Frente a los tiempos que corren, si alguna
certidumbre queda es que el poder en Venezuela es y seguirá siendo, el botín, y
su conquista permite acceder a los recursos de reparto indispensables, que lo
convierten de hecho en un súper-poder.
Por lo tanto, la renuncia a su búsqueda
por parte de cualquier organización política se debería considerar como una
locura, pero no se trata de abstenerse de la conquista, se trata de ponerse a
trabajar para crear una verdadera alternativa a la colonización del poder,
capaz de sustituir no solo gobernantes, sino visiones, modalidades y métodos
con otros que finalmente pretendan crear desarrollo, en otras palabras, de
levantar lo único sustentable en el largo plazo, así que en el fondo una
propuesta así, es más ambiciosa que cualquier otra…
Como país, estamos a punto de entrar en un
conflicto impredecible, pues la distribución rentista se está agotando más allá
de lo sostenible, y no porque los recursos se irán secando (lo harán, pero a
“ritmo de petroestado”) ni porque el festín haya sido contraproducente en el
sentido más profundo del término: la verdadera razón de su “no sostenibilidad”,
es que la distribución, aun la muy generosa de estos últimos años, se repartió,
a diferencia del pasado, no tratando de atenuar, controlar o tratar con los
conflictos en la sociedad, sino exaltándolos.
La repartición en los últimos años se hizo,
sin llamar nunca a nada parecido a un nuevo pacto social -en la necesaria e
indispensable amplitud total del término- sin nunca promover consensos, sin el
menor deseo de organizar, de construir, de transformar en conjunto, sino sólo
buscando los “dividendos de la división”…
Pero de esta orgia de insensatez y de caos,
nunca saldremos volviendo a invocar un nuevo salvador, otro mesías, y tampoco
siguiendo a un nuevo grupo o cofradía de esclarecidos, ni siquiera con planes
providenciales de salvación, “campañas admirables”, y “nuevos amaneceres
nacionales”, no… con nada de eso lograremos otra cosa que no sea, empeorar
nuestra intoxicación colectiva de buscar “refundaciones” en vez de soluciones…
Porque superar a Chávez será una cosa y lo
que representa otra, y superar nuestras deficiencias de liderazgo otra más, y
más allá de ese atavismo representado por los personalismos en la política,
debemos sobre todo replantearnos cómo este Estado, ya bastante avanzado en su
disfuncionalidad, se seguirá relacionando con la nación, de cómo seguirán ambos
interactuando y determinándose mutuamente, mientras le hacemos frente a
situaciones de descreimiento profundo en las direcciones y los mensajes, frente
una nueva crisis profunda de representatividad, que seguramente surgirá de una próxima
inflexión del régimen rentista.
Esto debería darnos una idea más precisa de
la magnitud del reto a enfrentar…
Mientras tanto y mientras prosiga esta
fatalidad, donde la oferta del poder seguirá siendo el reparto, como único
remedio definitivo para poder superar este verdadero impasse histórico,
tendremos que proponernos, cual imperativo político primordial, cambiar la base
valorativa de la sociedad desde sus cimientos, y eso sólo podrá actuarse desde
abajo, y desde luego, con una política que supere la deformación electoralista
vivida en los últimos tiempos, sobretodo la ligada a proyectos personalistas y
sus partidos-laboratorio de manipulación mercadotécnica y mediática.
También debería comenzar a cambiar, lo
concerniente a la discusión sobre la política, el mensaje político como tal y
todos sus términos y significados: no es posible que a estas alturas sigamos
discutiendo por sandeces ya imperdonables, como ciertas asociaciones que
supuestamente siguen definiendo posiciones ideológicas “precisas”, y en donde
preocuparse por la “anormal” distribución de la riqueza significa ser
socialista, y preocuparse por fomentar la inversión privada significa ser
liberal.
Porque a estas alturas habría que preguntarse
qué representa realmente para la gente, la propuesta socialista del actual
régimen, e incluso ésa que parece haber caído en desuso, de la “democracia”,
especialmente cuando un mínimo de sensatez histórica nos debería indicar que,
la única política lógica que deberíamos hoy en día tener, en todo el globo, es
una que se inventa y reinventa a medida que las sociedades crecen, prosperan, o
se empobrecen… y por lo tanto la peor respuesta que la política puede seguir
dando, es una supuestamente reducible a fórmulas y axiomas.
Para reconquistar el poder la verdadera
vocación por el mismo debería indicarnos que, salvo que ocurra un cataclismo,
nunca tendremos la menor oportunidad, mientras tengamos que disputarlo
directamente con factores de poder asociados de una forma u otra con el régimen
imperante, y su ecosistema clientelar, y que a su vez no se trata de agredir de
buenas a primera, al “vientre blando” del rentismo, sino de trabajar desde
abajo hasta construir la propuesta de un poder estructurado de otra forma, en
donde el reparto circule realmente y sirva por ejemplo, para estimular y
activar flujos y contraflujos productivos, en redes y circuitos que puedan
gestarse y gestionarse desde la base social, creando capilaridades que no sólo
reciban recursos, sino que los generen y a su vez distribuyan, mientras proveen
no sólo producción, o servicios, sino acción social eficaz.
La política debe proponerse desarrollar
vertebración y musculatura propias, para poder tener alcance y pegada más allá
del ámbito meramente opositor, hasta borrar incluso la percepción de mero
antagonismo al poder imperante: para eso deberá mostrarse con la debida
ambición, pero apuntando hacia objetivos que trasciendan la lucha por el poder
al menos en términos inmediatistas.
Se trata de negarse a seguir en este jueguito
de confrontación, que solo puede celebrarse en las canchas habilitadas por los
poderes “formales y fácticos”… no, aquí hay que proponer otro juego, uno que no
deba jugarse en los círculos de siempre para ser válido, e invitar a la
participación en cada rincón del país, donde aún hay gente de buena voluntad,
que ya no aguanta más vivir en negación y división.
En este nuevo siglo la solución podría estar
a la mano sin darnos cuenta aún, porque si es verdad como dicen, que vamos “de
la sociedad a la comunidad” y de allí a las redes, entonces vamos sin vuelta de
hoja hacia una sociedad que, además de ser cada vez más compleja en sus
visiones e intereses, por primera vez dispondrá de medios tecnológicos
efectivamente versátiles y poderosos, para comunicarse y expresar toda su diversidad,
la cual será irremediablemente pluralista, y en donde incluso una épica nueva
podría surgir, a una escala distinta, quizás varias épicas a escala del común,
todas a su vez comunicables al mundo por estos nuevos canales, y que podrían
resultar muchísimo más inspiradoras y menos dispendiosas, que ese azote
histórico representado por los “egos indispensables”.
Si de verdad ya disponemos de medios de
comunicación que podrían utilizarse como medios de organización social y
política, nada nos debería impedir pasar a la acción, si además lo hacemos con
sabiduría, buscando sobre todo sincronización antes que coincidencia en los
primeros tiempos, para poder abrir las primeras brechas en la incomunicación
reinante, podríamos incluso lograr que la conflictividad social en la cual
podríamos quedar sumergidos, de aquí a poco tiempo, sirviese más bien para
terminar de hacer el trabajo de sensibilizar a segmentos poblacionales cada vez
mayores, en la necesidad de cambiar un estado de cosas que ya se ha visto hasta
la saciedad, sólo resuelve problemas con el “acto mágico” de multiplicarlos en
otros lugares y tiempos…
@FBoccanera
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