El
decir que el miedo es el principio de la derrota y la madre del fracaso, lo
adoptó el presidente saliente al recurrir a su voz cuartelaría para exigir al
organismo electoral la totalización de resultados del simulacro de votación,
realizado el pasado día 2 de este mes.
Comencemos
por reiterar lo que fue el bien denominado simulacro:
“Imitación fingida que se
hace de una cosa como si fuera cierta y verdadera” (definición de la Real
Academia Española). Es decir, un ensayo,
un ejercicio, en este caso de la elección presidencial.
Pero
sorpresivamente la mayoría cortesana desobedeció la orden militar y adoptó la
posición que la democracia espera para el próximo 7 de octubre: la negativa a
imponer el fraude, en el cual se empeña el régimen. En ese pánico se excede y
amenaza con una guerra civil (cada quien es dueño de su miedo, porque este es
libre).
De
allí que oficialmente el militar Coordinador de la campaña de su comandante que
lo impuso como candidato a gobernador de Carabobo, hiciera la solicitud de
totalización.
Es
de observar que las 4.832 máquinas
utilizadas eran operadas solo con empleados públicos, en mesas sin actas de
escrutinio, testigos, auditoría de máquinas, ni verificación de comprobantes.
Más
aún, el régimen extendió el simulacro al entrenamiento de su maquinaria con
todos los dispositivos que extrae de la administración pública.
Sus calculadas evaluaciones le llevaron al anuncio que el 86% del millón 800 mil personas que suponen (no
había tinta indeleble) acudieron al
ensayo, eran votos a favor del comandante. El total de sus estimaciones daba el
triunfo por un millón 340 mil votos.
Pero
en el supuesto negado que resultara así, tal votación no se alcanzaba al millón
806 mil 860 votos obtenidos por Henrique Capriles Radonski en las históricas
elecciones primarias; ni siquiera
aproximaba la mitad de los 3 millones 40 mil 499 sufragios duros de ese
proceso.
De
nada valieron las trampas montadas con el ex gobernador de Aragua, quien
después de declarar en libro de asilados en Perú que el comandante caería, se
le arrodilla; ni la de su homónimo de Anzoátegui a quien la oposición defendió
cuando su antecesor -que el líder ridiculizó en mitin en la propia Barcelona-
lo metió preso.
Hablando
de libros, material sobra para escribir cuánto vale la oje(a)da del mantenido en vicepresidencia de partido opositor. Siendo
diputado fue a competencia por la
Alcaldía, que le frustró “papi papi”
–tal nombraba al hijo de José Vicente Rangel- a quien acompañaba en el régimen
que ahora galantea.
Razón
debe conceder el régimen a las milicianas cortesanas rectoras del organismo
electoral, porque con la totalización de votos del simulacro, comprobaría que
chavistas votaron por la candidatura unitaria.
Bien comandante, con el pasar la página
que ahora usted ordena, adelantó la decisión que mayoritariamente manifestará
el electorado el próximo 7 de 0ctubre.
NOTA
AL MARGEN: A la reflexión debe llamar en esta debacle a Fuerza Armada y
partidos políticos, desde sus respectivos campos, la película Tiempos de
Dictadura, Tiempos de Marcos Pérez Jiménez. Véanla.
albertojordanhernandez@yahoo.es
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