Hoy
estuve a punto de dejar mi columna en blanco.
La razón: mi artículo tenía que enviarlo el lunes temprano a El
Universal y no lo tenía preparado.
Pensaba hacerlo después de las elecciones porque lo que escribiera allí
dependía de los resultados del domingo.
Estaba tan cansada que pensaba entonces dejar mi espacio en blanco así
como dejé mi Twitter desconectado, unos minutos, el domingo en la noche
(después de una jornada tuitera agotadora, dando ánimo, esperanza, rezando con
la gente, etc.).
Cuando
me enteré de los posibles resultados (antes que los anunciaran) apagué el
Twitter, me tomé una pastilla para dormir y me fui a acostar con mi
esposo. Pero no me pude dormir y en lo
que oí el primer cohete brinqué de la cama y corrí al recibo donde está la televisión. En ese momento estaban anunciando los
resultados. Mis hijos (los seis, entre 19 y 11 años) estaban sentados esperando
ver el desenlace final.
Inmediatamente
prendí el Twitter y me encontré con este mensaje: "¡Ma. Denisse, estamos
muy angustiados, por favor envíanos un mensaje de sosiego!". Fue ahí cuando pensé: ¡Dios mío, tanto que
hemos luchado y transmitido esperanza y ahora voy a "tirar la
toalla", No señor! Entonces comencé
a mandar mensajes de tranquilidad a mis seguidores como este: "Señor,
hágase tu voluntad. Sólo Tú sabes que es lo que más nos conviene. Seguiremos
rezando y luchando por un mejor país para nuestros hijos".
Me
senté a ver los resultados con calma y me sorprendió mucho cuando mi hijo de 18
años me dijo: "Ya habrá un camino mamá, lo haremos nosotros". Casi se me partió el alma cuando escuché eso.
En la mañana yo estaba feliz viendo a esa inmensa cantidad de jóvenes votando
por primera vez y trabajando en las mesas. Eso era algo imposible de ver en mi
época, todavía hoy estamos pagando las consecuencias de esa apatía.
Sentí
dolor porque sin duda alguna todo lo que uno ha podido hacer hasta ahora con
mucho esfuerzo, en esta amada patria con tantísimos problemas, es para que
nuestros hijos (y los hijos de muchos otros) puedan vivir en un mejor
país. Pues ni una lágrima derramé, ni la
voy a derramar. Porque no nos podemos
dar el lujo de deprimirnos. En Venezuela hay mucho trabajo por hacer. Eso lo tengo entre ceja y ceja después que vi
la marcha del gobierno en la Av. Bolívar y escuché comentarios en la TV como
estos: "Me gusta mi presidente porque él me regala todo", "Yo
votaré por mi presidente porque vivo en una casa expropiada", y así un
sinfín de cosas más. Ese día aterricé en
la realidad y me di cuenta (¡nuevamente!) que mientras no le entremos
seriamente al tema educativo (en valores) no habrá salida posible a los
problemas que enfrenta nuestra nación.
Ahora
sólo pienso en que mañana (11 de octubre) comienza, en nuestra santa Iglesia
católica, el Año de la Fe. Será un año
maravilloso de nuevas oportunidades de llevar nuestra fe, y los valores
cristianos, a todos los rincones de Venezuela y del mundo. En la Fundación Entre Líneas seguiremos con
los proyectos planteados, y con muchos más, porque urge una recristianización
de la sociedad (y no se crean que hablo sólo de Venezuela, sino de muchas
sociedades del primer mundo también). Urge enseñar valores tan fundamentales y
básicos como el valor del trabajo, el respeto a la verdad y a los demás, el
respeto a la vida y a las cosas ajenas, la honestidad, la fidelidad, la
solidaridad, etc.
En
el Angelus del domingo el Papa pidió que en este Año de la Fe valoricemos el
rezo del Santo Rosario. Creo que Benedicto XVI estará muy contento con sus
hijos venezolanos porque si hay algo que hemos rezado todos estos años (en
todos los rincones del país) por la paz en nuestra nación ha sido el Santo
Rosario. La Virgen nos cubrió con su manto el pasado 7 de octubre y todo se
desarrolló en paz.
Seguiremos
rezando mucho y difundiendo esta devoción porque sólo con la oración nos
llenaremos de fuerza y paz para seguir adelante, trabajando en esta patria
amada donde nacimos y donde todavía Dios no quiere que descansemos.
Así
que ¡a seguir la lucha, con mucho ánimo y con mucho compromiso! Los jóvenes han sido nuestro gran apoyo y esa
grúa maravillosa que nos levanta en los momentos más difíciles. Más pronto que tarde veremos un país con
justicia y paz para todos, fruto de nuestra oración, de nuestro compromiso, de
nuestro trabajo, esfuerzo, sudor y lágrimas.
Seguiremos adelante, cueste lo que cueste, con la ayuda de Dios y
nuestra Santísima Virgen de Coromoto.
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
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