En defensa
de expresas disposiciones constitucionales, con raíces profundas en la historia
del siglo XIX y una guerra civil de por medio, queremos profundizar nuestra
lucha de muchos años para hacer realidad la Venezuela federal y descentralizada
que consagra la Carta Magna, integrada por estados y municipios autónomos con
fueros y competencias claramente establecidos, pero desconocidos y hasta
pisoteados por el régimen comunistoide de Hugo Chávez.
Esta lucha
no excluye la que libramos por los principios y valores fundamentales de la
democracia, de la libertad en cualquiera de sus manifestaciones, de la
propiedad sin apellidos y de todo cuanto contribuya a consolidar la dignidad de
los seres humanos que habitan en nuestro territorio. Pero adquiere especial
importancia frente a las elecciones de gobernadores convocadas para el próximo
16 de diciembre. Es mucho lo que está en juego. El esquema federal nos luce, no
solamente como el gran muro de contención frente a la arremetida comunista del
régimen, sino también como la forma de gobierno que más conviene a un país como el nuestro. La
Venezuela federal no puede desmoronarse con la perversa ilusión de un estado
comunal que ya sabemos lo que significa. Totalitarismo comunista de la peor
especie. Nada puede justificar que algunos no quieran ver lo que está a la
vista. Mucho menos hacer concesiones con relación a esta materia, ni siquiera
retórica de ocasión, por comodidad, demagogia o simple complicidad con el
régimen. Estamos en un tiempo en el cual las cosas deben llamarse por su
nombre. El peligro avanza.
No se trata
de alarmarnos con el llamado “proceso constituyente” del que hablan los
actuales gobernantes. No se trata de convocar una nueva Asamblea Constituyente,
según han aclarado algunos. En mi opinión eso es lo de menos. Claro que no es
lo mismo asamblea que proceso, pero esto último puede ser infinitamente peor.
Pretende legitimar el golpe de estado de ejecución progresiva en contra de la
vida en libertad, en contra de la democracia y sus valores, que encabeza el ilegítimo
presidente Hugo Chávez. Prácticamente desaparecidas las juntas parroquiales de
los municipios, ahora van con todo contra las alcaldías y las gobernaciones,
contra el derecho de la familia a determinar y supervisar la educación de los
hijos y, en definitiva, por el control total de la sociedad, más allá de los
poderes públicos.
Tenemos el
derecho y la obligación constitucional de impedir lo que se pretende.
Imprescindible entender la verdadera naturaleza del problema para acertar en la
estrategia necesaria para alcanzar los propósitos que estamos señalando.
Definitivamente este régimen debe durar el menor tiempo posible. Los demócratas
debemos entrar en cuenta regresiva. Ya basta de disimulo y mentira cuando nos
cantan todos los días, en todos los tonos, los perversos propósitos del
chavismo sin careta.
A los
efectos prácticos de cuanto aspiramos, invito a todos los compatriotas a
trabajar a fondo por los candidatos a gobernadores por la alternativa
democrática. Queda poco tiempo, pero suficiente si nos dedicamos a tiempo
completo a la patriótica tarea que nos reta. Tenemos que defender las
gobernaciones que tenemos y ampliar la cobertura democrática lo más que
podamos. Por nuestra parte puedo decirles que en Zulia estamos más claros que
nunca. La nueva elección de Pablo Pérez Álvarez como gobernador del estado,
será un mensaje claro a la cabeza del régimen y una lección para el aspirante
que en su nombre se desdice de los peores insultos y calificativos que hasta
hace relativamente poco le lanzaba a su jefe. Ojala y aprenda.
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