" No concibo ninguna necesidad tan importante durante la infancia de una persona como la necesidad de sentirse protegido por un padre". Sigmund Freud (1856-1939) médico, neurólogo y creador del psicoanálisis.
Es bien sabido en el mundo actual
la gran importancia de la relación afectiva con ambos progenitores como una
condición que impulsa el desarrollo de una personalidad estable. Sin duda, que
cada vez se conoce y se entiende más sobre la necesidad de la presencia, el
apoyo y el afecto tanto del padre como de la madre para la evolución armónica
de los niños.
Ambos roles son complementarios en el sano desarrollo desde la
infancia hasta la adultez. Respeto profundamente a los profesionales de la
psicología, por eso no pretendo hacer en este artículo un análisis desde su
punto de vista, ya que no soy una experta en esta área; sin embargo, quisiera
expresar un pensamiento que persiste en mi mente al pensar en el papel
protagónico del padre en la vida de los hijos.
Crecimos escuchando el dicho
que reza: "Madre hay una sola, padre se consigue en cualquier
esquina". Y muy dolorosamente hemos vivido las consecuencias de una
sociedad sin padres, o peor aún, de padres irresponsables, ignorantes de la
trascendencia de su rol en la vida de los hijos. Aunque muchas madres han hecho
un gran esfuerzo para desempeñar ambos roles, y de una manera heroica han
logrado sacar adelante a sus hijos, no es éste el ideal, no es éste el deber
ser de una familia.
Al pensar en este tema, recuerdo
la llamada parábola del hijo pródigo, que al referirnos hoy a los padres,
prefiero llamar la historia del padre amante: un hombre trabajador, un hombre
que ha labrado un futuro para su familia. Dos hijos que han recibido de él todo
lo que en sus manos y en su corazón ha tenido para darles. El hijo menor decide
pedir todo lo que le corresponde de su herencia e independizarse. Se va lejos y
vive una vida dispendiosa; luego de haber gastado todo lo que recibió de su
padre, se encuentra en el peor estado que jamás imaginó y se da cuenta que aun
el trabajador de menor rango en la casa de su padre vive dignamente.
Quebrantado por la necesidad, decide regresar y pedir perdón a su padre...
Todos conocemos el hermoso final, un padre que ama con todo su corazón, un
padre que sabe que en el amor siempre hay lugar para el perdón; un padre que
hace fiesta, que se regocija por el regreso del hijo perdido, un padre cuyos
brazos se abren para arropar en un abrazo infinito.
Esta es, a mi parecer, una de
las historias más impactantes de las Sagradas Escrituras, pues en ella se nos
revela el infinito amor de Dios como nuestro Padre. Ese Padre que nos brinda la
libertad; ese Padre que ha escrito su ley en nuestros corazones y nos ha
señalado el camino de la bendición; ese Padre que siempre está dispuesto a
recibir a un corazón que ha transitado el camino de la soberbia a la humildad.
Pronto se celebrará en todo el
mundo el Día del Padre, quizá este es el mejor momento para que hagamos las
paces con Dios, y especialmente para ti, como padre, para que busques en El la sabiduría, el amor y la
fuerza para convertirte en el mejor padre que tus hijos puedan tener.
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
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