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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

lunes, 21 de enero de 2013

MANUEL FELIPE SIERRA, ENERO 1958, 23 DE ENERO DE 1958

El 1 de enero de 1958 se subleva la Fuerza Aérea en Maracay. El mayor Luis Evencio Carrillo jefe de la Base concluye la cena de fin de año con una lacónica frase:”hay que defender la patria y no a un hombre” y de inmediato sesenta efectivos ocupan la instalación de Boca de Río. La conspiración se venía urdiendo desde meses atrás en largas reuniones en el restaurant “Beergartem” frente a la Plaza Girardot.

PRIMERA JUNTA MILITAR DE GOBIERNO
A las siete de la mañana fue desarmado y detenido el jefe de la base coronel Abel Romero Villate y una hora después un Venus del Escuadrón de Caza 36 pilotado por el mayor Edgar Suárez Mier y Terán sobrevuela Caracas como un  anuncio para los complotados. Cuenta el periodista Antonio Manrique: “Maracay estaba sumida en un ambiente revolucionario, con la gente en la calle persiguiendo a los “seguranales”(los agentes de la policía política del régimen). Las puertas del Cuartel Páez habían sido abiertas y muchas armas fueron tomadas por el pueblo maracayero. Militantes de AD, Copei (uno de los más activos lo era el abogado Godofredo González), PCV y URD, salidos de sus “conchas”, coordinaban las acciones de los civiles. El Cuartel Sucre era el centro del fragor revolucionario. En sus calabozos estaban presos más de treinta integrantes de la Seguridad Nacional que el pueblo quería linchar. Desde Radio Maracay, Hugo Montesinos Castillo, oficial pasado a retiro por su antiperezjimenismo, arengaba al pueblo y leía consignas contra el “régimen dictatorial”.

Pérez Jiménez reúne el Gabinete, mientras se repiten incursiones aéreas sobre Miraflores, una de las cuales da en el blanco de la oficina presidencial y un portero conocido como “Perecito” se desploma carbonizado. Se conoce que el capitán Martín Parada piloto de confianza del Presidente encabeza la insurrección. A los minutos una columna de blindados del Cuartel Urdaneta al mando del joven oficial Hugo Trejo se declara también en rebeldía. Hay noticias, rumores y versiones cruzadas. A la media tarde se anuncia que el coronel Romero Villate ha retomado la base aérea y horas después que el grupo de rebeldes comandado por Parada huyen hacia Colombia. Trejo, en una operación que nunca pudo ser explicada, marchó hacia la capital aragüeña y fue apresado en La Encrucijada por el coronel Roberto Casanova. En la noche Pérez Jiménez, con el bastón de mando en la mano derecha, anuncia en cadena de radio y televisión el aplastamiento de la sublevación  y sanciones ejemplarizantes para los insurrectos. Ciertamente, la acción de Maracay resultó un fracaso militar, pero exacerbó un clima político ya demasiado sensible.

El día 9, oficiales de la Armada liderados por el capitán de navío Eduardo Morales Luengo, desplazan varios destructores en La Guaira. Morales es detenido y en la noche curiosamente se produce la renuncia del Gabinete y del gobernador del DF Guillermo Pacanins. Al día siguiente, Pérez Jiménez se ve obligado a nombrar al general Rómulo Fernández ministro de la Defensa quien le presenta un memorandum con severas exigencias,  que plantea un Gabinete militar y la salida de Laureano Vallenilla Lanz y Pedro Estrada, los principales operadores del régimen. Al día siguiente, Pérez Jiménez destituye al ministro Fernández y él personalmente asume el ministerio de la Defensa. El oficial destituido es enviado a Santo Domingo, pero la dictadura entra en el juego de los golpes y contragolpes. El 17 la Junta Patriótica convoca a una huelga general el día 21. El 20, Pérez Jiménez nombra al vicealmirante Wolfang Larrazábal Comandante de las Fuerzas Navales en medio de una huelga de prensa. El 21 hay revueltas callejeras, manifestaciones, quema de autobuses, heridos, muertos y se decreta el toque de queda desde las cinco de la tarde.

El 22 se produce la sublevación de oficiales en la Base Naval de Mamo y la Comandancia General de la Marina en el Centro Simón Bolívar. El capitán Vicente Azopardo está al frente de la acción  y se comunica con sus compañeros de conspiración en la Escuela Militar, el capitán Felipe Párraga Núñez del Ejército y el teniente José Luis Fernández de la Aviación, a quienes acompaña el activista civil Oscar Centeno Lusinchi.

Informan entonces al coronel Pedro José Quevedo director del Instituto de la acción subversiva y éste conviene en que para la paz del país ya es necesario que el dictador abandone el poder. Pérez Jiménez llama telefónicamente a Quevedo quien se niega en varias ocasiones a atenderlo. El mandatario está convencido que una sublevación de la Escuela Militar tendría un efecto psicológico decisivo en todos los componentes. El coronel Adolfo Medina Sánchez, jefe del Batallón Bolívar, llega a Miraflores y le presenta un plan para recuperar la escuela. Según cuenta el piloto presidencial mayor José Cova Rey, Pérez Jiménez revisó el documento y respondió: “prefiero irme antes que matar cadetes”.

Ya la Junta Patriótica había perdido contacto con la mayoría de los enlaces comprometidos con la huelga. El buró político del PCV reunido en el edificio “San Pedro” de los Chaguaramos, integrado por Pompeyo Márquez, Eloy Torres, Alonso Ojeda Olaechea, Guillermo García Ponce y el líder universitario Héctor Rodríguez Bauza, hacen en la tarde un balance desfavorable de la jornada. Entrada la noche Márquez recibe una llamada de Rodríguez Bauza, quien había salido a olfatear el ambiente y que identificado con su seudónimo le dice: “sube a la terraza y espera una sorpresa en pocos minutos”. Márquez y sus compañeros se miran a la cara con desgano. Luego deciden ir a la parte superior del edificio.

Al poco tiempo, ven las luces y oyen el estrépito de un avión que se tambalea bordeando El Ávila. Pérez Jiménez huía en la “Vaca Sagrada”. Era el resultado de un típico Golpe de Estado, pero la decisión de marcharse es la consecuencia de un clima de malestar pasivo que finalmente se tradujo en una movilización activa e indetenible de las masas, que ya no podía neutralizar políticamente y menos aún aplastar con el uso de las armas.

manuelfsierra@yahoo.com

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