Ahora
Chávez quiere presentarse ante los venezolanos como el salvador de la patria,
invitando a los “ricachones” a que voten por él, creyéndose evicción de paz
para que no se produzca una “guerra civil”. Venezuela vive algo peor que una
guerra civil, cuando uno de los bandos y siendo el mayoritario la disidencia,
se encuentra totalmente desprotegido ante la ley y desarmado frente la
inseguridad. Que por los muertos contabilizados bien pudieran ser el “trofeo”
de la confrontación planteada por el oficialismo como si se tratara de una
guerra civil.
Chávez
no sabe dirigirse en la mayoría de los casos a la gente decente, bien usa esa
locución de “ricachones” para definir a la clase media, a los profesionales o
empresarios a los cuales viene sistemáticamente “confiscándole “sus bienes y
conduciéndoles a la más penosa ruina. Es a ellos a quienes fundamentalmente ha
esquilmado el producto de su trabajo, es a ellos a quienes ha escarnecido y
humillado, encarcelado e imputado, perseguido o forzados al exilio. Así que
resulta paradójico que quien le quitó todas las garantías y derechos que provee
la Constitución sea quien hoy en día se ofrezca como el redentor de la
seguridad, honradez y la paz.
Lo
ocurrido en Venezuela por su forma en los últimos años, pudiera tomarse como
una confrontación política tradicional entre sectores representantes
“socialistas” y sus antagónicos demócratas. Cuando un presidente de talante
autoritario quiere eternizarse en el poder, frente a una oposición cuya única
arma es el voto y que en ningún momento hayamos visto un anuncio de guerra
civil, o intimidación alguna. Contrariamente
inermes se enfrentan con el voto en las elecciones del 7 Octubre, a un
régimen cuyo presidente dice personificar una revolución armada, donde algunos
miembros del alto mando militar realizan proselitismo político y se manifiestan
de acuerdo con esta aseveración de Chávez. Resulta absurdo que quien propicia
la violencia y la inseguridad sea actualmente, quien se arrogue la condición de
garante de la estabilidad y paz, cuando existe una guerra civil por su
contenido que lleva trece años en pleno desarrollo.
El
Planteamiento de la oposición es la recuperación de la nación en armonía, en
convivencia fraterna, devolverles a los venezolanos sus derechos y libertades.
Espetar guerra civil no asusta a nadie, inversamente se espera un desenlace, lo
que busca la oposición es rescatar a la Venezuela de sus ruinas ya enfrentada
desde hace trece años en una sórdida confrontación, y guiarla hacia la
normalización donde quepamos todos y no actúen en funciones de gobierno los
vende patria.
En
su libro “la Rebelión de las masas” José
Ortega y Gasset tocó el problema de estos regimenes que aun llegando al poder
por vías democráticas atenta ulteriormente contra ellas, fue lo que él llamó el
mal “uso” del gobierno cual justificaba las rebeliones.
Indudablemente,
Venezuela es un polvorín como ya dijimos donde un solo sector de la población
se halla armado y lo manifiestan paladinamente desde el poder.
Empero,
en las próximas elecciones están en juego muchas cosas cuando nos encontramos
con unos seudos revolucionarios que han amasado grandes fortunas, y no están dispuestos a ceder sus privilegios
pacíficamente.
Cuando
el jefe de Estado aunque haya llegado por el voto popular no quiere salir del
poder ni entiende lo que es democracia ni alternabilidad, cuando su propio
fracaso siquiera lo enmienda ni sus acompañantes lo persuaden que es la ahora
de entregar lo conferido por el pueblo.
Es
la furia desquiciada que los ata al poder, a ese poder que les ha provisto todo
y que el pueblo no ha disfrutado sino de sus limosnas.
Y si
a Venezuela le corresponde vivir una guerra civil franca, que vaya más allá de
un genocidio como esos que están de moda, será responsabilidad enteramente del
gobierno, del papel que puedan jugar las fuerzas armadas, no aceptando el valor
del voto sino de una autocracia, y que ellos no están allí para ejercer
ciegamente las funciones de guardias pretorianos, sino para hacer respetar la
constitución y las leyes de la republica, y esas armas que portan son para
preservar la soberanía de la nación y no para alzarse en contra de sus compatriotas.
Es
capcioso que en pleno periodo electoral cuando lo que se busca es captar votos,
oigamos a un presidente –candidato invocando la guerra, desgañitándose en
amenazas y vomitando en sus intervenciones ese incontrolable odio, que lo
mínimo que genera es el desprecio de la población.
Diría,
Hamlet es como un presentimiento fatal que turbaría tal vez a una mujer…Pues si
nadie es dueño de lo que ha de abandonar
un día. ¿Qué importa abandonarlo tarde o pronto? Sea lo que fuere.
@falar04
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