ANALÍTICA PREMIUM
VIERNES, 15 DE MARZO DE 2013
EDITORIAL
EL ABUSO COMO NORMA
Si no nos hemos convertido en esquizofrénicos
por tener que circular en las calles de la antigua sultana del Ávila, lo
lograremos sin duda al tener que escuchar las insulsas peroratas de Maduro y
compañía, ensalzando hasta el infinito al prócer desaparecido e inventando todo
tipo de conjeturas
Es preocupante cómo nos hemos ido
acostumbrando a todo género de abusos en nuestro país. No solamente aquellos
originados por quienes deberían respetar y cumplir con las leyes, precisamente
por haber sido electos para dar el ejemplo, sino de gran parte de la sociedad
venezolana.
El abuso lo vivimos desde muy temprano en las
mañanas cuando salimos en nuestro vehículo para dirigirnos a nuestros lugares
de trabajo o a llevar a los hijos al colegio.
Transitar por lo que eufemísticamente se
llama la gran Caracas es una experiencia a prueba de la paciencia y tolerancia
mayor que la que la Biblia le atribuye a Job. No sólo hay que enfrentarse al
comportamiento anárquico de los motorizados que emergen de cualquier lugar con
una prepotencia sin igual y con la convicción firme de que las leyes de
tránsito y de la civilidad no fueron concebidas para ellos.
También violentan las normas los conductores
de autobuses, camioneticas y otros tipos de transporte público, que consideran
que a la hora de adelantarse de manera ilegal ellos tienen prioridad por llevar
un mayor número de pasajeros.
Lo más grave es que esa conducta anárquica de
sálvese quien pueda es rápidamente adoptada por esa inmensa categoría de
personas que podemos adjetivar como los siempre vivos criollos. Esos que
pretenden superar las colas circulando por los hombrillos de presuntas vías
rápidas, o que circulan por un canal habilitado sólo para cruzar y con el mayor
desparpajo hacen lo contrario para adelantar algunos pocos carros que estén
cumpliendo la ley.
Ahora bien, si no nos hemos convertido en
esquizofrénicos por tener que circular en las calles de la antigua sultana del
Ávila, lo lograremos sin duda al tener que escuchar las insulsas peroratas de
Maduro y compañía, ensalzando hasta el infinito al prócer desaparecido e
inventando todo tipo de conjeturas para hacernos creer que una perversa
conspiración anda inoculando por el mundo el cáncer para librarse de todo aquel
que ose hablar mal del Imperio. Esa invasión del espacio radio eléctrico con
tantas estupideces seguidas es tal vez una forma de abuso de poder aún peor que
la del comportamiento de los ciudadanos motorizados.
Mucho nos gustaría, y estamos seguros que ése
es el deseo de muchos venezolanos, que nos presenten aunque sea UNA prueba o
evidencia de tales afirmaciones.
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