¡Allá
viene el camión! –gritaba la chiquillería, como emulando al enano Tatu, cuando
veía venir las avionetas repletas de turistas en la isla de la fantasía-.Si.
Allá viene el camión, repleto de guardaespaldas y ministros que llevan años
disfrutando del poder. Son burócratas de distintos niveles, que parecen
representantes de una nueva clase social y miembros del partido; algunos se
comportan como generales de una dictadura resucitada de un pasado nada
glorioso, en la civilidad autóctona.
Esos
acompañantes vestidos de rojo, semejando a los diablos danzantes de Yare,
rodean al candidato como si fueran moscas revoloteando sobre su comida. Ellos
son los que manejan partidas de dinero; misiones millonarias, contratos, posibilidades de emplear a sus partidarios y
familiares, dan becas, créditos, viviendas y toda clase de regalías -que
excluyen al grueso de esa población, que no apoya al comunismo ni con el
pensamiento-, a costa del tesoro publico y explotando un feroz populismo.
El
candidato va al frente de la carroza con su boina roja de paracaidista del
ejercito, que le hizo famoso en aquella
foto, que recogió el momento, cuando fue
capturado después de salir derrotado en el golpe militar fallido en 1992 contra
la Constitución: va con una sonrisa de
oreja a oreja y sudando a mares ante el calor y el sol aragüeño, un domingo de
inicio de campaña electoral.
Es
un hombre afortunado que solo pagó 2
años de cárcel por el alzamiento que dejó más de 200 personas en el cementerio,
causando inestabilidad militar, daños a la nación y un mal ejemplo al respeto
por la Constitución. En España pasó algo parecido y el militar alzado pagó 20
años de prisión para dar el ejemplo y para que más nadie con la cabeza caliente
se le ocurriera levantarse sin perder mucho: por lo menos tendría que pensarlo bien, antes de tal acometida.
Es
una escena que se repite nuevamente, pues el candidato ha optado a la
presidencia de la república en varias oportunidades y continúa con la
aspiración de ganar como sea y seguir
postulándose dentro de seis años más, para seguir ganando y mantenerse allí
mandando hasta que las polillas le coman las medias. Esa es la intención que
tiene en mente, sin pensar en la alternabilidad posible; sin pensar que hay
otras ideas y otros hombres que quieren la oportunidad de conducir la
administración pública.
-¿Y
ese quién es mami?-pregunta el niñito que agarra a su madre desde el balcón de
su casa-
-¿Ese
mijo?-responde la madre-. “Ese es el Bolívar este”-respondió la señora
señalando con el dedo al candidato-. “Es aquel que está en esa inmensa pancarta
de 20 metros que cae desplegada en el edificio de la alcaldía”
-¿Y
ese poco de maletines negros que llevan sus guardaespaldas, qué tienen?-pregunta el muchachito-
-Allí
debe llevar el discurso-responde la madre-.
-¿El
discurso? Pregunta nuevamente el muchachito-
-Si
mijo-responde la madre-. Allí debe llevar los 300 mil insultos; las 200 mil
descalificaciones, las 100 mil vulgaridades, promesas, cuentos chinos, embustes
impresionantes, amenazas y mucha asesoria cubana.
luisrapozo@yahoo.es
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