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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EJILDO LUJAN NAVA, EL GRAN RETO PARA EL LIDERAZGO

“Es poco serio aprovechar de manera triunfalista el éxito de los que me resultan próximos, igual que sucumbir al derrotismo cuando la situación de los que comparten nuestras ideas es adversa”. Felipe González
Como dirían los periodistas en funciones reporteriles: es un caliche; ya no es noticia que Venezuela figure en el último lugar de cualquiera de las encuestas, estudios o evaluaciones internacionales quese hacen, para que,  a partir de los resultados, los emprendores globales, los inversionistas continentales o, inclusive, los propios hombres y mujeres de empresa venezolanos, sepan a qué atenerse cuando decidan acometer algún riesgo financiero en suelo nacional.


De hecho, si a partir de esa “conquista” de fácil ubicación en los listados de los casi 200 países que son seguidos   o analizados a la luz    de tales razones se le fuera a asignar un premio mundial a la nación que más sobresale   por     determinadas  condiciones y una destacada posición, Venezuela gozaría de    todas las ventajas,    con justo derecho,     para hacerse de una     medalla de oro, cual vencedora olímpica, aun en el medio de competidores que, históricamente, o por muchas décadas, no han podido dar el gran salto, incluso, hacia la más básica de las expresiones civilizadas.
Pero eso,y aun cuando así no lo crean los estudiosos, o estudiantes, de cualquier centro académicotambién mundial que se ocupan   de identificar   el devenir de los nichos de nuevos negocios en las próximas décadas    del Siglo    XXI, pareciera    no ser relevante   para las autoridades rectoras del petroestado venezolano. Ellas, sencillamente,    insisten en mantener en el discurso promotor de su invencibilidad electoral, la subestimación de los  resultados antes citados, al amparo del argumento cargado de supuesto nacionalismo, y según el cual todo de   lo que se diga    afuera y que evidencie fallas administrativas   del gobierno criollo,   está dirigido a minimizar –o desacreditar-  los logros del Socialismo a la venezolana. 
Desde luego, otra es la opinión cuando lo que se dice más allá de las fronteras, guarda coincidencia con el esquema propagandístico gubernamental.
Y mientras a diario se apuntalan   y   fortalecen las acciones que han llevado a Venezuela a detentar roles de    liderazgo    contrarios a    las    tendencias   predominantes entre los países que capturan inversiones extranjeras por    la calidad de su    institucionalidad gubernamental, como entre los que promueven   riesgos compartidos con aquellos otros pueblos que disponen de recursos financieros, tecnología    y    vocación    competitiva,    inquieta y   preocupa la expansiva manifestación social de inconformidades de todo orden    en el territorio nacional,   mientras la ya débil estructura productiva privada casi se manifiesta imposibilitada de poder participar en la producción de respuestas positivas ante dichas demandas. Y el Estado, con el peso financiero y social de una nómina formal cercana a los 3 millones de personas, comienza a dar muestras de agotamiento o, en el mejor de los casos, de incapacidad para andar,   sin que tales pasos no sigan traduciéndose en más y más costos para toda la población venezolana, indistintamente de la condición socioeconómica de los financistas.
No son pocos los    venezolanos     que dudan de un    posible o eventual viraje en la gubernamental concepción relacionada con la  necesidad de que, más pronto que nunca, gobierno y empresariado privado deberán coincidir en esfuerzos compartidos, para impedir que la frágil capacidad nacional deproducir y , satisfacer las   necesidades básicas de la población,   termine en   un túnel de     amplio diámetro y larga extensión.   Mejor dicho,   la mayoría,    atenta    oyente de los reclamos del máximo liderazgo gubernamental    de avanzar aceleradamente   hacia la consolidación del llamado Estado Socialista, lo califica de imposible. Sin embargo, nadie   hoy puede   predecir que,  en Venezuela, a mayor Estado, también es acertado     creer en que dicha asimetría    comparativa con más de 200 años de vida republicana no circunscrita a experimentos o improvisaciones distributivas, habrá más y mejores posibilidades de vida en    progreso    constante,    es decir, lo que añora, desea y motiva diariamente a millones de venezolanos de trabajo.
¿Qué hacer?: sin duda alguna, trabajar en la promoción de un esfuerzo organizado continuo, sincero, auténtico, verdadero y dirigido a evitar la desaparición de los múltiples asomos que se han producido a nivel nacional, en favor de la construcción de un diálogo, de un entendimiento mínimo que, a su vez, sirva de soporte para el eventual parto de alternativas reconciliadoras; del necesario e impostergable reencuentro nacional. 
Las realidades colectivas venezolanas, ciertamente, siguen siendo absorbidas en gran parte por las motivaciones     electorales de ayer y del futuro inmediato.    Pero no    todas están   cazadas con la deliberada    pretensión    de individualidades, acerca de que los    entendimientos no  pueden darse alrededor de élites.     Es decir,    contra la deliberada e   inteligentemente   bien concebida  sordera organizada, no se puede actuar apelándose a una mudez complaciente, minimizada por los temores y/o las rabias. 
El país cuenta. Venezuela cuenta, porque su futuro y el de las generaciones por venir, no pueden ser también detenidas -¿o secuestradas?- por la ausencia de una visión vanguardista en el liderazgo negador del derecho nacional a no seguir siendo pieza fácil del empobrecimiento. Y en atención a esa comprometedora verdad, es al liderazgo exponente de pensamientos y sentimientos de permanencia, como de disposición participadora en la transformación nacional, al que le corresponde actuar, demandar voluntad al diálogo; también ofrecer sus mejores oficios para que la posibilidad del acercamiento, una vez más, no sea arrastrada por la avalancha de la rutinaria problemática de cada día.


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