El verdadero fraude
está en hacernos creer que el fraude está a la vuelta de la esquina, que no
vale la pena apoyar la opción de tu preferencia, porque igual te van a joder.
El verdadero fraude es propiciar el miedo y la abstención.
Un Fantasma recorre
los medios, eriza la piel de los electores, ha logrado la santa alianza de
generales y computistas, editores y especialistas, cavernícolas y cibernautas…
El fantasma del fraude electoral.
Desde 2004, algunos
denunciaron fraude. Queda la duda. En 2005 los indicios eran tan avasallantes
que la oposición en pleno prefirió entregar el parlamento a las fuerzas aliadas
del gobierno que participar en una elecciones que a su decir, no garantizaban
el secreto del voto. Esto fue dirigido y propiciado por un espíritu
anti-partido y anti-política, digno de un fanatismo religioso, que por esos
tiempos tomaba el sugestivo nombre de “sociedad civil” para diferenciarse del
mal, representado por los partidos y los políticos. Ese mismo fanatismo
adversaba al gobierno con consignas tan intolerantes como las del gobierno y
actitudes que negaban al otro como el otro negaba la diversidad.
En 2006 dos buenas
señales anuncian mejores tiempos. Los partidos no chavistas abandonan sus
complejos de culpa y se ponen al frente del movimiento que adversa al gobierno,
disminuye la política irascible y aumenta la racional. Un nuevo equipo rectoral
en el CNE, encuentra fórmulas para discutir garantías electorales para las fuerzas
que temen ser timadas. Vicente Díaz, juega un papel protagónico en este empeño
y desde entonces los resultados electorales han favorecido unas veces a tirios
y otras veces a troyanos. El abstencionismo pierde fuerza hasta su casi
desaparición. En las próximas elecciones del 7 de Octubre, todas las fuerzas
políticas están convocando a los electores a participar.
Sin embargo aún
persiste un grupo de perspicaces expertos que siguen alertando sobre la
“mecánica del fraude” o la inminencia de la trampa.
La primera
característica de tan bien intencionado alerta, es que comienza por desplegar
el currículo del “alertante”. Es decir, el criterio de autoridad sustituye la
solidez del alerta. En segundo lugar se usan frases falaces “como todos sabemos
que el gobierno ha cometido fraude”, “es obvio que hicieron trampa” y “somos
mayoría” sin pruebas y sin el más mínimo respeto por quienes, no sabemos, no
nos resulta obvio y pensamos diferente, al creer que la oposición perdió el
referendo, que nadie nos robo, que fuimos minoría y hemos ido creciendo hasta
hoy.
La tercera y más
notable característica de los fraudeinquisidores es la arrogancia, ellos ven a
distancia (a veces desde el dorado exilio) las evidencias de trampa que no
pueden ver los expertos de la Mesa de la Unidad que participan activamente en
las auditorías del Registro Electoral, de los cuadernos de votación, de la
tinta, de la elección de los miembros de mesa, de todos los software del
proceso, de toda la infraestructura tecnológica, etc, etc, etc. Subestiman la
calidad de esos técnicos y a veces hasta los irrespetan, a cuenta de qué? Qué
se creen?
Dejan frases sueltas
como “el uso de sistemas automatizados facilita el fraude” y que hay que volver
a sistemas manuales, y como dice un amigo que prefiere el anonimato, de ser así
los bancos habrían quebrado o no usarían computadoras.
Otra característica de
la denuncia de fraude es la destemplanza sin argumento, sin alternativa, ni
propuesta. En el mejor de los casos se debaten entre participar y no hacerlo.
Son los valientes del teclado, los insurrectos de la opulencia, nihilistas de
nuevo cuño, promotores de cuanto adversan.
Finalmente utilizan
argumentos fantasiosos en relación con un fraude tan perfectamente planificado,
complejo y enmarcado en una estrategia de guerra electrónica, que es
incomprensible para nosotros simples mortales. Intercepción de comunicaciones,
cable submarino, satélite Simón Bolívar, chinos, rusos y cubanos…
Y la verdad es que,
tonto de mi, la cosa es bastante más simple, si en cada mesa hay testigos
opositores, cada testigo verifica la veracidad del acta, los resultados finales
son presentados, centro por centro, mesa por mesa, acta por acta. Si esos
resultados son cotejados con las actas de las que disponen las organizaciones con
fines políticos y coinciden… Como ha sucedido hasta ahora, entonces, ¿de dónde
son los votos que le suman a la opción favorecida por el fraude? Además,
recordemos que el 54% de las cajas de resguardo de las boletas se abren y nunca
se ha visto diferencia entre las papeletas y las actas que imprime la máquina
de votación. Entonces, supongamos que se puede interceptar la comunicación con
una poderosísima y desconocida arma inventada por la sofisticada tecnología
cubana, donde la gente está muriendo de cólera, pero son arrechísimos para
hacer trampa. Preguntémonos ¿qué trasmiten? ¿Donde meten los votos
fraudulentos?, ¿De qué centro son? ¿De cuál mesa?, ¿En qué acta aparecerán para
que el crimen sea perfecto y no deje huellas? ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta
de la inconsistencia numérica? ¿Los únicos que se dan cuenta son unos pocos
biendotados?
El verdadero fraude
está en hacernos creer que el fraude está a la vuelta de la esquina, que no
vale la pena apoyar la opción de tu preferencia, porque igual te van a joder.
El verdadero fraude es propiciar el miedo y la abstención. En esta tarea,
quienes están en el poder obtienen la invalorable ayuda de unos tontos útiles
que gritan el fraude, el fraude. Pero siempre queda la duda, algún mercenario
puede estarse lucrando para espantar electores con la teoría conspirativa del
FRAUDE ELECTORAL.
Un Fantasma recorre
los medios, eriza la piel de los electores, ha logrado la santa alianza de
generales y computistas, editores y especialistas, cavernícolas y cibernautas…
El fantasma del fraude electoral.
Desde 2004, algunos
denunciaron fraude. Queda la duda. En 2005 los indicios eran tan avasallantes
que la oposición en pleno prefirió entregar el parlamento a las fuerzas aliadas
del gobierno que participar en una elecciones que a su decir, no garantizaban
el secreto del voto. Esto fue dirigido y propiciado por un espíritu
anti-partido y anti-política, digno de un fanatismo religioso, que por esos
tiempos tomaba el sugestivo nombre de “sociedad civil” para diferenciarse del
mal, representado por los partidos y los políticos. Ese mismo fanatismo
adversaba al gobierno con consignas tan intolerantes como las del gobierno y
actitudes que negaban al otro como el otro negaba la diversidad.
En 2006 dos buenas
señales anuncian mejores tiempos. Los partidos no chavistas abandonan sus
complejos de culpa y se ponen al frente del movimiento que adversa al gobierno,
disminuye la política irascible y aumenta la racional. Un nuevo equipo rectoral
en el CNE, encuentra fórmulas para discutir garantías electorales para las fuerzas
que temen ser timadas. Vicente Díaz, juega un papel protagónico en este empeño
y desde entonces los resultados electorales han favorecido unas veces a tirios
y otras veces a troyanos. El abstencionismo pierde fuerza hasta su casi
desaparición. En las próximas elecciones del 7 de Octubre, todas las fuerzas
políticas están convocando a los electores a participar.
Sin embargo aún
persiste un grupo de perspicaces expertos que siguen alertando sobre la
“mecánica del fraude” o la inminencia de la trampa.
La primera
característica de tan bien intencionado alerta, es que comienza por desplegar
el currículo del “alertante”. Es decir, el criterio de autoridad sustituye la
solidez del alerta. En segundo lugar se usan frases falaces “como todos sabemos
que el gobierno ha cometido fraude”, “es obvio que hicieron trampa” y “somos
mayoría” sin pruebas y sin el más mínimo respeto por quienes, no sabemos, no
nos resulta obvio y pensamos diferente, al creer que la oposición perdió el
referendo, que nadie nos robo, que fuimos minoría y hemos ido creciendo hasta
hoy.
La tercera y más
notable característica de los fraudeinquisidores es la arrogancia, ellos ven a
distancia (a veces desde el dorado exilio) las evidencias de trampa que no
pueden ver los expertos de la Mesa de la Unidad que participan activamente en
las auditorías del Registro Electoral, de los cuadernos de votación, de la
tinta, de la elección de los miembros de mesa, de todos los software del
proceso, de toda la infraestructura tecnológica, etc, etc, etc. Subestiman la
calidad de esos técnicos y a veces hasta los irrespetan, a cuenta de qué? Qué
se creen?
Dejan frases sueltas
como “el uso de sistemas automatizados facilita el fraude” y que hay que volver
a sistemas manuales, y como dice un amigo que prefiere el anonimato, de ser así
los bancos habrían quebrado o no usarían computadoras.
Otra característica de
la denuncia de fraude es la destemplanza sin argumento, sin alternativa, ni
propuesta. En el mejor de los casos se debaten entre participar y no hacerlo.
Son los valientes del teclado, los insurrectos de la opulencia, nihilistas de
nuevo cuño, promotores de cuanto adversan.
Finalmente utilizan
argumentos fantasiosos en relación con un fraude tan perfectamente planificado,
complejo y enmarcado en una estrategia de guerra electrónica, que es
incomprensible para nosotros simples mortales. Intercepción de comunicaciones,
cable submarino, satélite Simón Bolívar, chinos, rusos y cubanos…
Y la verdad es que,
tonto de mi, la cosa es bastante más simple, si en cada mesa hay testigos
opositores, cada testigo verifica la veracidad del acta, los resultados finales
son presentados, centro por centro, mesa por mesa, acta por acta. Si esos
resultados son cotejados con las actas de las que disponen las organizaciones con
fines políticos y coinciden… Como ha sucedido hasta ahora, entonces, ¿de dónde
son los votos que le suman a la opción favorecida por el fraude? Además,
recordemos que el 54% de las cajas de resguardo de las boletas se abren y nunca
se ha visto diferencia entre las papeletas y las actas que imprime la máquina
de votación. Entonces, supongamos que se puede interceptar la comunicación con
una poderosísima y desconocida arma inventada por la sofisticada tecnología
cubana, donde la gente está muriendo de cólera, pero son arrechísimos para
hacer trampa. Preguntémonos ¿qué trasmiten? ¿Donde meten los votos
fraudulentos?, ¿De qué centro son? ¿De cuál mesa?, ¿En qué acta aparecerán para
que el crimen sea perfecto y no deje huellas? ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta
de la inconsistencia numérica? ¿Los únicos que se dan cuenta son unos pocos
biendotados?
El verdadero fraude
está en hacernos creer que el fraude está a la vuelta de la esquina, que no
vale la pena apoyar la opción de tu preferencia, porque igual te van a joder.
El verdadero fraude es propiciar el miedo y la abstención. En esta tarea,
quienes están en el poder obtienen la invalorable ayuda de unos tontos útiles
que gritan el fraude, el fraude. Pero siempre queda la duda, algún mercenario
puede estarse lucrando para espantar electores con la teoría conspirativa del
FRAUDE ELECTORAL.
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