Río
Negro - 09-Ene-13 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/china-ser-1045568-9539-nota.aspx
Columnistas
China:
"Ser rico es glorioso", en serio
por
Emilio J. Cárdenas (*)
Muchos
aún creen, equivocadamente, que China es gobernada por funcionarios espartanos
y probos que sólo piensan constantemente en la felicidad de su inmenso pueblo.
En los días de Mao ése era el ficticio "relato", no la realidad. Pero
lo cierto es que Mao no tenía ni sentía simpatía alguna por los capitalistas.
Ninguna. Los despreciaba.
En
los 80, cuando ya era evidente que el modelo económico colectivista era sólo un
clarísimo y tremendo fracaso, razón por la cual resultaba necesario diseñar una
nueva estrategia, Den Xiaoping, el artífice principal del "milagro"
económico chino, pronunció, sinceramente, las conocidas palabras que sirven de
título a esta nota. Y, muy pocos años después, cuando también en China se puso
en absoluta evidencia el papel central de los empresarios privados en el
crecimiento económico, en el 2002, se reformularon explícitamente los estatutos
del propio Partido Comunista Chino de modo de incluir en sus cuadros a los
empresarios de ese país oficialmente.
Desde
entonces su presencia en los estamentos del Partido Comunista no ha dejado de
crecer y sus fortunas personales y familiares no han dejado de multiplicarse,
conformando una auténtica y extendida oligarquía económica, poderosa realmente,
como muy pocas en el mundo actual.
Los
líderes chinos ya no visten trajes Mao. Si los tienen, son recuerdos. Se visten
en las mejores sastrerías del mundo. A la manera de los políticos argentinos,
que tienen un verdadero "uniforme" que los delata.
Nada
de sólo proletarios. Hoy los empresarios están en el corazón del sistema.
Recientemente, una buena nota del "Wall Street Journal", firmada por
James T. Areddy y James V. Grimaldi, informaba que los empresarios que están en
las instituciones más importantes del poder chino son unos 1.024, con un
imponente patrimonio neto, en conjunto, del orden de los 221.000 millones de
dólares. Espeluznante como cifra, pero también asombroso como realidad.
En
promedio, cada uno de ellos "vale" más de mil millones de dólares.
Para
poner las cosas en su verdadera dimensión, los columnistas antes mencionados
nos dicen que la fortuna colectiva de los 535 legisladores del Congreso de
Estados Unidos está en torno de los 2.000 millones de dólares en su conjunto.
Pigmeos, entonces, si uno los compara con la riqueza que ostentan
individualmente sus actuales "colegas", los empresarios-legisladores
chinos.
Entre
ellos hay algunos "pescados gordos". Como Wang Jianlin, el dueño de
AMC en Estados Unidos, que "vale" unos 7.300 millones de dólares. O
Liang Wengen, un empresario que fabrica equipos y maquinaria para la
construcción, dueño de una inmensa fortuna. O Zhou Haijiang, un empresario
chino del sector de la indumentaria, con un patrimonio neto del orden de los
1.300 millones de dólares. Todos ellos son hoy miembros del Congreso del
Partido Comunista Chino. La gente común los denomina "guanshang
guojie", que se traduce como "empresarios en cama con el poder".
¿Suena conocido? En criollo: "empresarios encamados".
Las
fortunas de este grupo particular que forma parte del corazón del poder, como
suele suceder, crecen más rápido que las de los demás millonarios chinos.
Obvio, conocen todo un rato antes y reciben los favores que brinda siempre la
cercanía, el calor o la inmediatez con el liderazgo chino.
A
todo ello debe agregarse que los propios máximos líderes políticos, como Xi
Jinping en persona, son –también ellos– multimillonarios. Tienen fortunas que
de una manera u otra han amasado –para sí y sus familiares– absolutamente
fenomenales. Inmensas.
"A
Dios rogando y con el mazo dando", hubierandicho nuestros antepasados. Lo
cierto es que no todo lo que reluce es lo que creemos. Ni son todos santos.
China
está, queda visto, gobernada por una aristocracia de poder que es dueña
–directa e indirectamente– de su país, con personajes cuyas fortunas personales
son verdaderamente inimaginables, según ha comenzado a conocerse.
Soñar
no cuesta nada, pero nunca es sano perder de vista la realidad. Menos aún
cuando nos referimos al segundo país más poderoso de la Tierra, que va
rápidamente camino de ser el primero.
(*)
Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
Este
es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
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