“…yo soy el candidato del futuro”; expresión cínica de HChF,
quien hace o dice las cosas con descaro, sin sentir vergüenza por ello, con
desvergonzada burla hacia el país. Todo romanticismo político pregonado en
campaña electoral, es puro cinismo, para ocultar su desgastada gestión, es un
lastre político incapacitado para gobernar, su acción de gobierno ha envilecido
y arruinado al país. Es espeluznante lo
que un hombre es capaz de hacer cuando está ávido de poder y no se apega a las
normas de los principios generales del derecho y los valores universales de
la moral. No hace falta un Nos¬tradamus
para anticipar un futuro turbulento en el horizonte nacional ante un posible
triunfo chavista.
El falso amor de HChF y pretender ser el futuro, no es más
que un recurso publicitario electoral con el cual quiere esconder su fracaso y
ocultar sus verdaderos sentimientos, fobias, odios y resentimientos, trata de
borrar lo imborrable de su nefasta gestión;
él no anhela un futuro promisorio, sino que disfrazar una desastrosa
realidad. Bajo el disfraz del amor: ¿Quiere ocultar su propio fracaso? ¿Con un
beso de Judas anular nuestras diferencias?, ¿Con más falsas promesas mejorar la
economía?, ¿El falso amor es la receta frente a la violencia criminal? La mejor
imagen del futuro con HChF es el fracaso del presente.
Un candidato puede utilizar la idea del amor para expresar su
apego a un compromiso con la patria; pero usar el amor para buscar borrar las
desgracias, las persecuciones, los presos políticos, los muertos del régimen,
el desastres económico, la corrupción, las falsas propuestas y las múltiples
opuestas maneras de ser y pensar entre los venezolanos, es una puerta falsa
para resolver los conflictos sociales, políticos y económicos del país.
El disfraz amoroso desfigura el rostro real del candidato, de
su ridícula carroza cuelgan máscaras de pacifismo tramposo o de simpatía
postiza. Eso es exactamente lo que una buena parte de la sociedad le está
reclamando a HChF: ¡no te disfraces!; y eso es justamente lo que él sólo puede
ofertar, vivir bajo el disfraz de la mentira. El 7/O desaparecerá todo su
carnaval amoroso de promesas y derechos incumplibles y de ataques a la
libertad, a la dignidad y a la soberanía, por parte de un candidato con
vocación de mesías y su nueva farsa amorosa.
Nadie debe estar por encima de las normas electorales y quienes las
incumplan deben enfrentar el rigor de la ley. Sólo de esa manera se legitimará
este proceso hoy empañado por la sospecha. Seguimos siendo una gran nación que
se crece ante la adversidad. El futuro
del país está en la candidatura de Capriles.
ffacchinb@gmail.com
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