Es el actual desorden, es el desconocimiento
de la autoridad, es el momento que ha creado la confusión. Se siente el
desgobierno, son días anárquicos, cualquiera se cree jefe, y sino se lo cree,
también es capaz de hacer lo que le viene en gana.
El Presidente de la
República regresó al país en el momento preciso, porque se requiere restablecer
la autoridad. Sabemos de su enfermedad, porque él mismo lo comunicó, pero
desconocemos si estará en condiciones de retomar el poder.
¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!. |
Y la preocupación no
es sólo por él y por lo que representa, sino también por el desbarajuste de la
oposición, que pareciera no entender que la estabilidad la da el equilibrio del
peso de las fuerzas y no el desorden político, ni la anarquía. La fuerza es
necesaria centrarla en un solo punto y ese punto es la unidad. Si la oposición
no lo entiende, también debemos pensar que no sabemos si estará en condiciones
de tomar el poder.
El desbarajuste es producto de la
desconfianza y de la falta de credibilidad.
Lo peor que le puede suceder a un
hombre o a una mujer, es que se pierda la confianza o la credibilidad en él o
ella. Igual le sucede al gobierno o al gobernante, tal como le ocurre
actualmente al nuestro.
El Presidente Chávez tuvo que sacrificar aún más su
salud, para regresar a su patria, porque los voceros oficiales no le inspiraban
confianza al país de lo que anunciaban sobre su estado de salud, y era tan
vergonzoso el asunto, que en los eventos internacionales donde asistían
representantes de Venezuela y Cuba, los interesados en la salud del Presidente,
solicitaban información a los cubanos, antes que a los delegados de Venezuela.
Eso produjo un desbarajuste, un desorden comunicacional, porque se desconocía
quién realmente tenía el control de la información real. Actualmente la credibilidad
del gobierno está sumamente afectada. Sólo queda un sentimiento de cariño y de
aprecio por el Presidente, pero la confianza se ha perdido.
Estos son los momentos cuando el militarismo
avanza. Eso debe entenderlo la oposición. Eso debemos entenderlo todos. Hasta
para caer, hay que saber caer, pero en el desbarajuste nadie sabe como cae.
Sabemos que hay un propósito de destrucción de lo que ha sido el tradicional
sistema democrático venezolano, pero felizmente es una minoría quien piensa
así.
Tanto en el oficialismo como en la oposición, hay hombres y mujeres
demócratas, incluyendo entre ellos a una gran cantidad de militares. La patria
no está perdida, lo que estamos perdiendo es el deseo y el interés de salvarla.
La oposición no puede permitirle a sus partidos políticos que cada uno se
arrincone detrás de muros de arena, para tratar de salvarse él, mientras la
patria se pierde. Es necesario fortalecer aún más la mesa de la unidad
democrática.
Los partidos y sus dirigentes tienen que desvestirse de sus
colores y de sus banderas e izar la bandera tricolor y permitir que los
venezolanos demócratas podamos convertirnos en una sola fuerza, con una sola
tarjeta y con un único objetivo: salvar la democracia. Esa condición, es sine
qua non.
Debemos actuar con seriedad. La credibilidad
se conquista con nuestras acciones, con obras, con la conducta que asumimos. Si
manifestamos ser demócratas, debemos actuar como tales. Es posible que vayamos
a vivir momentos difíciles en los próximos días, pero la unidad de los
demócratas debe prevalecer sobre cualquier otra circunstancia. El desbarajuste
no es amigo nuestro, ni de nadie.
leninvalero1@hotmail.com
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