¿Quién
lo hubiera pensado? Nadie, en efecto, imaginó que frente a los abrumadores
recursos que sin pudor alguno despliega el enfermo, un muchacho sano -cual el
David de la Biblia- iba a responder con su mejor batería: echarse a la calle y
a los caminos de Venezuela para contactar a la gente, a la gente burlada y
abandonada
Extrañas
cosas están pasando en esta singular campaña electoral que la hacen ser algo
muy distinto a las que nos tenía acostumbrados Hugo Chávez. Para comenzar, ya
no hay un disminuido candidato que le hiciere sombra y al cual podría
ridiculizar endilgándole un "mote" que afianzara su carácter de
víctima sacrificial. Ustedes saben, alguien a quien la oposición lanzara para
intentar detener este desastre, pero al que este creído Titán de los llanos
podría despachar a su antojo. Ya no.
Y
no es que el catorceañero no lo intentara. Creyendo que estábamos todavía en
tiempos de vencedor -aquellos del "frijolito" y otras lindezas- fiel
a sí mismo, aburradamente parecido a lo que siempre ha sido, lanzó un apodo
denigrante al cual podría acudir tanto que lo hiciese consustancial a su
opositor de turno.
Ya
todo su abrumador aparato comunicacional, en el que destaca la abrumadora
presencia del Estado, podría haber borrado el nombre de Henrique Capriles
Radonski y sólo quedaría un "majunche" a quien tronchar con
facilidad. No resultó. El título burlón rebota sin lograr efecto alguno. Y lo
más que ha logrado es una afanosa búsqueda de algunos en el "Diccionario
de venezolanismos", a ver qué diablos es lo que significa la palabreja.
¿Qué
es lo que pasa que el enfermo de Miraflores no logra marcar el paso del país ni
imponer el ritmo de quienes se le oponen, como lo hacía antaño? ¿Qué pasa que
ya las cadenas, el viejo instrumento del cual echa manos a troche y moche, ni
siquiera aburren? Ya nadie les para. Tanto sabemos lo que de ellas podemos
esperar que ¿para qué averiguarlo? Son palabras, sólo palabras que nada
producen y a las que ninguna obra respalda.
Pero
cuando les prestamos alguna atención aparece en ellas algo muy novedoso: el
enfermo sólo habla de lo que dice o hace su contendor. ¡Por fin entendemos la
aguda metáfora de Capriles! Él es para el "coyote" oficialista un
inmejorable correcaminos. Y para saber de qué estaba hablando nadie tiene que
acudir a un diccionario: ¡todos han visto cómo el Correcaminos burla a su
incansable perseguidor!
Quién
lo hubiera dicho antes de febrero: Chávez a la zaga de un joven de quien bien
podría ser su padre. Pero este hijo le ha salido singular: no cesa de producir
noticias desesperantes. Y eso lo está logrando desde pueblos y ciudades otrora
bastiones del más rancio oficialismo. Y tan abrumadoras son que no hay manera
de desdeñarlas.
No
hay modo de que surtan efecto alguno las veladas o abiertas amenazas a los
funcionarios públicos de gobernaciones o alcaldías chavistas, como tampoco
logran nada los operativos de Mercal, o de cedulación, o vaya usted a saber de
qué añagaza. Nada, nada de nada impide el desbordamiento de la gente al paso de
Capriles. Todos quieren verlo, tocarlo y ninguno pierde la oportunidad de decir
lo que siente. Ya lo vimos en Chaguaramas de Guárico: la gente más
representativa toma el micrófono para vocear las razones que los llevan a estar
allí, al pie del cañón, construyendo una sorpresita.
Los
nombres increíbles retumban en el cerebro del enfermo de Miraflores -y se
reflejan en la angustia mal disimulada de sus cortesanos: Chaguaramas, Valle de
la Pascua, Carúpano, Yaguaraparo y Güiria, son sólo la más reciente muestra de
los muchos sitios que el candidato oficial abandonó a su propia suerte y que
hoy se agolpan para recibir a quien sí parece dispuesto a ocuparse de ellos.
¿Quién
lo hubiera pensado? Nadie, en efecto, imaginó que frente a los abrumadores
recursos que sin pudor alguno despliega el enfermo, un muchacho sano -cual el
David de la Biblia- iba a responder con su mejor batería: echarse a la calle y
a los caminos de Venezuela para contactar a la gente, a la gente burlada y
abandonada. Y esa gente está respondiendo de una forma que ni los más
incrédulos avizoraron nunca.
Esta
ha sido quizás la mejor hazaña de Chávez, porque sin él, sin su verbo injurioso
y retrechero y sin su inepta y destructiva gestión de gobierno, las multitudes
que padecen apagones sin fin, cortes de agua, inseguridad rampante, no
correrían espontáneas tras Capriles; ni mucho menos enjambres de toda edad
pondrían pausa en sus ocupaciones para formar grupos de voluntarios que
garanticen el triunfo de la acogotada democracia. Menos aún el singular milagro
de la unidad blindada de los opositores, que hoy se exhibe por el país entero.
Gracias,
muchas gracias por favores concedidos; gracias por quitarnos el miedo y
ayudarnos a echar por la borda toda prudencia culpable.
antave38@yahoo.com
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magnifico articulo por lo que yo he visto y percibo esta pesadilla del chavecismo tiene sus dias contados lo que muestran es agresividad y creen que meten miedo en realidad lo que dan es risa hay no ideologia ni principios ni nada de valor solo locuras emanadas de un cerebro vacio con una creatividad sifilitica que ya ni los mas tontos la creen,como dice el profesor cova en la vida no hay que dar ni lastima ni risa
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