El
gran tema de todos los gobiernos democráticos y bandera de las democracias más
auténticas es la consagración en primer término del derecho al voto pero sin
duda la que se esgrime con más audacia y elocuencia es la libertad de
expresión.
Se
habla mucho de la libertad de prensa, del derecho que tienen los medios de
comunicación, periodistas incluidos, a transmitir la noticia o suceso, a comentar
del acontecer político y económico de las naciones donde trabajan y de otras
que tengan un interés especial.
Estos
profesionales, estos medios y sus juntas directivas (porque al final son
empresas) tienen opiniones que se dejan “colar” muchas veces en los escritos o
transmisiones, cosas que definitivamente es inevitable (porque están
conformadas por seres humanos) y que en muchos casos es regulada por los
gobiernos que exigen “imparcialidad” o por lo menos equidad en las noticias que
de ellos emanan.
En
otros casos se evidencia la parcialidad expresa ya sea en pro del gobierno de
turno o completamente contrario a él.
Hasta
aquí vamos relativamente bien. La libertad de expresión es “garantizada” por
todos los gobiernos democráticos.
Pero he notado una tendencia cada vez más
creciente pero indudablemente dañina, sobre todo dentro de las redes sociales,
a tratar de limitar, a toda aquella persona que no sea político o periodista,
que exprese opiniones o criterios que apoyen su pensar político o social.
Para
ser mas clara, si un actor o actriz, un cocinero o cualquier otra persona que
incursione en el medio artístico, o un ama de casa, un estudiante, solo por
nombrar algunos, expresa su apoyo abierto a Capriles o critica al gobierno de
Chávez, tiene inmediatamente una respuesta insultante, descalificadora y
expresiones como “que sabes tu si eres simplemente…” se leen de manera
frecuente.
Perdonen señores, pero mientras tengamos voz,
pensamiento y fuerzas, aunque sea el
último aliento, tendremos el derecho universal de expresar lo que pensamos,
consagrado en todas las convenciones internacionales.
En
viva copia del discurso del Comandante Presidente, los insultos y
descalificaciones a todo el que suene opositor no se hacen esperar. Palabras
con “majunche”* o la vieja “escuálidos” se repiten sobre todo del lado de los
partidarios del gobierno chavista en claro insulto a quienes consideran opositores
al sempiterno candidato.
Y
es que como siempre que escribo, quedo con más interrogantes que afirmaciones.
¿Será que solo un bando se cree con el poder de la verdad? O quieren
transformar esa gran mentira en una verdad falsa.
Con
insultos, me permito si afirmar, que no se logra.
Convenzamos
con palabras y acciones. Con el derecho a opinar y dejar opinar. Refutemos con
argumentos, son más fuertes que las descalificaciones.
Los ídolos que basan su triunfo en
descalificar y subestimar a su adversario solo son ídolos con pies de barro.
@pilinleon
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