Cuando los rencores del pasado se utilizan
para legitimar determinadas políticas e ideologías del presente, las enseñanzas
de la historia caen en saco roto y el peligro de repetir errores y horrores se
vuelve inminente. En efecto, la pasión intrínseca a ese oximoron conocido como
“memoria colectiva” se interpone a la sobriedad, rigurosidad y templanza del
estudio de la historia, y acaba por reproducir en el hoy conductas y
pensamientos del ayer. Es lo que estamos viviendo, en pocas palabras, los
argentinos de la era kirchnerista.
Estuve en la marcha del pasado 24 de marzo
que se hizo en conmemoración por el 37 aniversario del último golpe
cívico-militar. Fui ahí una suerte de infiltrado, pues no comparto la versión
reduccionista y maniquea de la historia que en ese evento se difunde, ni
comulgo con la violencia simbólica que opaca por completo una supuesta defensa
de los Derechos Humanos que, en los hechos, se degenera en una oxidada
manifestación de ideologías extremistas. Mi intención era, más bien, tener un
contacto directo y personal con los acontecimientos que allí se desarrollaban
para interpretar las motivaciones, creencias y expectativas de los aunados.
Tanto lo que observé en ese acto de la ciudad
de Córdoba, como lo que luego mostraron los medios nacionales y pronunciaron
los referentes de los organismos de Derechos Humanos, me han dado la certeza de
que si algo evidenció el pasado 24 de marzo, eso fue que el “Nunca Más” −como
slogan que señalaba la necesidad de evitar repetir el sangriento pasado− ha
sido una rotunda y descarada estafa.
El eje del relato setentista configurado por
el kirchnerismo está puesto sobre la impugnación de la llamada “teoría de los
dos demonios”, frente a la cual no han podido mejor cosa que imponer una
maniquea “teoría del demonio único”. Pero si creer que la reducción de lo
vivido en los años `70 a un conflicto entre militares y guerrilleros es una
forma de simplificar la realidad, sostener que la complejidad de la historia se
explica únicamente a partir de las responsabilidades militares, es directamente
faltar a la verdad.
La “teoría de los dos demonios” liberó de
culpas a la sociedad civil y a la clase política. Borró de la historia sus
responsabilidades, que fueron muchas. La “teoría del demonio único” completó el
trabajo, no sólo borrando de la historia las responsabilidades de las
organizaciones terroristas (21.644 atentados entre 1969 y 1979 según datos de
la Causa 13 y miles de víctimas), sino que además, les devolvió la legitimidad
que necesitaban para hacer su reaparición en la historia.
Si algo destacó en los distintos actos del 24
de marzo que acaba de pasar, eso fue la cantidad de banderas de Montoneros que
se enarbolaban en lo alto. Varios muchachos −algunos encapuchados, cubriendo
sus rostros y cargando amenazantes palos− las sostenían, con la entusiasta
complicidad de los concurrentes, que los felicitaban. El logo de la
organización guerrillera, conformado por una tacuara cruzada por un fusil, no
había sido reemplazado por uno menos belicista que, al menos, fuese más
apropiado para una supuesta marcha “por los Derechos Humanos”. Ya no se
mantienen ni las apariencias. La lógica marcial era lo que predominaba con
claridad, ante un amenazante “Volvimos” y una serie de cánticos en los cuales
el público se reivindicaba como “soldados de Perón” (tal como se identificaban
los Montoneros de los `70 en algún momento).
“Volvimos”,
reza la bandera montonera.
Debe recordarse que Montoneros fue una
peligrosa organización terrorista declarada ilegal nada menos que por un
gobierno constitucional y peronista el 6 de septiembre de1975, a través del
decreto 2452. Este grupo se cobró la vida de varios cientos de personas:
militares, policías, sindicalistas, políticos, empresarios, obreros y hasta
niños y ancianos. La organización recibió entrenamiento militar en Cuba por
instructores castristas, y en Medio Oriente por la Organización de Liberación
de Palestina (OLP). Fue considerada, por todo esto, como la banda terrorista de
mayor peligrosidad de toda América Latina en el Siglo XX.
La exacerbación de la “teoría del demonio
único” y el uso político y económico de la memoria, lejos de conducirnos a un
genuino “Nunca Más”, ha ido generando las condiciones necesarias para la
reaparición de Montoneros en la vida política actual. Cuando Estela de Carlotto
dijo por la radio Rock & Pop, horas antes de la marcha del 24 de marzo, que
“lo malo fue el terrorismo de Estado y lo bueno, una generación que dejó la
vida y nos dejó la democracia… lo que ellos hicieron fue hermoso”, no sólo
estaba legitimando con su maniquea palabra el resurgir de una organización que
hizo del terrorismo su argumento político, sino que estaba faltando
groseramente a la verdad. En efecto, tal como se desprende de los datos de la Causa
13 (Juicio a las Juntas Militares), el 52% de los atentados del terrorismo
subversivo fueron perpetrados durante períodos democráticos. Su lucha
−“hermosa” para Carlotto− no era por la democracia, sino por la instauración de
un régimen dictatorial similar al castrista, tal como lo confesaban en sus
propios documentos y publicaciones.
Para alegría de esa abuelita tan afecta a los
viajes en primera clase y la estadía en lujosos hoteles de cinco estrellas, la
organización Montoneros se ha reagrupado principalmente en Mendoza y en
Córdoba, y se está preparando también en Buenos Aires. Hay algunos antecedentes
recientes que vale la pena repasar: intentos de La Cámpora por traer de España
a Mario Firmenich para homenajearlo; publicación de una revista de Montoneros
llamada Repensar. Visión y proyección de la experiencia montonera; intentos de
reorganización en septiembre de 2010, cuando el cuñado de Firmenich, Guillermo
Martínez Agüero, dijo a La Voz del Interior que “No hemos enterrado las armas…
creemos que es una opción para cuando las condiciones lo hagan necesario”; y la
celebración del “Día del Montonero” el pasado 7 de Septiembre, organizado por
agrupaciones kirchneristas, son algunos precedentes de lo vivido este 24 de
marzo.
En el acto del 24 de Marzo, el cuñado de
Firmenich junto al jerarca montonero Roberto Perdía.
¿Planean volver a practicar la “lucha
armada”, es decir, el terrorismo? Martínez Agüero respondió, en esta
oportunidad, casi en idéntico sentido que en 2010: “Creemos que es una opción
para cuando las condiciones así lo hagan necesario, como ya ocurrió con las
FARC o con el Subcomandante Marcos, por ejemplo. Las armas están; ni se
entierran ni se desentierran”. En Córdoba se pegaron, durante el acto del
llamado “Día de la Memoria”, carteles que rezaban: “Y ahora vamos a enseñar a
esos mierdas lo que es TERRORISMO”. Por supuesto, nadie firmaba la amenaza.
La historia enseña a los pueblos a no repetir
sus errores, pues empuja a todos los actores a efectuar su mea culpa, algo que
aquí nunca ocurrió. En Argentina se compró con entusiasmo un relato setentista
que ahora nos está empujando al borde de revivir épocas de sangre, con el visto
bueno de los organismos de Derechos Humanos, que utilizaron la idea de un
“Nunca Más” para llegar a un “Otra Vez” que es, en definitiva, ese intimidante
“Volvimos” que rezaban las pancartas montoneras del 24 de marzo pasado.
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BANDERA DE MONTONEROS EN EL PATIO OLMOS,
CÓRDOBA.
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