El 12 de
agosto de 2012 Venezuela pasó a ser miembro pleno del MERCOSUR. La carencia
durante 14 años, de una política comercial institucional, ha devenido en
privilegiar foros políticos como la ALBA y UNASUR. Desde la denuncia del Tratado
del Grupo de los 3 y del Acuerdo de Cartagena, pareciera que se alcanzó el
objetivo de convertirnos en socios obligados de los países del sur del
hemisferio, lo cual no es una herramienta eficaz de inserción en la denostada mundialización.
A partir de
1994 los acuerdos comerciales multilaterales sentaron bases jurídicas para una
nueva legalidad del comercio internacional. Desde entonces se dio una
profundización en todas las regiones del “spaghetti bowl”, buscando la inserción en acuerdos competitivos, la
proliferación de tratados de libre comercio y una acelerada carrera de
convergencia, desde el bilateralismo, pasando por integración abierta, hasta
construcción de uniones aduaneras y mercados comunes. La globalización vino
para quedarse.
La
Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), la Asociación de Naciones del
Sudeste Asiático (ASEAN), el Arco del Pacífico Latinoamericano y la Alianza del
Pacífico, son ejemplos claros de hacia donde apunta la inserción económica.
Latinoamérica
ha intentado construir, bajo el paraguas de ALADI, bloques como el Mercosur, la
CAN, y numerosos Acuerdos de Alcance Parcial. Pero para Venezuela la
integración no ha funcionado, por falta de voluntad política, o falta de visión de los actores económicos.
La política “nuestro norte es el sur”, constituye,
castración de la política comercial y dependencia de los intereses geopolíticos
de esas economías quienes definitivamente tienen otros intereses.
Una política
comercial moderna implica un cambio de paradigma, la realidad económica
internacional marca que nuestro norte es el oeste, donde están APEC y
ASEAN. En términos generales APEC significa el 40% de la población mundial, 44%
del comercio mundial y 55% del PIB mundial. Quiérase o no, el mapa del comercio mundial
tiene esa marca inconfundible. Colombia. Perú, Chile y México, avanzan con toda
claridad en la Iniciativa del Pacífico. El caso Peruano adquiere fundamental
relevancia por cuanto su crecimiento está sustentado en las exportaciones, de
las cuales un 55% aproximadamente, se dirige a los países de APEC, 16% a la Unión
Europea, apenas 9% al MERCOSUR y un 8% a la CAN; el resto a otros países. Al contrario,
Venezuela será cada día más un país importador, por la autarquía que encierra
el concepto de desarrollo endógeno.
Todas las
reflexiones apuntan hacia los BRICS. Rusia, India y la China, cabalgan en el
escenario del Pacífico. La ausencia de visión global nos separó de la CAN y del
G3, que eran puertas geo-estratégicas claves para acceder al Pacífico. Sostener
que nuestro norte es el sur es un contrasentido histórico, voluntarismo
económico. La realidad inocultable es que nuestro norte es el oeste.
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