Un día llegó a
mis manos este relato que hoy les comparto.
Contaba un
hombre llamado Carlos, que un día se subió en un taxi, para ir a su lugar de
trabajo, cuando iban por el canal de la derecha estuvieron a punto de chocar
con un carro que salió a toda velocidad del lugar donde estaba estacionado.
El conductor
del taxi logró frenar, se derrapó y por muy poco casi chocan con el auto que
quedó frente a ellos.
Después el
hombre que casi causó el accidente, asomó la cabeza por la ventanilla y comenzó
a gritarles una cantidad horrible de insultos. Todavía recuperándose del susto,
lo que acabó de sacar de sus casillas a Carlos, fue la actitud del chofer del
taxi, quien en forma extremadamente amistosa,
sonrió y saludó con la mano al conductor del otro auto, Carlos estaba furioso, confundido, no se quedó con
las ganas y le preguntó al chofer del taxi que por qué se ponía a sonreír y
saludar al hombre que casi les había hecho chocar, arruinar su taxi y posiblemente
hasta enviarlos al hospital. Entonces, el taxista con voz pausada le dijo -¿ve
aquel camión de basura?- a lo que él le respondió -¿y eso qué tiene que ver?-.
El chofer expresó -pues, así como esos camiones de basura, existen muchas
personas que van por la vida llenos de basura, frustración, rabia, y decepción.
Tan pronto como la basura se les va acumulando, necesitan encontrar un lugar
donde vaciarla, si usted los deja,
seguramente le vaciarían su basura, sus frustraciones, sus rabias y sus decepciones.
Por eso cuando alguien quiere vaciar su basura en mí, no me lo tomo personal;
solo sonrío, saludo, les deseo todo el bien y sigo mi camino. Hágalo usted
también y le agradara el haberlo hecho.
Revisa qué tan
a menudo permites que esos "camiones de basura" te atropellen, con
qué frecuencia recoges esa basura y la esparces
a otra gente en casa, en el trabajo o en la calle.
Miguel Ruiz,
en su libro "Los cuatro acuerdos", habla de no tomarnos nada
personalmente. Nada de lo que los demás hacen es por ti, lo hacen por ellos
mismos. La persona que intenta enviarte su rabia, frustración, miedo o dolor,
si te lo tomas personalmente, te conviertes en una presa fácil para esa persona
tóxica. Te comes toda esa basura emocional y la conviertes en tu propia
suciedad.
Si logras
hacerte el hábito de no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu
confianza en lo que hagan y digan los demás. Bastará con que confíes en ti
mismo, para elegir con responsabilidad. No eres responsable de los actos de los
demás; solo lo eres de ti mismo. Cuando logres comprender esto, será muy
difícil que los comentarios insensibles o los actos indolentes de los demás
logren herirte.
Aprendamos a
dejar con el otro lo que no es de nosotros, proporcionándonos el regalo de
andar ligeros y en paz con nosotros mismos.
@marugascue
marugascue@gmail.com
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Muy bueno!, mas que bueno, muy lindo! En tiempos en que muchas actitudes de gobernantes abusadores del poder, mucha soberbia en quienes son funcionarios y/o poderosos en su mediocridad, que verdaderamente exasperan a los pueblos y nos dejan "llenos de basura" a través de sus actos arbitrarios, escritos como éste, ayudan a comprendernos y a hacer frente a los injustos. Gracias. Gonzalo L. Villalobos
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