Las
elecciones realizadas, para elegir gobernadores de Estados, no son sino un
episodio más de la larga lista de trampas y fraudes, de tipos y modalidades
diversos, que han sido realizados en todos los procesos electorales de
Venezuela con la sola excepción del referendo
–no previsto en la Constitución de 1961, entonces vigente-- presentado al país en 1999 para convocar
Asamblea Constituyente, por cierto, sin quorum establecido y con una
concurrencia de electores del orden del 30 por ciento.
Un
sector minoritario de la dirección de la oposición política, auto-designada ante el régimen instaurado en febrero de 1999
después de la victoria electoral del Tte. Cl. Hugo Chávez Frías en diciembre de
1998, cuyo ejercicio se inició en el año 2000, se ha caracterizado por
sostener, a lo largo de todo el tiempo transcurrido hasta el presente, una
actitud que, a veces, ha sido calificada con denominaciones como las de
“colaboracionista”, o “pasiva”, o “cómplice” pues, en verdad, muchas veces se
ha presentado como mediatizada o fría en sus actuaciones ante los múltiples
abusos de un gobierno que ha violado, varias veces, prácticamente todos los
artículos de la vigente Constitución elaborada por la Asamblea Nacional Constituyente
de 1999, que fue aprobada en referendo popular votado hace 13 años y 2 días en
esta fecha de hoy, pero jamás respetada.
Los
partidos políticos llamados “tradicionales”, que encabezados por Acción
Democrática y Copei lograron, en la siempre mal llamada IV República, desde el año 1959 hasta el de 1974, hacer de
Venezuela ejemplo de democracia en todo el Continente, cayeron --después de 1980, y en particular desde 1983
cuando hubo de ser devaluado el bolívar--
en luchas externas e intestinas que los fueron conduciendo, poco a poco,
a desinteresarse de los cada vez más
exigentes intereses y necesidades de la población, pero ignoraban de que, desde
los años 70, un sector del Partido Comunista había decidido penetrar la Fuerzas
Armadas Nacionales para sustituir, con su ideas y tácticas, una democracia de
la que esa población estaba, progresivamente, perdiendo su fe en ella y así
también sus esperanzas.
Pues
bien, ocurre que en los últimos tiempos y en el presente, el sector
“mediatizado” de la dirigencia opositora
--que, por cierto, no se retrata en público-- parece continuar teniendo la última
palabra, que es, extrañamente consecuente con los intereses
del régimen que nos oprime.
Hoy
lunes, la ciudad capital amaneció y hasta esta hora ha permanecido como
dormida, extenuada por lo ayer ocurrido, desanimada y desesperanzada tal vez.
Quien esto escribe, en cambio, piensa que ayer Venezuela dio un paso muy
importante hacia el futuro cercano. No soy ni optimista ni pesimista: ante un
vaso con agua por su mitad, el pesimista dice “el vaso no tiene agua”, mientras
el optimista opina “el vaso está lleno.” Ambos se equivocan en sus juicios: el
vaso está por la mitad y basta. Pues bien, antes de ayer una notable proporción
de opositores creía que el vaso estaba lleno; hoy, otra proporción numerosa
piensa que está vacío. La realidad me parece ser que está por la mitad y que,
desde anoche, con toda seguridad, en ese vaso comienza a entrar el agua que
terminará rebosándose y habrá de ocupar todo su derredor.
¿Optimismo?
No. Ayer Venezuela dio, sin pensarlo ni saberlo, un paso firme hacia adelante;
hacia el camino verdadero, hacia el anhelado progreso. Ayer, amigos, nuestra
querida Patria, sin saber sabiendo, dio un irreversible paso hacia adelante;
hacia el futuro que merece. Desde ayer, hay aquí un liderazgo que será cada día
más sólido, más eficaz, más claro. Desde ayer y después de catorce años de
ausencia de verdadero liderazgo, aquí tenemos un verdadero líder: Henrique Capriles Radonsky.
El
paso del tiempo ayuda a las personas que viven la política como una entrega
total de si, para que alcancen una libertad interior que les desliga de toda
aspiración mezquina por egocéntrica, lo que implica tal desprendimiento es que
les separa de toda aspiración del yo y les entrega al otro, que en este caso
son todos los venezolanos. Además, a ese líder le acompaña una pléyade
generacional que va a dar, como frutos, más líderes para regir el futuro
inmediato de esta bendita tierra de gracia.
Es el clásico cambio generacional
que, históricamente, ha caracterizado todos los cambios políticos de Venezuela.
Su ocurrencia se da en períodos que van de los cuarenta a cincuenta años,
tiempos en los cuales suelen romperse las “costras” generacionales que han
cerrado caminos a las generaciones jóvenes que surgen y transforman. Esas
irrupciones han sido siempre violentas en nuestra historia.
Afortunadamente,
creo que la generación saliente puede que no sea proclive a generar tal
violencia. Confío en que el Todopoderoso y nuestra Santísima Madre nos van a
ayudar a impedir que los violentos que tenemos en el poder traten de hacerlo. ¡In
manus suas!
ppaulbello@gmail.com
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