Unos meses atrás me pidieron escribir una historia para un serial de unitarios de TV. Me decidí por una tragicomedia: Unos padres cumplían 40 años de matrimonio, así que hacen una reunión familiar con sus 3 hijos en la casa donde estos crecieron. Ninguno tenía la vida que le habían hecho creer a sus padres; a lo largo de la historia se toman la casa "de ruana" para volverla un verdadero desastre, y las consecuencias no se hacen esperar.
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No existe mejor representación simbólica a pequeña escala de un país que una casa, y por lo que se ha escuchado últimamente, al parecer, esta casa es un desastre: "qué país de porquería"; "yo se que hubo fraude"; "me tienen miedo porque tengo las pruebas"; "las cartas del tarot dicen que ganamos pero negociaron"; "Capriles, no tuviste pantalones, vendiste mi voto"; "esto se lo llevó quien lo trajo". La verdad es que me excedería en palabras para escribir todo lo que se ha expresado en estos días; quienes así piensan y hablan, no se sienten responsables del "desastre", sino víctimas del mismo. La pregunta es ¿lo son realmente?
Si lo vemos como una historia, esta también tiene sus protagonistas y personajes, y son ellos los que marcan los sucesos, porque la casa, al fin y al cabo, no es algo diferente a lo que hagan dentro de ella. Hay los guerreros del teclado que se ocupan horas en atacar, lanzar todo tipo de acusaciones sin pruebas, y planear acciones esperando que otros las lleven a cabo. Son intrigantes cargados de extravagancia virtual.
Están los videntes que a través de oráculos dicen tener la versión de lo sucedido, y detallan psiquis de los buenos y malos, ofreciendo "mágicas" respuestas a aquellos que siguen atascados en su desazón. En esta casa hasta Harry Potter podría ser consultado y resultar analista político.
También están los que sufren de amnesia: nada hace más atractiva a una historia que los desmemoriados. No importa cuantas veces se explique lo que sucedió el 7-O, cuantos artículos se publiquen, cuantos errores se reconozcan o queden pendientes, cuando esa información se hace pública, estos personajes no la escuchan, no la leen, o estratégicamente la olvidan.
No pueden faltar los personajes siniestros, esos que esbozan una sonrisa cuando la tormenta comienza. Los que en su laboratorio quieren construir un Chávez opositor convencidos que desastre con desastre se combate, y que así las fuerzas estarían parejas.
Y qué hay de los personajes que uno los ve y no termina de saber si son de los buenos, o le hacen el favor a los malos.
Vamos a la historia: habrá una celebración en la casa. Se mueven miedos, rencores, dudas a medida que se acerca la fecha. Los responsables de organizar la fiesta, en total 5, juegan sin pudor a poner la torta para que así una mitad de los invitados se queden inactivos, mientras la otra mitad deciden sobre los pedazos.
Por cierto, hay un grupo de ellos que tienen que ver con la renovación de la línea blanca. Hay más en el plan argumental, algo así como convertir la casa en una especie de choza, pero con un cartelito que diga: "hecho en el siglo XXI".
En esta historia faltan muchos personajes, se aceptan sugerencias. Lo mejor de escribir es que la palabra FIN se la pone uno cuando quiera, y también se le puede cambiar el título. Esta historia, afortunadamente, aún no termina.
mjferreiro@gmail.com
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