Si bien como lo conocen nuestros lectores, el
problema se arrastra desde hace un tiempo, cuando concluía el día de ayer el
nerviosismo cundía en la Quinta de Olivos y al cierre de este comentario se
debatían los pasos a seguir con la presidente de la ex República. Cristina W.
Fernández estaba acompañada de su media hermana Giselle, su hijo Máximo, que
con severos altibajos afronta un proceso de abstinencia por su problema de
adicción (que no lleva adelante con la severidad que merecería), y por personal
de la Casa Rosada. Pocos o nadie sabía muy bien lo que estaba en danza, excepto
quienes habían ordenado que se alertara en el área neurológica de la Clínica
Fleni las comodidades necesarias ante la posibilidad de la internación de la
Primer Magistrado.
Cuando escribíamos estas líneas uno de los principales temas
era la insistencia presidencial en mantener y hasta ampliar su conocimiento
para resolver sobre los graves asuntos de Estado centralizados bajo su mando
férreamente centralizado, en tanto llegaban noticias difíciles y complejas
acerca de la crítica situación del país. En realidad, los médicos aconsejaban
que se la aparte de los problemas, se le oculten las dificultades, que se
organice el retorno de Florencia, disgustada con su madre, y que es imperativo
que ingrese en un período de descanso total y un tratamiento tal vez más
intenso de lo que pueda suponerse.
Para colmo, sobre las mesas de trabajo
bailaban las cifras resultantes de las continuas encuestas que se realizan
sobre la discutida imagen de Cristina y la posibilidad de su reelección. Los
números, adversos e hirientes ya marcaban porcentajes por debajo del 20 por
ciento, especialmente en lo relativo a la intención de voto. Pese a la continua
propaganda oficial que no abandona el objetivo de invertir la tendencia
negativa, ésta se ha convertido en un grave problema personal para Cristina, en
todos los sentidos y con extensión hacia la interna del poder.
Como es obvio, ya comenzaron las evaluaciones
y, como inevitablemente sucede en política, es obvio que nadie quiere quedar
atado al carro de la derrota, sobre todo cuando se angostan las posibilidades
socio-económicas para revertir este camino hacia un final inevitable, pese a la
inoperancia de la mayoría de la llamada oposición. Concurrentemente, están los
funcionarios que no se resignan a perder su cuota de poder para preservarse
legalmente en el futuro inexorable y aquellos otros que exploran, sopesan y
arriesgan otras perspectivas para mantenerse dentro de un escenario de
participación para prolongar su seguridad y los goces que ofrece la sensualidad
del cargo. Esto adquiere mayor relieve en la medida que los involucrados
carecen de las condiciones de todo tipo, entre ellas la altura y el estilo
indispensables para encarar la situación.
Tal vez por las medicaciones que le
suministran, Cristina debe soportar un proceso de pérdida de pelo, cuestión que
claramente alteraría el ánimo de toda mujer, sobre todo si la coquetería y la
superficialidad del carácter le asignan la relevancia al aspecto formal como es
conocido. Cristina, exasperada, quiere mantenerse activa y no se resigna a una
internación que podría prolongarse y que, por lo tanto, tendría grandes
derivaciones políticas. Si la internación para serenar su ánimo fuera
prolongada, inevitablemente debería solicitar una licencia, excepto que el
reducido grupo ideologizado que la rodea adoptara medidas para el disimulo,
pero éstas no podrían prolongarse indefinidamente por más que las formas y
contenidos constitucionales no son, precisamente, una característica saliente
de este gobierno.
De allí, que los análisis, cargados de
nerviosismo e inquietud con conclusiones todavía controladas por el secretario
Legal y Técnico Carlos Zannini, demoren una definición que podría prolongarse
por un tiempo, cuestión que, por añadidura, agudizaría la inestabilidad
emocional y otros aspectos específicos que hacen a la salud de la Presidente;
como no puede ser de otra manera, profundizaría las dificultades
administrativas del país, que ya son demasiadas.
Esto último adquiere múltiples alternativas y
facetas. Por un lado, los gobernadores -tal como lo adelantamos hace mucho- no
podrán desligarse de este proceso que amenaza con un vacío de poder, en tanto
las internas partidarias -móviles, incontroladas por momentos- carecen de
liderazgos palpables, con peso suficiente como para referenciar un curso de
acción realista y factible. Esto que dejamos comentado sinópticamente aún no ha
sido advertido en toda su dimensión por las estructuras de acción directa que
ha montado el gobierno, pero algunos dirigentes están alertados aunque todavía
no puede hablarse del comienzo de un desbande o de otras actitudes inversas que
temen muchos de los que están bien informados y a las que nos hemos referido
reiteradamente en estas columnas.
Lógicamente, las próximas horas podrán poner
de manifiesto o al menos ilustrar respecto del rumbo eventual de los
acontecimientos. Con dificultad se los logra demorar, pero lo cierto es que
mientras la palabra anarquía ya dejó de mencionarse en voz baja, Cristina debe
ser medicada, cosa que sus asesores, asistentes o como quiera llamárseles,
hasta ahora disponen para salir del paso pese a que todos temen lo que podría
decir Cristina frente a un micrófono. Su última incursión verbal -una conducta
que se ha transformado en un vicio incontenible- para defender la salida de los
delincuentes presos que se reclutan para integrar el batallón combatiente
(llamado Vatayón Militante), no fue precisamente aplaudida, como tampoco la
defensa irrestricta que hizo de los excesos juveniles. Sus palabras fueron
explicadas como un intento por ingresar en el mundo de los menores, a quienes
se desea captar y permitir el voto, toda una señal de preocupación por las
elecciones que se desean realizar en mayo del año que viene. La Casa Rosada
considera que para sancionar esta ley mantendría el apoyo de quienes desde sus
bancas prefieren aferrarse al poder de cualquier modo, aun a riesgo de perder
su prestigio, si es que lo tienen. Esto último también forma parte de la
intimidad de la crisis del sistema político, pero concretamente debemos
subrayar que se acerca lo que podríamos llamar “la hora de la verdad”, aunque
el desenlace aún se mantiene relativamente lejano y difícil de dilucidar.
Mientras tanto, los problemas crecen, los
podemos mencionar casi al azar y por supuesto muy sucintamente por razones de
espacio. Por ejemplo, el director de esta hoja, Dr. Carlos Tórtora, denunció a
la flamante subinterventora de la empresa Ciccone Calcográfica, Sra. Katya
Daura, por la incompatibilidad de sus funciones con la retención de la
presidencia del directorio de la Casa de la Moneda, con la que se firman
contratos millonarios. En pocas palabras y sin entrar en detalles, la
funcionaria se contrata a sí misma o bien decide en actos comerciales que
adquieren el nivel de escándalo y que necesitó de esa denuncia para que
comience el proceso judicial con las consiguientes presiones y envidias de
otros personajes que hacen cola para intentar sus propios negocios. Otra
cuestión sorprendente es el anuncio -luego desmentido pese a que está
registrado fehacientemente- del proyecto de vulnerar la propiedad privada y
derechos adquiridos mediante la apertura de las normas de seguridad de los
countries, barrios cerrados o clubes de campo. La propuesta, inexplicable e
incoherente, haría crecer, entre otras consecuencias, la inseguridad pública,
los delitos que ya son realidad pese a la vigilancia que se mantiene, la
imposibilidad policial para encararlos y, lo que es igualmente grave, consiste
en la vertical caída de los valores inmobiliarios de este sistema residencial,
al mismo tiempo que frena inversiones similares con la caída económica y
ocupacional que esto significa. Como lo dejamos dicho, ahora se niega el disparate,
pero el daño ya está hecho. Más aún, por extensión afecta otras iniciativas ya
bastante alicaídas, como lo demuestra -sólo en la provincia de Buenos Aires- el
volumen de escrituras públicas que cayeron de un promedio de 11 mil mensuales a
apenas algo más de cinco mil en lo que va del mes. Paralelamente, se habla de
ampliar el cerco al dólar mediante el impedimento del uso de tarjetas de
crédito en el exterior, medida que muchos pueden obviar pero que de todos modos
es demostrativa de la creciente iliquidez en que se está colocando al Estado.
Los operadores turísticos no están de parabienes y tampoco algunos vecinos como
lo uruguayos, por razones elementales. Las reservas reales y efectivas del
Banco Central no se acercan, ni por asomo, a las que se declaran y lo cierto es
que si hubiese una “corrida” no se la podría atender. Las dificultades para
comerciar la cosecha de trigo ya disminuyeron en un 40 por ciento la superficie
sembrada y con seguridad las excesivas lluvias y el granizo caído este mes, afectaron
la siembra.
Podríamos hacer un largo listado de las
dificultades que afectan directamente a la producción en todos los rubros, pero
detengámonos hoy con preferencia en el problema institucional de un posible
alejamiento de Cristina, aunque sea transitorio. Entonces una vez más debemos
plantearnos los interrogantes que más de una vez nos hicimos. ¿Puede Boudou
(Amado) hacerse cargo del Poder Ejecutivo con la carga de denuncias que
soporta? ¿Será el joven Axel Kicillof el conductor de la nueva etapa? ¿Lo
tolerarán quienes quedarán desplazados por noveles funcionarios prácticamente
desconocidos…?
Pero a medida que se reflexiona sobre todo esto que ocurre o
integra el problemático potencial del futuro complejo y cansadoramente tenso,
asoman otras cuestiones colaterales que pasarán a ocupar un papel central.
Entre ellas, las denuncias de todo tipo que surgirían sobre lo que vamos a
llamar el cristinismo, la modificación de las fuerzas internas que aún se
registran bajo el título de peronismo y pugnan entre sí para establecer
alianzas o cualquier otro tipo de acuerdos, el peronismo ortodoxo, que busca
retomar su propio espacio y que soporta embates similares a los que debilitaron
sustantivamente al radicalismo bajo la égida de Raúl Ricardo Alfonsín, en un
proceso de similares consecuencias y finalmente, la decisión inquebrantable de
la izquierda minoritaria que, como siempre ha sucedido en todas las geografías
y momentos, una vez que llega al poder no lo abandona así como así. Como telón
de fondo, reina una inseguridad creciente, una descomposición que transita por
los tres poderes del Estado y se instaló en el corazón mismo de una sociedad
tan enferma, que hasta los maestros escolares tienen miedo de ejercer su tarea
ante la violencia de los chicos, de sus padres o de los adolescentes que
pondera y defiende Cristina, en tanto la droga comenzó a carcomer los resortes
del orden y las jerarquías, el alma misma de los valores que se insiste en
cambiar junto con el sentido verdadero y exacto de la historia, cuya alteración
cargada de mentiras se utiliza para romper a la Justicia, base sustantiva del
Estado.
tabano@carlosmanuelacuna.com.ar
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