaña mucho más difícil de lo que esperaba con su
nombramiento. Un líder no plantea una batalla sólo cuando está seguro de que la
va a ganar. Las plantea todas, así sean duras, para poder ganar la guerra. No
decide cuándo sí y cuándo no. Siempre batalla.
Luis Vicente Leon
@luisvicenteleon
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