Venezuela se
estrena en Mercosur. Como todo lo que acontece en estos tiempos, el
advenimiento se anega de conflictos y distancias. Su génesis está enterrada en
la arena de la política conflictiva, bipolar y electoral que nos caracteriza.
El gobierno lo
muestra como un logro de política internacional sureña; una integración añorada
por años. Del otro lado, se aduce unas condiciones políticas y económicas
deplorables para competir internacionalmente. Los síntomas de nuestra economía
desde la tarima oposicionista son: desequilibrio de la balanza de pagos,
comercial y capital; mercado interno deprimido, inflación, falta de inversión,
mano de obra sindicalizada y poco calificada, incapacidad crediticia, etc.
Todo sin
contar los factores exógenos: dependencia externa tecnológica, escasez de
factores productivos, desconfianza y falta de incentivos para la inversión por
las expropiaciones, carencia de soporte jurídico, alto grado de conflictividad
social, falta de competencia laboral, etc. Un dinamismo económico inestable,
nacional e internacionalmente. Visto así, Mercosur es un trágico popurrí de
desventajas.
Cualquier
mercado tiene un ritmo que depende de la acción de los actores, los procesos
que impone la gente en la relación oferta y demanda, más allá de los precios,
la cantidades intercambiadas, las ganancias. Un mercado es siempre una
negociación entre humanos. La palabra mercado es social; hay organizaciones,
intereses, capacidades y recursos. Venezuela entró al juego del Sur siendo
totalmente "petrolera". Estamos perdidos si sólo hay que extraer y
vender. Eso no mejora nuestra economía, incluso nos perjudica. Hay que abolir
el petróleo de la ecuación del mercado del Sur.
Si se promueve
el desarrollo endógeno en Mercosur hay que generar una organización empresarial
interna cooperativa y competitiva, donde el gobierno sea un jugador más, que
impulse las organizaciones económicas de base y éstas, a su vez, cooperen con
las medianas empresas y la industria intermedia. Asimismo, este correaje
comercial-financiero debe ir en sintonía con la gran empresa exportadora,
fuerte para exportar, diversificar la producción y crear tecnología propia. Si
cada empresita asiste al mercado internacional de forma unitaria, pronto
estarán todas liquidadas. Hay que unirse. Cooperar internamente para competir
externamente. Esa es la estrategia endógena para enfrentar Mercosur.
Mercosur es
una oportunidad si hay cooperación, participación, planificación y decisión
conjunta de los actores, económicos y extraeconómicos. Sería un gran logro si
se alcanzan acuerdos económicos internos para que las comunidades más carentes
participen de este mercado. Hay que considerar el esfuerzo político del
gobierno y la oposición para ganar las elecciones. Lo mismo hay que hacer en
economía. Unirse para el éxito. Hagámoslo, ¡somos capaces!
Profesora.
Web.
www.mariajosefinamas.com
Twitter:
@mariamasherrera
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