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lunes, 1 de octubre de 2012

ELIZABETH ARAUJO, CAPRILES EN TIEMPO REAL

Las cuatro esquinas, atravesando barrios como La Llanada, Brasil, Carvajal, Bolivariano, Cumaná III, Sucre, Villa Olimpica, entre otras, Capriles Radonski no dejó de recibir expresiones de solidaridad. Sólo en La Llanada, un sector que nos dijeron es muy chavista, siete hombres de franelas rojas vociferaron algunas palabras altas de tono, pero desaparecieron con el aire y las voces que cantaban..hay un camino , pero la caravana pasó y desde las ventanas de ese lugar sombrío donde las aguas negras se empozan en las calles rotas, salieron manos para saludarlo.
Un reflejo ceniciento baña el rostro de Ramón Ojeda. Oyó el griterío afuera, se asomó y salió de la casa a medio construir, en Carvajal, el barrio que vio pasar la caravana de Capriles Radonski. Urgido por la fatalidad de creer en alguien, se acerca y nos dice que nunca ha dejado de votar por el Presidente. "Pero, mire ­lo confiesa, golpeado por el desencanto­ yo no he dejado de ser chavista, ¿y qué he ganado con eso?". Vendedor del mercado y con una familia de ocho hijos y nietos bajo el mismo techo, este cumanés de 63 años, saluda al candidato como quien regala un "qué hubo" al amigo. Capriles lo premia con su cálida sonrisa, y la veinteañera en shores rojo y blusa verde que está a nuestro lado se emociona y grita. Entonces Ojeda, añadiéndole el tono burlón a su acento oriental, pregunta "¿y a ésta... qué le pasa?" Envuelto en el aire festivo del barrio, Henrique Capriles impaciente, quisiera bajarse de inmediato. Por un instante, la calle es una fiesta. La gente se agolpa no para oírlo sino para contarle sus desdichas. Son como Ramón Ojeda, gente buena, que acompañaron a Chávez y ahora se quejan porque los apagones les dañan las neveras, las calles llevan ocho años rotas y el desempleo toca la puerta de uno de cada tres hogares. "Yo no dejo de ponerme mi camisa roja, pero a veces me siento engañado, y yo veo que ese muchacho dice cosas que me gustan, va a todas partes con mi virgencita y es un creyente de Dios", reflexiona Ojeda.
María Suárez quien, a pesar de sus 57 años, parece una mujer de 65, nos dice con emoción que se siente orgullosa. "Le puedo decir con mis años que es por primera vez que veo un candidato con tantas ganas de ganar. Sería injusto que con ese esfuerzo y tanta caminadera por todo el país, no sea el próximo Presidente, porque se le ve con el corazón entregado al pueblo. Ese muchacho me tocó y sentí escalofrío de alegría, lo vi como un hombre de palabra.
"Yo vengo de Falcón" ­nos dice un corresponsal extranjero que asistía emocionado a esta jornada­ y en verdad que Chávez tuvo un llenazo, pero hablé con gente molesta porque la obligaron a ir, y casi todo el transporte público estuvo secuestrado para movilizarlos". El periodista contrasta esa visión con la espontaneidad del acto en Cumaná. Cero funcionarios públicos obligados a asistir. Cero obsequios de bolsas de comidas que miró con tristeza en Falcón.
"Pero no sé si eso será un factor que juegue a favor o en contra de Capriles", apunta como una tentativa de conclusión.
La caravana atraviesa los diez kilómetros, con paradas repentinas del candidato y el corneteo de los autos que vienen en sentido contrario. Hasta que llegamos al lugar de la concentración. En la medida en que nos aproximamos el viento trae con intermitencias el griterío de miles de personas que colmaron Cumaná. Entonces, Henrique Capriles, ligero, jadeante y emocionado, sube a la tarima como estrella de rock, y ante el bullicio de las aclamaciones pregunta a los cumaneses "¿Qué pasó con la autopista Antonio José de Sucre? ¿Será que la van a entregar en el 2050?". En siete minutos y medio, Capriles expone su desazón al confirmar que el candidato que vive apertrechado en el Palacio de Miraflores y el gobernador del estado Sucre hayan desperdiciado los años en hacer politiquería y no escuchar los reclamos que él acaba de recibir. "Han gobernado a espalda de la gente que alguna vez creyó en ellos", se queja, y ametralla con nuevas preguntas "¿qué pasó con la fábrica de Petrocasas, con la que el Gobierno central prometió construir más de 12 mil viviendas? ¿Qué pasó con los 100 mil empleos para los jóvenes de este estado? ¿Qué pasó con la autopista Güiria­Cumaná? ¿Qué pasó con el Puerto de Aguas Profundas y el Criogénico que dijeron estaría listo en el 2000? ¿Qué pasó con la termoeléctrica? Hoy tenemos luz para afuera y oscuridad para la casa. Miren, hoy es el día mundial del turismo y si aquí desarrolláramos este sector ¿cuántos de ustedes podrían estar trabajando? ¿Cuántos países del Caribe tienen playas que no son más bonitas que estas y viven del turismo.
¿Y la inseguridad? Antes el pueblo dormía con las puertas abiertas y ahora la gente levanta muros para protegerse".
Un bullicio de respuestas, y Capriles les habla para quienes, de tantas veces ser engañados, parecen estar convencidos de que el futuro es un libro cerrado. "Este pueblo lleva muchos años esperando y se cansó de promesas recicladas. Nos toca ahora a nosotros, a la gente que cree en este proyecto de reconstruir el país, de culminar las obras que este Gobierno no terminó. Estamos seguros que en Cumaná y en todo el estado Sucre ganará el progreso".
Volteo para sentir que la euforia y los aplausos vienen de personas desencantadas que apuestan a alguien que les habla desde el fondo de la sinceridad. Con los ojos llenos de ilusiones, entreveo de un lado de la tarima a María Suárez. Negada a todo, menos a la misericordia.
Yo le digo, aquí, hasta la palabra se ha perdido. Allí usted ve como Chávez nos ha prometido miles y miles de cosas y mire en dónde estamos, paradas en un canal de aguas negras ­barrio Sucre-, y pensar que ese señor prometió que ya no habría aguas negras y vea para allá, ese poco de casas sin construir. Ese tierrero, ese poco de cosas que trajeron y no hicieron nada; lo único que hicieron es enfermar a nuestros niños".
Para zafarse de esa vida de engaños, de promesas incumplidas, los cumaneses abarrotaron el jueves las vías por donde pasó el candidato opositor. Los más viejos juraban que desde el primer gobierno de Pérez nunca habían visto tanto revuelo.
Los más jóvenes, identificados con el anhelo de romper con la miseria, le hacían señales diversas que parecían confluir en una frase "cuenta conmigo".
Desde que arribó al aeropuerto Antonio José de Sucre y llegó al sitio del mitin

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