La dirigencia política está a la expectativa
de lo que ocurra el 7D, aunque empieza a crecer la impresión de que el gobierno
está sobrevendiendo el show. Esto es, no es seguro que el avance del
kirchnerismo sobre Clarín produzca un resultado definitivo en el corto plazo.
La desesperación demostrada por el oficialismo al presentar un proyecto de ley
de per saltum para asegurarse que podrá llegar rápido a la Corte Suprema con
los expedientes sobre la ley de medios parece más bien una muestra de debilidad
y refuerza la impresión de que la batalla judicial está lejos de terminar. A
menos que CFK opte por dar un paso más en dirección a Venezuela y decida
desconocer los fallos judiciales.
Scioli y Massa. |
Mientras tanto, se aceleran en el peronismo
los preparativos para el 2013 y, sobre todo, para la alternativa de que los
próximos resultados electorales demuestren que el kirchnerismo no puede reunir
los dos tercios para conseguir la reforma constitucional y la reelección,
desatándose así la lucha sucesoria. Hasta poco tiempo atrás, Daniel Scioli era
la única alternativa presidencial del PJ para el 2015 de ser inviable la
re-reelección. Pero ahora Sergio Massa intenta asumir un rol parecido:
representar el kirchnerismo light para confluir con el peronismo disidente y
desalojar así al cristinismo. En Olivos registran no sólo que Massa sueña con
la Casa Rosada sino que al oficialismo no le alcanza para el año que viene con
la candidatura a primera diputada nacional de Alicia Kirchner.
Necesitan un
candidato que sume independientes y para esto sólo hay dos nombres: Scioli y
Massa. Para el gobernador, ser candidato a diputado nacional testimonial por segunda
vez tendría no sólo costos políticos sino también un alto riesgo: que lo
obliguen luego a jurar como diputado para que Gabriel Mariotto sea gobernador.
A todo esto, los enviados de la presidente sondean por estos días a Massa. La
tentación para éste es grande. Si encabezara la lista para diputados nacionales
y le diera el triunfo al oficialismo, en caso de que CFK no pueda ser reelecta
o su salud se lo impida, él podría sustituir a Scioli como el presidenciable de
consenso en el PJ. Pero tampoco le faltan riesgos. Por ejemplo, buena parte del
electorado de Massa es anticristinista y quisiera verlo rompiendo lanzas con el
gobierno nacional.
El otro escenario
Todas estas especulaciones se tejen entorno
al escenario A. es decir, un gobierno estabilizado en alrededor del 35% de los
votos y con el triunfo garantizado por altos porcentajes en las provincias del
NOA y el NEA. Pero los mismos protagonistas tejen una trama alternativa en caso
de que se precipite el escenario B. Este consistiría en una caída a niveles
inferiores al 30 por ciento de los votos, que sería el resultado de una nueva
baja del consumo con alta inflación y continuación del estancamiento de la economía.
Para este escenario, en el sciolismo ya hablan de un acuerdo ideal para el
2015: Scioli presidente, Massa gobernador y De Narváez jefe de gabinete.
Esta convergencia podría contar con el aval
de Hugo Moyano y de los gobernadores del PJ que intentarían subsistir a la
caída de CFK, como José Luis Gioja y Gildo Insfrán. Pero también va tomando
forma otra alternativa. José Manuel de la Sota y Jesús Cariglino pensarían que
Scioli y Massa pueden terminar sepultados bajo los escombros del cristinismo si
no se apartan a tiempo. El gobernador cordobés apunta a ser el referente de los
gobernadores del PJ, con los cuales tiene lazos históricos de los que Scioli
carece y Massa más todavía.
Mauricio Macri, por su parte, podría ser el
principal damnificado si se precipita el deslizamiento peronista. De ahí que
haya también embajadores macristas tanteando a Massa para una alianza y
hablando hasta de una fórmula Macri-Massa. Como están las cosas, el PRO
necesita realizar una excelente elección en Buenos Aires el año que viene,
captando el voto del peronismo disidente. La reconciliación con de Narváez, que
está explorando ahora Federico Pinedo, es una alternativa. La candidatura de
Martín Redrado a diputado nacional sería otra. Tanto en el PRO como en el
peronismo disidente se habla de la necesidad de un acuerdo para que haya una
primaria de la que participen todos. Los perdedores se quedarían entonces con
la minoría de las candidaturas. En el 2007 el peronismo disidente intentó el
consenso, pero fracasó y Alberto Rodríguez Saá y Jorge Sobisch fueron a las
urnas cada uno por su lado. En el 2011, el Peronismo Federal se propuso dirimir
sus diferencias en la interna escalonada entre Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde,
que a mitad de camino se suspendió por la ruptura entre ambos. Ahora, Macri, De
Narváez, Cariglino, Moyano y Venegas intentan retomar el camino del 2009, que
permitió ganarle a Néstor Kirchner.
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