Hay pruebas y testimonios irrefutables de que el gobierno
de Venezuela falseo los datos del Referéndum Revocatorio Presidencial del 2004.
El trabajo científico de The
International Statistical Review y Statistical Science de diciembre del
2006 afirma que se constataron
irregularidades en el 22,2% y el 26,5% del total de las actas y
el 18% de los centros de votación que mostraron patrones de votación irregular
en sus actas de votación. Otros seis trabajos de investigación, conforman una
base extremadamente sólida para afirmar que el derecho a elegir en Venezuela
fue violado de manera masiva, sistemática y generalizada durante el Referendo
Revocatorio Presidencial de 2004.
En el propio informe que presentó el
CNE, manejado a su antojo por Jorge Rodríguez,
las cifras reales aparecieron: 60% para que el presidente saliera y 40%
para que se quedara. Desde luego que ese informe fue inmediatamente corregido.
Las maniobras anteriores al evento
electoral fueron muchas y muy variado calibre. Recordemos las llamadas firmas
planas, los retardos en la ejecución en espera de que las misiones surtieran
efecto, la tristemente celebre Lista de Tascón,
la manipulación de las maquina electorales y un interminable
etcétera que culmino con el volteo de
las cifras.
Esa proporción fue maquillada por la
tarifa mínima que otorgó el CNE a favor del NO en el referendo para para la
reforma constitucional del 2007 que el régimen perdió 51% a 49% cuando se sabe que las cifras del NO fueron
mayores.
En la última elección parlamentaria
en las cuales la oposición alcanzo el 52% de los votos y el oficialismo el 48%,
mediante la maniobra de “La Salamandra” el gobierno controlo la mayoría simple
de la Asamblea Nacional. Aquí se dio el caso en que más es menos y menos es
más.
Para el evento electoral del 7 de
octubre las encuestas pagadas por el oficialismo dan el triunfo al sempiterno
candidato por un amplio margen y están
acompañadas por la predica de que la alternativa democrática cantará fraude,
pretendiendo generar una matriz de opinión favorable a lo irreversible del triunfo
continuista.
Las encuestadoras independientes dan
empate técnico entre los dos candidatos,
en el peor de los casos, o
afirman la tendencia ganadora del candidato
de la unidad nacional cuyo origen fue unas elecciones primarias que
superaron numérica y cualitativamente las expectativas de los factores en
pugna.
Las encuestas dicen una cosa y la
calle dice otra. Capriles se ha convertido en un fenómeno electoral imparable
que tiene una mayoría impresionante ante la escuálida campaña del candidato
oficialista. Ello hace predecible su
triunfo con un holgado 60% frente a un 40% del continuismo. No esperamos un triunfo con tarifa mínima
sino que los que totalizan los votos digan la verdad y nada más que la verdad.
Carlos.padilla.carpa@gmail.com
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